"Nacemos con un propósito. Una vez cumplido, volvemos al cielo"
-Los ángeles y los mortales no deben enamorarse. -
Lamento no poder quedarme a tu lado, lamento no poder decir de dónde vengo.
Yo te enseñe a ser más noble, y tú me enseñas te a ser más...
Una noche azabache de luna llena nació un pequeño ángel, su cabello se fusiono con aquel profundo paisaje y sus ojos rasgados y pequeños le caracterizaron además de aquella cicatriz azul sobre uno de ellos, que con los años se hizo más notoria.
-Estoy aquí. Ya he crecido. ¿Me darás un nuevo nombre mortal? – le pregunto el más joven.
Dios le arropo entre sus manos mientras lo sentaba sobre su hombro. -Creí que te tomaría mas tiempo volver. – Lo pensó solo un poco. -Sabes, hace un rato que alguien te espera, pero creo que aun no se da cuenta que estas entre nosotros. No voy a mandarte a la tierra, porque ahora tu misión está aquí, y creo que tu nombre mortal será el mismo. ¿Te parece bien, JeongIn? – Le sonrió satisfecho.
-Me agrada. – Extendió sus grandes alas aun inmaduras, pero con suficiente fuerza para mantenerse torpemente en vuelo. -Iré a visitarlo al campo de cerezos, siempre está ahí. –
Sin perder más tiempo se marchó.
Los cerezos florecían como cada primavera, ni tantas ni muchas, hermosas gracias al príncipe de los cerezos. Hyunjin.
Había batallado para controlar aquellos sentimientos por mucho rato, dejo de lado su misión por ser guardián y se resigno a volverse un guardián del mundo específicamente de los cerezos, los amaba tanto, que al notar que comenzaban a morir lloraba tratando de rescatarlas y hacerlas renacer.
Pero aquella tarde oscureció mas pronto, aun no era hora de que durmieran sus pequeñas, por lo que busco confundido entre las nubes si alguno de sus compañeros le estaba jugando una mala pasada. Voló alto hasta ver un joven ángel jugar de espaldas con las estrellas y la noche, lo que lo hizo descender hasta su proximidad.
-Oye, sabes que aún no es hora de que caiga la noche, los cerezos pueden morir, deja de jugar. – pidió el mayor. Pero aquel joven no dejaba de ignorar su presencia.
- ¿Eres nuevo cierto? – volvió a llamarle. -Niño, ¿si sabes que es de mala educación ignorar a los ángeles más veteranos? –
Escucho su risa ante aquella pregunta. – Creo que en este caso yo sería el veterano, pues fui un ángel antes que tú. – se giro para enfrentar al joven de cabello rosado, quien al verlo no pudo disimular su impresión.
Sintió las lagrimas recorrerle las mejillas, aquella imagen solo le recordó las palabras de dios hace un tiempo atrás. - Confió que algún día lo encontraras de nuevo, tal vez con otro rostro y otra piel, pero te aseguro que, si tanto lo amas, para entonces habrás madurado, y sabrás que es el. –y lo entendió al fin después de tanto sufrimiento. -Innie. –
-Jinnie. Al fin juntos. – le respondió brindándole una sonrisa con aquellos ojos entrecerrados y pequeños. – Podía verte, y sentía tu amor desde la tierra, pero me toco nacer mortal para cumplir mi misión. Perdóname por hacerte llorar tanto. –
-Te amé tanto como pude, sin ver tu ser, por que no estaba listo. Mi perfección no estaba completa hasta hoy, al fin puedo amarte sin medida, sin miedo y sin temor a que te vayas. –
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Créditos al artista. La imagen fue sacada de Pinterest únicamente para representar escenas de la historia, sin intención de afectar o perjudicar el trabajo del autor.