Entré al instituto, parecía ser un día normal. Por los pasillos no pasaba mucha gente y todas las taquillas se encontraban cerradas, suponía que ninguna travesura había sido causada.
Buenos días Creya - dijo la maestra
Buenos días a usted también, respondí .
Nunca nadie me había deseado un buen día, ningún compañero, ni un profesor, pero... ¿y si de verdad fuese a serlo?
Las primeras clases de la mañana fueron como todas, para que nos entendamos, simplemente perdí mi tiempo en un lugar en el que no me gusta estar, rodeada de gente con la que no estoy agusto, pero en la hora de la comida todo eso cambió. Volví a adentrarme en el mundo de Nelk y Joe, dos adolescentes enamorados que viven en un mundo donde las estaciones los separan. Joe es el rey del hielo y habita en la estación de las heladas, es inestable y se irrita fácilmente con cualquier comentario, tanto que todo el mundo le teme. Todos menos Nelk, la reina del sol. Vive en la parte cálida y tiene infinitas cualidades pero si ambos se juntasen, una gran catástrofe sucedería.
Su historia es única, una de esas que todos queremos tener, porque aunque la sociedad los impide estar juntos, su amor es más fuerte que las barreras que ponen entre sus pies. Se comunican mediante cartas y consiguen que esas grandes y pesadas esposas se fundan bajo el hielo, no tiene sentido, lo sé, pero eso es el amor, el amor verdadero. Pero querido mundo, eso nunca me pasará a mí.Mientras comía, una suave y delicada caricia levantó un fino aire sobre mi hombro derecho. Nunca había sentido nada así, la verdad es que nadie se había acercado a mí y menos se había atrevido a tocarme. Por primera vez sentí aquello que llaman mariposas o dicho de otra forma, ese cosquilleo tonto que sientes en tu barriga, eso que llaman amor.
Era Johnas, un chico un tanto peculiar que llegó a la ciudad hace dos años. Desde entonces había ganado mucha popularidad y todo el mundo lo adoraba, aunque según los susurros que guardan las paredes de aquellos largos pasillos, esa popularidad no era tan destacada en el pueblo en el que anteriormente habitaba, sino que se creía que este chico guardaba un pequeño secreto. Uno tan oscuro que nadie se atrevía a preguntar. Unos decían que era que sus padres habían fallecido ya que nunca se les había visto por el barrio donde ahora vivía, otros, de mente más creativa y siniestra decían que había cometido un asesinato y ahora, al ser el más buscado del país, se había cambiado aquí para camuflarse y no ser reconocido. En mi opinión, todas aquellas opciones solo eran tonterías que la gente se imaginaba para hacer que el instituto fuese un poco más divertido.
~Qué miras tan concentrada?- me preguntó.
-Un libro que estoy leyendo- le respondí.
~Entonces léeme un poco.
-"Aquella pequeña persona me enseñó a amar, me demostró como cada pequeña palabra formaba un mundo en su cabeza y como si se hundía él nos hundíamos todos"Él solamente sonrió pero lo que no sabía es que acababa de hacerme la persona más feliz del mundo, porque la frase que le había leído era de mi propio libro. Llevaba escribiéndolo durante meses y hasta ahora era mi mayor secreto, pero sentí que a él podía enseñarselo.
Después de nuestra pequeña conversación, confieso que la más larga que he tenido con una persona que no sea de mi familia ni de mi círculo cercano , sonó el timbre y volví a clase, en concreto a la clase de matemáticas más larga de la historia dada por la señorita Mysteis. No pude parar de pensar en todo lo sucedido y sinceramente, todo eso se vió reflejado en las notas del primer semestre.
Y cómo no, al igual que por la mañana, pasé toda la tarde pensando en su bella sonrisa y la dulzura con la que me había tratado, pero como ya dije; la única historia de amor verdadero que viviré será entre las páginas de un libro, o eso era lo que pensaba.
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Tres formas de entenderlo ( mini-relato)
RomansaCreya, una joven enamorada de su nueva vida que acaba volviendo a odiarla, porque como cuenta, empezamos planeando nuestra vida basándonos en sueños y acabamos entendiendo que no todos se harán realidad de la forma que imaginábamos