El mundo te fallo

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Harry estaba tumbado en el piso, hecho un ovillo, su columna vertebral se marcaba mucho más de lo que debería, su espalda llena de rasguños blancos y rojos, algunos frescos otros viejos, como los que Lupin solía tener en la rostro, eran cortes, algunos más finos que otros, pero todos irregulares, los tenía en los muslos, en los hombros... También tenía unos extraños mordiscos, muchos, el joven, estaba bastante desnutrido y presentaba evidentes signos de abuso, sin embargo esa superficie. Eso era solo lo que se veía, y Severus sabía muy bien que lo físico solo era superficial en comparación al resto del daño que no se podía ver

— ¿Qué le paso?— exigió y ambos temblaron.

— Solo... eran unas noches...— murmuro Vernon y la magia de Severus explotó dejándolos sin aire.

— ¿Abusaste del chico?— pregunto furioso.

— El muchacho es virgen.

Crucio

— ¡P-p-para p-por favor t-te lo su-suplico! — sollozo el

— Tu no has parado cuanto él te lo ha pedido ¿O sí?— Severus intensificó la maldición cruciatus hasta que el hombre sangró por sus ojos. No había sido capaz de hacerle nada más que un par de cortes a Petunia... Pero lo importante era que ambos estaban fuera de la habitación...

Severus sintió un revoltijo desagradablemente nervioso en el estómago... Se suponía que el niño era mimado y arrogante como su padre... Él no quería llorar, pero una lagrima traicionera rodó por su mejilla sin permiso, le había fallado a su Lily, no había protegido al muchacho como le había prometido, y todo por el odio ciego hacia James Potter. El pocionista reviso la pequeña habitación con los ojos hasta divisar la maleta del joven, la cual sujeto, dándose cuanta inmediatamente, de lo ligera que estaba, y eso, obviamente, llamó su atención, por lo que la abrió, para ver que solo habían cuatro pantalones, un cinturón, cuatro remeras grises, dos camisas a cuadros, un par de suéteres, varios pares de medias y dos pares de zapatillas. Ni había plumas, ni libros, ni pergaminos. Pero había un papel, una hoja muggle escrita en lapicera, con un pulso y letra bastante torcido...

Hubo un accidente con la chimenea y se quemaron los libros, los encargaremos en Diagon en cuanto llegue a Hogwarts

Resoplo, ya se imaginaba cual había sido el accidente... Una vez recogió la maleta, optó por usar un translador directo a la oficina de Albus, con el menor en brazos, al cual le había aplicado un hechizo de peso pluma

— Muchacho, ¿Harry estaba bien? — fue lo primero que Severus escucho en cuanto apareció en la oficina, donde los otros dos adultos lo esperaban. Y decidió ignorar la pregunta del director.

— Que traes Severus?— lo interrogó Minerva, a lo que el movió su abrigo, mostrando a un Harry casi desnudo y herido. La profesora de transfiguraciones chillo y se arrodilló al lado de su alumno, lazando hechizos de curación a las heridas recientes.

— Si no te importa Albus, creo, que lo más prudente es llevarlo a mi despacho, no voy a hacerle nada, puedo comprender cómo se siente, y, además no creo que se sienta cómodo siendo visto por una dama en un estado tan vulnerable— dijo el jefe de Slytherin y Dumbledore asintió. —Si necesito ayuda con algo, llamare a Madame Pomfrey, aunque dudo que sea necesario— murmuro lo último mirando al mayor

— Los muggles quemaron sus libros— comentó Minerva al ver la maleta del menor

— El joven Potter, tendrá la semana libre por enfermedad, yo mismo lo llevare a Diagon Alley en cuanto esté mejor para comprar sus útiles— afirmo Snape y se fue con Harry flotando a su lado junto con la, maleta

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