Era completamente hermoso. Detrás de la valla, la cual tenía una puerta débil y abierta, se encontraba un prado bastante extenso, con un lago en el que se reflejaba la luna.
Alan siguió parado, pero Laura quiso acercarse más a la zona. Esta, aún agarrada de la mano del chico, le fue moviendo lentamente. Cedía sin problema, ninguna oposición. Estaba tan embobada que en unos pocos segundos ya se encontraba a orillas del lago. Ahora sí que alejó a Alan un poco, no sea que se moviese de nuevo y se metiese en el lago.
Se quedó un rato ahí, quieta, enfrente de aquel glorioso lugar. No sabía por qué le parecía tan bonito, al fin y al cabo era sólo un lago, pero tenía algo especial. La sensación en el ambiente era de completa calma y comodidad, como si nada te pudiese hacer daño estando ahí.
Poco después notó que Alan se movía de nuevo: pensó que ya se dirigía a casa. Solo que no había dado la vuelta...seguía hacia delante, hacia el lago. ¿Qué iba a pasar si se metía en el agua? ¿Los sonámbulos también nadan?
Laura intentó pararle, le agarró. No consiguió nada: ahora Alan sí que se resistía a lo que la chica intentaba. Pocos metros para llegar al agua y no conseguía retenerlo. Laura se quedó en blanco, sin ideas. Empezó a temblar del miedo, si le llegase a pasar algo a su amigo por su culpa...
Antes de que se diera cuenta, Alan ya estaba en el lago...espera...¡no nadaba! Ni falta que le hacía: ¡Estaba andando sobre el agua! Laura estaba completamente desconcertada. ¿Acaso estaba soñando? El chico estaba a varios metros de la orilla y se volvió a parar, encima del lago. Ella pensó que tal vez era hielo, así que buscó una piedra para tirarla. Comprobó su teoría lanzando una piedra bastante grande: si era hielo, no lo soportaría. Igualmente tiró la piedra lejos del chico, por lo que pudiera pasar. En el mismo momento en el que la piedra tocó la superficie del lago, se hundió, salpicando a su alrededor. Ahora sí que no tenía ni idea de qué ocurría. Se le ocurrió que, si el chico realmente estaba encima del lago, ella también podría.
Se acercó con un miedo en el cuerpo que hacía que su andar fuera muchísimo más lento del normal. Antes de pisar, probó a tocar el lago. La punta de sus dedos tocó la superficie y se vio un aura azul la parte del agua que había tocado. Lo raro es que no se asustó, más bien la gustó.
Buscó al chico que ya había perdido de vista, ya sea por la oscuridad o porque se había alejado aún más, y decidió "caminar" hacia él. Pisó el agua y no se hundió. Fascinante. Al principio fue con miedo, pero poco a poco cogió confianza y se le quitó el miedo.
Después de casi un minuto sobre el agua, decidió acelerar el pasó: así terminó por correr. Desde la orilla no parecía que Alan estuviera tan lejos. Al fin le alcanzó y le tomó de nuevo la mano, no vaya a ser que se escapase, y no tenía intención de soltarle hasta volver a casa.
Pasaron varios minutos mientras Laura andaba agarrada a Alan por el lago, aquello era mágico. Se sentía realmente bien poder caminar sobre el agua, nunca había experimentado una sensación así. Completamente feliz, Laura daba vueltas y vueltas como si no hubiera un mañana, con la cabeza totalmente despejada, como en otro mundo
Ya se pasó un rato cuando Laura volvió a la normalidad y recordó qué hora era. Si sus padres se despertaban y veían que no estaban en casa, se preocuparían bastante.
Alan volvía a ceder a los movimientos de Laura, así que le acercó a la orilla para empezar su camino de vuelta. Antes de pasar por la valla, la chica miró de nuevo al lago. No se olvidaría de ese lugar, jamás.
Comenzaron el camino de vuelta, Laura memorizó cómo llegar hasta aquel sitio. Pensaba hacer una especie de mapa para que, si se le olvidaba, poder volver. Todo el camino de vuelta estuvo pensando en cómo podían haber hecho eso, cómo era posible caminar sobre un lago completamente líquido.
Un rato después, ya llegaron a la puerta de la casa. Laura se alegró de que no hubiesen luces encendidas, eso significaba que sus padres seguían durmiendo. Cogió las llaves que todavía tenía Alan en la otra mano y abrió muy silenciosamente la puerta.
Efectivamente, los adultos no estaban despiertos. Dejó que Alan pasase delante suya, después entró ella. Ya dentro, cerró la puerta con suma delicadeza: su madre se despertaba con el mínimo ruido. Colocó las llaves en el cajón correspondiente del pasillo, colocando todo como estaba.
Alan se dirigió sin ayuda hacia el dormitorio mientras Laura colocaba los cajones. Después también la chica se tumbó pero, con un cuaderno y lápiz en la mano, dibujó el camino hacia el lago. Una vez hecho esto, se acomodó en la cama y volvió a dormirse, pensando en ese maravilloso lugar, en lo que pasó aquella noche.
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Otra realidad
FantasiLaura es una adolescente como cualquier otra, tal vez no tan similar. Creció junto a historias de animales fantásticos y junto a la famosa serie de Pokémon y le encantaba imaginar un distinto mundo donde podías tener "mascotas" tantas como quisieras...