Es lunes y Johnny no ha visto a LaRusso desde ese vergonzoso momento en el que se derrumbó frente a su casa en medio de un... ¿ataque de pánico? Si, de eso. No importa que el tipo dijera que también los había tenido o que no le molestaba ni se reiría, Johnny era el que se había jodidamente derrumbado como un bebé justo delante de él.
Y lo peor de todo es que Johnny no hubiera preferido caer en otro lugar. Ni siquiera entiende porqué, todo éste repentino cambio alrededor de LaRusso, pero todavía es jodidamente aterrador solo dedicarle un momento al pensamiento, así que lo guarda en esa caja de su cerebro que se llama: cosas que Johnny Lawrence nunca volverá a sacar.
Bien, probablemente le invite a LaRusso el almuerzo para pagarle el favor, ya sabes, sellar eso. Luego puede olvidarlo por completo o incluso compensárselo ayudándolo con los banzais en el dojo ésta tarde.
Llega a la escuela y estaciona la motocicleta, entrecerrando los ojos cuando el sol da directamente en ellos. Sus amigos estacionan a sus costados, como siempre. El día anterior se reunieron para hablar sobre Kreese porque, al parecer, la casa de Johnny no fue la única que el bastardo visitó.
Anoche habló con Bobby por teléfono, quien fue el último en recibir una de esas cordiales visitas (de mierda). Por fortuna, sus padres todavía recuerdas perfectamente el torneo y lo que Bobby hizo obligado por Kreese (no sensei, nunca más sensei), así que ni siquiera lo dejaron entrar en la casa.
Tampoco entró en la de Jimmy. Para Tommy fue más difícil y nadie habla del moretón de un puño en la mejilla de Dutch. ¿Cómo es que sus vidas aparentemente perfectas de chicos geniales terminaron convertidas en ésto? Tal vez solo vivían una mentira...
El domingo, día anterior, estuvieron en la casa del señor Miyagi. LaRusso no estuvo allí, tenía algo que hacer con su madre o así, el viejo no entró en detalles. Johnny habría deseado, aunque no quiere admitirlo ni ante sí mismo, que LaRusso hubiera estado allí. Ni siquiera sabe porqué.
De todos modos, el Señor Miyagi estuvo ahí para ellos.
Estuvo ahí para ellos. Por primera vez, un maestro que no les pide su alma a cambio está de su lado. Johnny cree que podría admirar al señor Miyagi, realmente.
Probablemente es por eso que en éste momento no ha pensado ni remotamente en la posibilidad de que Kreese todavía tome una represalia. El hombre está arruinado, sin estudiantes, y no los recuperó. ¿Qué más podría hacer?
La respuesta a esa pregunta será contestada más tarde. Por ahora es dulcemente inconsciente.
—¡Johnny! —Tommy saluda, siempre tan efusivo, y le da una palmada en la espalda a su amigo.
Los demás le dedican un movimiento de cabeza y un saludo amistoso, seguido de una charla trivial que inevitablemente desemboca en Kreese.
—A veces siento que nos está espiando detrás de los autos —comenta Jimmy con un escalofrío.
—No digas esa mierda —regaña Johnny, para esconder lo mucho que lo asusta esa posibilidad, y se adelanta por el pasillo.
No tarda mucho en ver a LaRusso. Sus casilleros están bastante cerca, lo que al principio Johnny consideraba una especie de castigo divino.
LaRusso está hablando con Ali, sonriendo. Lleva algo más pequeño en la rodilla, todavía aparatoso y con muletas, pero más pequeño. Eso es bueno, ¿no? Por un minuto, Johnny no puede creer que ellos (Bobby y él) hayan echo eso, después de todo lo que ha pasado en estos meses. Se siente como si hubiera sido una vida diferente, paralela.
—Amigo, deja de mirar y cierra la boca, se te está cayendo la baba —Jimmy bromea y, por un segundo Johnny se congela, sus mejillas se ponen rojas y su corazón se acelera. ¿Qué? Él no... no...
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Daniel LaRusso & the ex-Cobras | Lawrusso.
FanfictionLos ex-cobras, a la deriva desde el torneo, deciden pedir disculpas a Daniel. El resultado de esto podría llegar a ser mucho más de lo que esperaban. Pronto, los ex-cobras comienzan a entrenar con el señor Miyagi, y entre encerar y pulir empiezan a...