Hay películas y películas. Hay películas que te hacen reír, otras que te hacen llorar. Están las que detrás de toda la trama tienen una función moralizadora y las que no puedes dejar de morderte las uñas gracias al misterio. Pero particularmente, soy fanática de los dramas amorosos. Sí, esos en los no puedes dejar de llorar en toda la película. Y os preguntareis por qué. Y lo cierto es que si hace un par de años me lo hubiesen preguntado, no habría sabido qué contestar. Pero puedo deciros lo que contestaría ahora. Y es muy simple. Me he dado cuenta de que la vida es demasiado corta como para pensar en los: ¿Qué hubiese pasado si…? Esos que nunca te dejan avanzar y que tanto me han atormentado. He malgastado prácticamente dieciséis años de mi vida pensando en todo lo que podría haber hecho y no hice, en lo que me hubiese gustado hacer… en el constante coste de oportunidad de mi vida. ¿Y sabéis qué? Que no me ha servido absolutamente de nada. Hay pocas cosas que no vuelven una vez se han ido y entre esas cosas, está el tiempo. Y me di cuenta de dos cosas. La primera, que perdí mí tiempo al no haber hecho lo que quería. Y la segunda, que también lo perdí al lamentarme. Pero también hay una tercera cosa de que la me di cuenta, y es que, la única etapa de mi vida que no lo he malgastado ha sido cuando he estado enamorada. En ese verano nunca me lamenté, ni me planteé todas las cosas que podría haber ocurrido si… Supongo que así es el amor y por eso las personas somos tan felices cuando lo encontramos y nos sentimos tan desdichadas cuando lo perdemos. Y lo peor de perder ese amor es cuando sabes que nunca más lo podrás recuperar y que debes pasar página. Supongo que por eso me gustan las películas de amor. Porque no importa cuán difíciles se pongan las cosas ya que siempre hay un final feliz esperándolas. Y soy tan soñadora que me encantan los finales felices. Aunque normalmente nunca ocurran. Pero esas dos horas de película te ayudan a creer que sí. Que en algún lugar en el mundo y en algún momento de tu vida, tú también tendrás ese final feliz. Y da igual lo triste que estés o lo desdichada que te sientas porque en esos minutos de reflexión, has pensado en ello y realmente has sido feliz. A veces, son tan solo dos segundos, pero ¿qué hay mejor que la felicidad por muy corta que sea? Por eso precisamente me gustan las películas de amor. Porque detrás de toda esta patraña a la que llamamos vida, hay unos segundos de felicidad que permanecen para siempre. Y no hay nada más bonito que eso.
Julietta sale del baño secándose las lágrimas causadas por esa buenísima película y me tiende un trozo de papel del baño para que yo haga lo mismo.
-Se supone que iba a ser una comedia- refunfuña mientras vuelve a meterse en la cama y yo dejo escapar una leve risita.
-¿Por qué no te quedas a dormir?- sugiere.
-Ojalá, pero mi madre ha organizado una cena en casa con Henri y quiere que lo conozca- digo y ella me mira confusa.
-¿Tú estás bien?
-¿Por qué lo preguntas?
-No sé Valentina, todo esto es nuevo para ti y nunca me has dicho como te sientes acerca de ello. Tu madre va a incluir en su vida y por tanto, en la tuya, a una persona la cual todavía no conoces y quién sabe si tendréis o no una buena relación. Podría no salir bien, y esta vez no tienes cinco años, ahora tienes dieciséis y entonces cabría la posibilidad de ver a tu madre destrozada, y no sé si tú estás preparada para eso…
-La verdad es que nunca he pensado en ello de esa forma. No conozco aún a Henri, pero conozco a mi madre y nunca antes la había visto tan feliz en mi vida. Y me alegro por ella, porque se lo merece. Tampoco me ha contado mucho acerca de su relación, no sé por qué razón, pero sé que tiene que ser un buen hombre si mi madre lo ha dejado entrar en su vida…
-Prométeme que me contarás mañana
-Sabes que no hace falta que te lo prometa Juls, te contaré mañana-digo y seguidamente deposito un beso en su frente y salgo de su habitación. Por el camino hacia la puerta me encuentro con su madre quién me despide con un abrazo y una preciosa sonrisa que sin duda, hace que me vaya sonriente a casa.
ESTÁS LEYENDO
Everything has changed.
RomancePrólogo: Nada puede ir peor. O eso dicen. Pero lo cierto es que sí. Si algo va mal y tiene que empeorar, créeme, lo hará. Pero también es cierto que lo bueno, puede ser mejor aún. Y conseguir la felicidad tiene su precio. No todos están dispuestos a...