Capitulo 5 : La cita

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Sabía que no era fácil ser el dirigente de toda una nación pero, tampoco se lo imaginaba tan duro. Zuko a su temprana edad de 17 años, había sido coronado y nombrado nuevo fire lord y, desde entonces, su agenda cada vez estaba más y más llena.

Zuko era consciente de que después de la guerra había mucho por hacer. Tenía ganas de seguir trabajando junto con el que se convirtió en su mejor amigo, Avatar Aang, para así crear un mundo mejor. No obstante, no era nada fácil. Cada día se levantaba a las 5 de la mañana y se tiraba más de 6 horas en reuniones importantes y otras tantas horas entre papeleo. El poco tiempo que tenía libre le gustaba dedicárselo a May quien, le estaba apoyando de todas las maneras posibles y él quería agradecérselo de alguna manera.

Ese día por fin consiguió tener la tarde libre para poder descansar y rápidamente ordenó que le dejaran libre y no le pasaran ninguna visita.
Se levantó de su gran estudio y una vez le ayudaron a vestir su atuendo, formado por una gran túnica negra con broches dorados, les dio a sus sirvientas la tarde libre.

"¿Dónde estará May?" Se preguntó. Llevaba varios días viéndola menos de 2 horas al día y eso había hecho que descuidara su relación. Sabía que ella comprendía el gran trabajo que tenía pero aún asi, el joven se sentía mal. No obstante, esa tarde la tenía libre y sabía perfectamente qué era lo que tenía que hacer.

Rápidamente salió del dormitorio y a paso ligero, salió con una cesta de mimbre en mano llena con frutas de todas las variedades y la comida favorita de May. Solo le faltaba la susodicha.

Zuko suspiró y sonrió, esperando que aquel detalle la hiciera feliz. Caminó hasta que divisó una gran arboleda que rodeaba una enorme fuente de mármol blanco de la cual salían grandes chorros de agua. May se encontraba sentada en dicha fuente mientras observaba los turttleducks nadar.
En ese momento al joven lord le asaltaron las dudas parándose en seco. "¿Y si no le gusta la idea del picnic?" Se preguntó. May no era como las demás chicas. Le gustaban cosas muy específicas y detalles que otras consideraban adorables ella los veía como degradantes o aburridos. "Le gustará y si no, no pasa nada, puedo pensar en un plan b" se animó.

Iba a empezar a caminar cuando oyó la voz de su novia quien lo llamaba. Levantó la cabeza y ahí estaba, mirándole interrogante. Zuko le sonrió y se acercó mientras escondía tras suyo la gran cesta.

— Hola
— Hey...¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando? — preguntó mientras con una mano se tapaba los pocos rayos del sol que acariciaban su blanca piel
— Hoy he conseguido la tarde libre y he pensado en que podríamos pasarla juntos
— Oh...está bien — respondió para acto seguido, volver su atención a los pequeños animalitos que jugaban en el agua
— ¿No te apetece? Eh...si no, puedo marcharme
— No, está bien. Puedes quedarte — contestó indiferente. Zuko entonces descubrió la cesta que tenía a su espalda y con una sonrisa cálida dijo: He pensado que podíamos hacer un picnic. Hace buena tarde. He traído también tu comida favorita y...
— ¿Un picnic? — le interrumpió. Ahora volvía a mirarle pero esta vez, sorprendida.
— Sí...He pensado que estaría bien...— argumentó mientras abría la cesta para que viera toda la comida que había ordenado recolectar. Había fresas, manzanas, uvas, cerezas, noodles picantes, mochis con una picza de picante...
— ¿Cuándo has pensado en todo esto?
— El pasado fin de semana. Tenía cada vez menos tiempo para pasarlo contigo así que por eso trabajé el doble, para así conseguir una tarde libre.
— Oh...— contestó. Entonces se levantó y le plantó un suave beso en la mejilla de agradecimiento — No tenías por qué hacerlo pero, gracias. — añadió mostrando una tímida sonrisa que al joven hizo que se le acelerara el corazón.
— ¿Nos...sentamos? — preguntó indicando la pequeña parcelita de cesped que había a la sombra gracias a uno de los árboles. May asintió y juntos echaron el mantel sobre el cuál se sentaron.

Zuko empezó a sacar la comida mientras notaba la atenta mirada de su novia quién no había perdido la sonrisa. Pocas veces sonreía pero cuando lo hacía, se sentía el hombre más afortunado del mundo.

Una vez todo listo la miró y se inclinó hacia delante para darle un beso rápido en los labios, el cual fue atendido rápidamente por los de la contraria, quien puso una mano en la mejilla de él para así atraerlo más a ella. Le había echado tanto de menos.

Cuando se separaron sin quitarse los ojos de encima, sonrieron.

— Será mejor que empecemos, las tardes se empiezan a acortar y es mejor un picnic con sol — argumentó cogiendo una uva del racimo y metiéndosela en la boca a May quién asintió y cogió una fresa para hacer lo propio con él.

El clima era perfecto. Era una tarde templada, con los rayos del sol iluminando cada rincón y creando un ambiente bastante cálido, no obstante, gracias a la presencia de un ligero viento esta temperatura se calmaba y hacía de aquella tarde, la tarde perfecta.

La pareja hablaba a veces y comía, aunque lo que más reinaba era el silencio. No un silencio incómodo sino más bien reconfortante. A ambos les gustaba estar juntos y estar presentes en el día, sentir la presencia del otro y la calma. No había necesidad de palabras, simplemente necesitaban saber que el otro estaba a unos escasos metros.
Aquel silencio se llenó poco a poco de los chapoteos de los turttleducks, del sonido de las hojas de los árboles al danzar al ritmo del viento y de los grillos quienes, poco a poco, iban saliendo de sus escondites para cantar una serenata a la vez que el sol se iba escondiendo.

Una tarde perfecta, una tarde que ambos necesitaban.

Zuko sonrió y, con May apoyada en su hombro observó la luna creciente. Definitivamente había valido la pena el trabajo duro de aquella semana.

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