8.

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La cortina fue tirada hacía un lado, el rostro asustado de Hyunjin estaba frente a mí y su ceño se arrugó más al verme.

— ¿Qué hay, viejo? — sonreí y fingí desinterés.

— ¿Qué haces aquí, Lee? — tiró de mi brazo, sacándome de la bañera y me alcanzó con enojo una toalla que estaba colgada por ahí.

— Pues, sólo me bañaba. — tomarle el pelo me gustaba, pero en este momento me daba miedo. Hyunjin se giró y me tiró contra la pared de al lado del retrete, su mano estaba apoyada a centímetros de mi cabeza y su rostro estaba muy cerca del mío.

— En el estado en el que estoy, es mejor que no me tomes el pelo o sufrirás. — su voz estaba una nebulosa más grave, y eso me estaba poniendo en un estado desconocido. — Será mejor que te vayas. — asentí y dejé la toalla en el suelo. — Alto, primero ponte algo de ropa seca, ven. — volvió a sujetarme del brazo y me dirigió hasta su armario, dónde me soltó y empezó en la búsqueda de ropa para mí.

Camisas y remeras eran tiradas al suelo, pantalones colgados de su hombro y el sonido de las perchas golpeando una contra la otra.

— Creo que esto te irá. — pensaba que me daría alguna cosa vergonzosa, pero un pantalón un poco roto y claro me fue entregado, junto a una camiseta blanca larga y una chaqueta gris recién limpia. — Espera, te daré algunos calcetines y ropa interior. — se acercó a una cajonera diminuta y abrió uno de los cajones, revolvió algunas cosas mientras algunas cosas crujían.

— ¿T-Te encuentras bien, Hwang? — pregunté, la voz se me había trabado por los nervios. Pero la pregunta real es, ¿Qué nervios?

 — Sí, ¿por qué lo preguntas? — se acercó y me entregó ropa interior blanca y calcetines a juego.

— Estas siendo muy amable conmigo, es muy raro en ti. — confesé. El mayor de ambos quedó atónito a lo dicho, sus ojos juguetearon por la habitación hasta parar en los míos, los observó con dureza y luego su labio inferior fue mordido con delicadeza y sensualidad.

— Verás Lee... — dijo para luego acercarse a mí anatomía y dejarme atrapado entre una pared y su cuerpo — es extraño el sentimiento que estoy teniendo, pero ver su cuerpo mojado y dejando a la luz tu buen torso, me esta poniendo duro. — sonrió y guiñó su ojo derecho. — Ahora; cambia tu ropa o lograrás lo imposible. — se tiró contra su enorme cama y saco de debajo de la almohada un libro, la portada estaba un poco demacrada y tenía manchones, suponía que lo había leído varias veces.

— Vale... — las sílabas avanzaron son sutileza, me sorprendía el modo en que el poco temor y nervios en mí me dejasen formular con simpleza.

— Oye Hwang, — tranquilidad — ¿Te molesta si me cambio en tu habitación? El baño esta empapado. — señalé la puerta. El nombrado dejó a un lado el libro y asintió, parándose y caminando hasta la puerta de salida.

— Iré a buscar un trapeador, ahora vuelvo. — dijo y abrió — No dejes que nadie entre, me molesta que haya gente aquí. — y cerró detrás suya.

— Si le molesta que haya gente aquí, ¿por qué no me echó? — levanté los hombros en ignorancia y procedí a retirar mis ajustados (y empapados) pantalones, junto a mi camiseta mirándome en el espejo de pie. Mierda, tenía una imagen erótica de mil dioses, mis labios estaban rojos y mis mejillas teñidas. — Vaya niño que soy, joder. — retiré mi bóxer y me puse los blancos a velocidad. Me sentía libre con ropa seca, no estaba pegada a mi cuerpo e impedía movimientos.

Cuando me estaba poniendo la camiseta blanca que me entregó Hyunjin, la puerta fue abierta y me alarmó, la coloqué rápido y tiré de ella hacía bajo para que no se vea la ropa interior.

Me di vuelta y allí se encontraba Hyunjin, con el rostro sorprendido y en una mano el trapeador, bajo la cabeza y sonrió.

— Mierda, ahora si que tocaste fondo. — pasé saliva.

El sonido del trapeador chocar contra el piso me estremeció, y el tacto de la mano de Hyunjin en mi muñeca me estremeció. Me tiró contra el colchón y automáticamente, sus labios y los míos tomaron contacto, hundiéndose en un apasionado y veloz beso.

¿Qué mierda haces, Felix? 

¿Qué mierda haces, Felix? 

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𝘍𝘳𝘰𝘻𝘦𝘯 𝘒𝘪𝘯𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora