-¿Dónde vas?- pregunta mi madre cuando termino de bajar las escaleras.
-He quedado con Allison para cenar- miento. Por la cara de mi madre se que lo he hecho bien y me siento orgullosa. Estoy mejorando progresivamente en mis mentiras piadosas. Y probablemente en un futuro no muy lejano me haga mucha falta.
-No llegues tarde, todavía estamos a miércoles- me recuerda mi madre volviendo a la cocina. Respiro aliviada y salgo por la puerta en busca de mi coche. De camino a Benjamin’s (el bar donde me lo encontré la otra vez) mis nervios afloran en mi estomago y empiezan a hacerse insoportables cuando aparco el coche. Respiro hondo para intentar tranquilizarme, pero no lo consigo. Aún así me armo de valor para salir del coche y entrar. Una vez dentro observo el bar al completo. No hay mucha gente y se supone que sería fácil divisarlo, pero no lo veo. Por no quedarme ahí en medio parada, decido dirigirme a la barra y sentarme exactamente en el mismo sitio de la última vez. Apoyo los codos encima de la barra y pongo la cabeza entre mis manos mientras dejo salir un largo suspiro.
-Hola- escucho su voz ronca y mis pulsaciones pasan de cero a cien en una milésima de segundo.
-Hola- lo saludo con la voz entre cortada y me sonríe.
-¿Podemos ir a hablar a otro sitio más tranquilo?- pregunta y asiento. Me hubiese gustado contestarle o preguntarle qué tenía de malo este lugar, pero mi voz me ha fallado en el momento más oportuno.
Sigo nerviosa, más nerviosa de lo que recuerdo haber estado en toda mi vida. Estoy subiendo al coche de mi profesor y ni si quiera sé donde va a llevarme. Y no sé si me preocupa o me desconcierta. O tal vez las dos cosas. Pero el trayecto sigue en silencio y me saca de mis casillas. Quiero que me explique el porqué estamos en su coche en este momento, porqué me besó y porqué le interesa tanto hablar conmigo. Quizá esto último esté más que claro, pero aun así no entiendo su interés por buscar un sitio mejor o más tranquilo, sea lo que sea lo que tenga que decirme, podría haberlo hecho allí. Entonces, para el coche y me devuelve a la realidad de mis pensamientos. Bajo de este y reconozco el lugar al cual me ha traído. Su casa. Si antes estaba nerviosa, ahora me gustaría poder salir corriendo. Enzo coge mi mano y me dirige hacia el interior del edificio. Mi respiración es agitada y me sudan las manos. Debe estar comprobándolo el mismo en este momento, y ojalá no lo estuviera haciendo. –Maldita la hora en la que aceptaste ir a otro lugar- me regaña una parte de mí. Pero ya es demasiado tarde. Saca sus llaves y abre la puerta. Me cede el paso y entro.
-Ponte cómoda- dice señalando el sofá.- ¿Quieres algo de beber?- pregunta mientras yo me dispongo a sentarme y niego con la cabeza. Otra vez lo estoy haciendo. Los nervios vuelven a dejarme sin palabras y yo lo permito. Sé que probablemente me acabe arrepintiendo, pero ya no hay vuelta atrás.
-Puedes poner la tele si quieres- dice sirviéndose un vaso de zumo.
-¿Qué es lo que quieres Enzo?- las palabras salen de mi boca sin permiso y al instante me arrepiento de haber sido tan brusca.
-¿Y tú?- pregunta desconcertándome. Como siempre.
-¿A qué te refieres?- pregunto extrañada y se sienta a mi lado en el sofá dejando el zumo encima de la pequeña mesa de enfrente.
-Tú me pediste que te besara esa noche, lo hice y luego te fuiste.- un nudo se forma en mi garganta. Ya imagino qué clase de estupideces pude decirle a causa de mi estupenda borrachera. Aunque realmente espero que no fueran mucho peores.
-Eres mi profesor
-Eso no parecía importarte mucho el viernes
-¿Qué es lo que quieres?
-¿No te quedó claro ayer?
-¿Vas a dejar de contestarme con preguntas y decime qué narices quieres?- digo irritada y él suspira.
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Everything has changed.
RomancePrólogo: Nada puede ir peor. O eso dicen. Pero lo cierto es que sí. Si algo va mal y tiene que empeorar, créeme, lo hará. Pero también es cierto que lo bueno, puede ser mejor aún. Y conseguir la felicidad tiene su precio. No todos están dispuestos a...