Capítulo 8

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Johnas

Me dirijo hacia el aeropuerto, corriendo. Estoy cansado, llevo sin dormir más de una noche preparando la gran sorpresa. He comprado todas las luces las cuáles llevaba meses esperando, he avisado a toda su familia y a toda la mía y les he movido de una punta del mundo hacia otra, y por último hasta  he reservado una noche en el mejor hotel del mundo, nuestro favorito. Y todo eso para acabar estropeándolo, como siempre.

" Ellos no sabían que se separarían, que esas dos almas que un día se encontraron por sorpresa, tomándolo como una reliquia  aquellas almas que se conocieron, se enamoraron e imaginaron juntos se convertirían en piezas imposibles de unir, intentando encajar con otras de otros colores y diferentes formas, pensándose el uno al otro pero sin poder hablar, tanto que sus bocas acabaron selladas, muertas bajo lo que nunca tuvieron el valor de decir..."

No, ese final no podía ser el nuestro, me negaba. No pude parar de repetirmelo en el avión, durante el vuelo de regreso a casa. Ese párrafo me estaba comiendo, tanto que pensé que no llegaría sin antes llamarla. La historia de aquel libro con el que nos conocimos nos estaba sucediendo, pero ¿y si era el destino? ¿así acabaría el nuestro?

"No ocurrirá,  no nos pasará, no a nosotros"- esas palabras eran lo único que me tranquilizaba.

Y por fin llegué casa.

¡Creya, Creya !- grité nada más abrir la puerta. Y ahí la ví, tirada en el suelo con la cara enrojecida, destrozada y cansada de todo el tiempo que debía haber estado llorando. Todas nuestras fotos estaban rotas, incluso las que se encontraban dentro de los cuadros de cristal, y los álbumes estaban esparcidos por el suelo. Todo era un desastre y por más que la llamaba, ella no me contestaba. Se encontraba en una especie de realidad paralela que parecía haberla dejado sorda. Al no oír respuesta, algo dentro de mí se sintió roto, todos nuestros bonitos recuerdos, toda nuestra historia, pasó por mi mente en pocos segundos y experimenté por primera vez esa sensación de vacío que tenía antes de conocerla, me dí cuenta que estaba perdido.
Pero de repente, su voz me sacó de mis pensamientos.

¿Qué haces aquí? ¿Acaso alguien te ha dicho que pudieses entrar? - contestó.  Se la veía muy enfadada, tanto que no podía mirarme a los ojos. Era nuestra cada, de los dos, pero ahora no iba a debatírselo.

Yo...- intenté hablar pero me interrumpió.

No, no hables más. Ya he escuchado suficiente, vete con tu nueva chica, parecía muy feliz estando contigo- dijo mirándome profundamente a los ojos.

¡Pero las cosas no son lo que parecen Creya! ¡No me dejas hablar! oír la voz de una chica no significa nada y lo sabes- la grité, no sabía que hacía, la ira me estaba comiendo.

¿Y si fueses tú quién está detrás del teléfono muy lejos de la persona que realmente amas y te lo cogiese un chico, qué pensarías, eh? Ahora no soy tan paranoica, ¿verdad?- me preguntó amenazante. Tenía toda la razón y yo no lo podía negar así que preferí no contestar.

Pero la vida no es así. Crees en lo que dicen que si se cierra una puerta se abren dos más y eso no es así. Si pasa, se llama suerte. Y tú estás cerrando todas ellas para aparentar fuerza cuando realmente te está destruyendo. Tienes que dejar que me explique -intenté convencerla.

¡Basta! Vete y no vuelvas nunca más,  ¿me has entendido?, ¡nunca!- esas eran las palabras que no quería escuchar y estoy seguro de que ella tampoco quería decirlas.

Pero necesito contártelo,  necesito que lo entiendas. No tiene que ser hoy, pero mis vacaciones empiezan la semana que viene y vendré lo más rápido posible. Cogeré el avión más temprano aunque me quede sin con poder comer una semana o tenga que alojarme debajo de un puente, nada de eso me importa, sólo tú. Pero por favor  dime que me esperarás y si no te convence lo que te diga o necesitas más tiempo, te dejaré en paz, porfavor- me estaba muriendo por saber su respuesta, yo la quería y mucho. No quería esperar más tiempo, sólo quería abrazarla y sentir sus húmedos labios junto a los míos.

Te esperaré, contestó. Y me fui, sin mirar atrás en ningún momento aunque lo que más deseaba era volver y abrazarla, hacerlo hasta que el mundo se acabase y no separarme de sus brazos nunca, pero se suponía que la semana siguiente en la pedida de mano podría hacerlo y quedarme ahí para siempre, en la persona con la que me siento bien, con la que me siento en casa. Esa era la gran sorpresa, pedirla matrimonio. Aunque ahora las cosas no estaban muy bien, seguía teniendo la esperanza de volver a hacerlo. Iba a ser genial, todo saldría según lo planeado y seríamos de nuevo felices, hasta lo apuntariamos juntos en nuestro libro. La mejor frase será:

"Te amo Creya..."

Tres formas de entenderlo ( mini-relato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora