Las cuatro y media de la tarde y Juls, como no, llega tarde. Es algo que verdaderamente no me sorprende. Ella y la puntualidad nunca han sido muy amigas. Pero por una vez podrían arreglar sus diferencias y llegar puntual. Sobre todo si es ella la que pone la hora. Para mi sorpresa la veo entrar a la cafetería y miro el reloj. Solo diez minutos tarde –nuevo record- pienso. Me saluda de lejos y se acerca a la barra. –Dos de lo de siempre- la escucho decir. –Frappelattes…- pienso y se me hace la boca agua.
Se sienta en la mesa y me sonríe.
-Ahora sí, ¿vas a contarme lo que ha pasado realmente con Byron?
* * *
Cuando llego a la playa Em aún no ha llegado, así que me siento en el suelo y empiezo a encerar la tabla. Pocos minutos después llega y se sienta a mi lado imitándome. Intenta hacerme reír y finjo que lo consigue. Sé que ella también lleva esperando todo el año para verme, y porque yo esté mal, ella no tiene porqué estarlo. Y mucho menos por mi culpa. Comenta algo sobre Tom. Si no he escuchado mal pretende presentármelo; yo asiento y ella sonríe. Ese chico la hace feliz, y si ella lo es, yo también lo soy. Aunque he de confesar que les envidio. Desde que Emma me contó lo de Byron no he dejado de pensar en la posibilidad de que si me hubiese quedado en California después del verano ahora todo sería diferente. Pero ya es demasiado tarde.
-¡Valentina, vamos!- grita Em cuando ya me lleva unos metros de ventaja. Suspiro y la sigo. Pero mientras camino, escucho su voz. Esa voz que tan familiar me resulta… instintivamente me giro y ahí está. Con sus amigos jugando al futbol. Tiene la piel morena y la sonrisa le resalta en la cara. Lo miro embelesada y me da por pensar en la cantidad de veces que lo he animado mientras jugaba al futbol, o mientras hacía surf o… mis pensamientos se detienen cuando su mirada se cruza con la mía y me paralizo. La voz de Emma vuelve a interrumpirme para que vaya al agua. Sabe que acabo de verlo, y probablemente en este momento se esté arrepintiendo de haberme traído a hacer surf. Pero tarde o temprano tenía que pasar. Aunque hubiese preferido que no pasara. Le aparto la mirada y continúo andando hacia el agua decidida. Paso por al lado de Emma sin decir nada y remo para coger una ola. Al fin alcanzo una y surfeo como hacía tiempo que no hacía. Pero la concentración me falla y no tardo mucho en caerme. Vuelvo a intentarlo un par de veces más, y totalmente frustrada salgo del agua mientras Em intenta detenerme. Al llegar a la arena clavo la tabla en el suelo y cojo la toalla. -Nada podría salirme peor hoy- pienso. Aunque conociéndome seguro que sí.
-Hola- escucho su voz a mi espalda y un nudo se apodera de mi garganta impidiéndome hablar. Me giro. Más por educación que por otra cosa, y lo miro. No ha cambiado nada. Ahora parece un poco más mayor, pero sigue teniendo las mismas arruguitas en los ojos mientras sonríe y sus peculiares hoyuelos alrededor de la sonrisa, el pelo alocado… Abandono un poco mis pensamientos y decido hablar.
-Hola- consigo decir en un hilo de voz y sonríe.
-No sabía que estabas aquí
-Llegué hace unos días- digo y le aparto la mirada para dirigirla a mi tabla. Empiezo a retirar la cera de esta pero no se aleja.
-¿Cómo estás?- pregunta y en ese momento me gustaría reprocharle tantas cosas… pero al final decido que no es la mejor opción.
-Bien- miento. Y lo hago tan mal que incluso me sorprendo. Nunca se me ha dado bien mentir, pero he de decir que de todas las veces que lo he hecho, esta se lleva la palma. Pero por pésima, claro está.
-Valen…- escucho la voz de Emma a unos metros y la miro. Mis ojos se vuelven cristalinos y lucho con las ganas de no romper a llorar ahí mismo. Y para mi sorpresa lo consigo.
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Everything has changed.
RomancePrólogo: Nada puede ir peor. O eso dicen. Pero lo cierto es que sí. Si algo va mal y tiene que empeorar, créeme, lo hará. Pero también es cierto que lo bueno, puede ser mejor aún. Y conseguir la felicidad tiene su precio. No todos están dispuestos a...