19. Una vida juntos

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Un día más de su vida que dedicaba a la agencia armada de detectives, que dedicaba su mente y alma, su risa, sus apetitos sobre dulces, buscando dos cosas, una y quizá la más importante, el derecho de tener tiempo con sus amigos y el presidente Fukuzawa, una palmadita en su cabeza le bastaba para tener una semana, excelente y una disponibilidad de equipo que solo conseguían si el jefe de la agencia pedía por él

Y el segundo, el segundo era simplemente verlo.

La agencia estaba vacía, todos tenían bastante trabajo que hacer, todos excepto por uno, uno que termino todo su trabajo rápidamente, y su compañero de aquel día, el particular pero buen chico rubio. Kenji. – Ranpo-san ¿necesita algo de dulces?

― Ahora lo que lo dices, si quiero dulces

― Iré a recoger sus dulces, por favor espere aquí ¿de acuerdo?

― No tienes que decirlo, esperaré.

Ranpo y Kenji solían pasar así el rato, Kunikida sabía que si Kenji iba con algún otro detective, no solo el caso sería rápido y con algunos percances, si no que Kenji solía ponerse en peligro sin saberlo, por lo que el mejor equipo eran ellos, Ranpo que controlaba la situación y Kenji que sabía manejarse, fuerza y mente.

Habían pasado ya algunos años juntos, las misiones entre ellos eran sencillas, Ranpo le tenía un cierto cariño que Kenji le ofrecía por igual – Kenji – le llamo el castaño antes de que el rubio saliera

― ¿si Ranpo-san?

― ¿recuerdas tu reclutamiento por el presidente?

― Así es, me saco de mi hermoso pueblo en Ihatovo

― ¿allí que hay?

― Vacas, cerdos, gallinas

― ¿comida?

Kenji sonrió – deliciosa comida y paisajes

Ranpo le miro y Kenji siguió sonriente – ve por mis dulces

― Si, ya voy

Ranpo lo sabía, adoraba estar con el rubio, era simple, no necesitaba explicar nada, todo lo aceptaba y aprendía, todo se lo daba, incluso paseos en su espalda los cuales el joven tigre de la agencia se negaba recientemente. Lo tenía todo, amigos, Fukuzawa, Kenji, Yosano, lo que más quería y más, pero no lo tenía a él por completo, además de ser divididos por 12 años, sus gustos eran completamente diferentes a excepción de los dulces.

Kenji regreso con los dulces de Ranpo y los dejo en su escritorio, como se acostumbraron, Kenji se sentó a su lado y Ranpo le dio unos dulces. Entre aquella rutina, está vez Ranpo rompió el silencio mirando al rubio – Kenji

― ¿si Ranpo-san?

― ¿crees que podamos ir a tu pueblo esté fin de semana?

Kenji sonrió con gran alegría – Claro, le presentaré a mi vaca juanita

Ranpo comenzó a reír.

Así fue como al finalizar su trabajo, el rubio tomo al castaño de boina, fueron directamente a los trenes, donde Ranpo miro las dispensadoras de dulces – Ranpo-san, no se preocupe, traigo dulces para usted

― ¿de verdad? Pensaste en todo Kenji

― Mi trabajo es tenerlo feliz Ranpo-san

Ranpo sonrio una vez más – correcto, vámonos cuidador

― ¡si!

En el pueblo, nada cambio, sus días jamás cambiaban en realidad, salían de la rutina, claro que sí, pero no era como si salieran de sus gustos o actitudes. Así fue como Ranpo fue regañado por el jefe de granja por querer darle una goma de mascar a la vaca.

La cena, fueron verduras, las cuales Ranpo odio pero Kenji había preparado un pastel de chocolate con ayuda de los dueños de la granja especialmente para Ranpo, había sido su premio por comer tantas verduras, lo cual le pareció gracioso.

Ante todos, Ranpo siempre era el gran detective que todo lo podía lograr, confiado y burlón, pero ante Miyazawa Kenji solo era lo que era, un joven detective, que gusta de los dulces, odia la verdura y adora a un joven niño que viene del campo.

Por la noche, Kenji y Ranpo solo usaban camisones de pijama, y el joven rubio había tomado la mano del castaño antes de que esté se acostase – Kenji ¿Qué ocurre?

― Ranpo-san, venga conmigo

― ¿a do-donde?

La respuesta no fue entregada, solo una sonrisa que ruborizo al castaño, una que le decía que debía confiar en el menor de edad. Trago saliva, apretó su mano y fue llevado por el rubio.

Subieron escaleras, una puerta de cobertizo, y así llegaron: al techo de la casa.

La noche era oscura, un azul profundo y oscuro, casi como estar debajo del agua pero está vez, podía respirar, o eso creía pues las palabras habían salido de sus cuerdas bucales, y su mente había quedado congelada como una paleta helada. Sus pupilas dejaron el color esmeralda y se pintaron de zafiro viendo el cielo nocturno, las estrellas como espuma en el cielo, reluciendo y dando luz al pueblo.

Kenji se sentó y Ranpo lo siguió – Ranpo-san, pasar tiempo a su lado es lo mejor

― Kenji – le llamo sincero y acaricio su cabeza – jamás dejes la agencia armada de detectives

― Mientras usted este allí, yo estaré allí.

Se quedaron viendo las estrellas, Ranpo había tomado la mano de Kenji, el menor no la soltó, permanecieron viendo el cielo estrellado un rato hasta que Ranpo se quedó dormido. Kenji sonrió y lo cargo, lo debía llevar a dentro para que no enfermará, con sumo cuidado dejo al mayor en la cama y beso su frente – siempre estaré a su lado, Ranpo-san.

Correspondido o no, ninguno de los dos necesitaba más allá de un tiempo juntos.

Un helado, una caricia, probablemente un bombón de chocolate y una misión. 

― Ranpo-san 

― ¿Si Kunikida-san?

― Kenji ya llego por ti 

Ranpo sonrió, cerro su libro de casos ― Qué tengan un lindo día todos ― menciono saliendo. 

Atsushi se acerco a Kunikida ― ¿Cuándo va aceptarlo? ― cuestiono Kunikida

 ― No lo sé, han pasado tantos años ― le sonrió ― Kunikida-san ¿vamos a casa también?

― Claro, mañana debemos traer un regalo de graduación 

― Si, por supuesto 

Ranpo había bajado buscando a Kenji, el joven agente ahora un graduado y mucho más alto que el mayor, sonrió a Ranpo ― Ranpo-san ¿vamos a casa?

Ranpo sonrió ― Estaba esperándote. 


...


Es sencillo y tierno, es amoroso y simplemente un día a día de Ranpo y Kenji, este capítulo fue pedido, y como saben, amo hacer lo mejor de mi. 

Quizá no fue lo esperado o quizá sea todo lo que necesitabas, espero lo disfrutes

¡Gracias por leer!

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