13. Olor a madera y un te amo por la mañana (FukuMori)

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Era un solitario hombre, llamado de muchas formas, cientos si debo decir, la soledad era su fiel compañera junto a su katana, no había ley o prestigio, solo trabajos y dinero. Era todo. El pecado de una mala decisión conllevo al encontró del amor de su vida. Creando controversia al ver no solo que era hombre, si no, que aquel medico era todo lo peor que era alguien en la vida, pero era lo mejor para su corazón.

Remontando fechas y cambiando lugares, decidieron continuar ocultos entre las sobras y dejar llevar lo que sus subordinados quisieran más jamás intervenir en su propio amor, así que, por las noches cuando Fukuzawa Yukichi terminaba sus pendientes en la Agencia Armada de Detectives, esperaba a las afueras, en un callejón donde una limosina arribaba por él, el conductor desconocido, su acompañante, su amante. El hombre de cabello oscuro, ojos lilas y patas de gallo en los ojos, Ougai Mori era su nombre. Ambos eran bastante serios para su edad, pero amaban estar juntos.

― ¿Qué tal estuvo tu día? – pregunto Ougai a Fukuzawa

― Fue entretenido, hubo un nuevo miembro que ingreso – menciono tranquilo Fukuzawa, incluso sus ojos iban cerrados

― Que lo menciones significa que tiene algo interesante

― Es un tigre

― Oh ya veo – dijo sin entender para volver a ver a su pareja y sonreír - ¿es porque es un felino? ¿quieres tocar sus orejas? – pregunto, noto el sonrojar de su pareja y sonrió ante ello – es tu subordinado puedes pedírselo

― No haré algo así

― Mi querido Yukichi, siempre eres tan adorable cuando se trata de gatos – decía el azabache mientras se acercaba a la mejilla del mayor

― Ougai, estamos por llegar a casa – menciono el platinado para detener al azabache

― Comprendo... pero, es fin de semana, significa que podemos hacerlo ¿verdad?

― Ya no somos los jóvenes de antes Ougai

― Lo sé – abrazo al platinado – simplemente disfruto de tu calor

Ambos hombres sonrieron, el conductor se detuvo, primero bajo Fukuzawa y le siguió Ougai, se despidió del conductor con un movimiento de mano mientras entraban a su hogar, una casa antigua japonesa, admitiendo que ambos amaban la arquitectura tan enriquecedora del Japón antiguo. Dejando los cuartos y la estadía alrededor de un jardín botánico con un pequeño rio en el centro.

Fukuzawa preparaba la cena mientras Mori tomaba un baño, al salir, también vestía un yukata, Fukuzawa alimentaba a sus gatos, en total tenían 27 gatos. No era algo que a ninguno de los dos les molestará. Aquella noche, simplemente se recostaron en el futon y descansaron, tenían su día libre al siguiente y podrían pasar el tiempo junto, su amado y apreciado tiempo juntos.

Despertaron temprano, ya era costumbre para ambos hacerlo, aunque Mori disfrutaba de quedarse en el futon un rato más, Fukuzawa jugaba con alguno de los gatos, la mejor vista de apreciación la tenía Ougai al ver a su pareja tan feliz con sus mascotas. – Yukichi – le llamo alegre – quiero fotos tuyas así – pidió

― No sé si sea correcto que las tengas

― Se quedarían aquí en la casa, lo juro – persistió – anda, toma a Anastasia y déjame tener una foto tuya – sonrió, el platinada suspiro y tomo a la gata blanca, ella era Anastasia. Ougai tomo una foto y sonrió aún más – Te amo Yukichi.

El platinado sonrió y extendió su mano, el azabache se acercó dejando su mejilla en la mano del platinado – también te amo Ougai.

― ¿quieres algo en especial para comer hoy?

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