Cap. 10: El recuerdo siempre te regresará a la vida

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No puedo creerlo,  tan pocas veces que lo he visto y ya me llevará a su origen. Pero sigo aquí, en un helicóptero amarrada de esposas al piso.

— ¿Porque fuiste así a mi boda? ¿No pudiste llegar decentemente y decir yo me opongo? -digo viéndolo a lado de mí.

—Porque no me dijiste que te casaba hoy, ni invitación mandaste -dice Franco recargándose en su pierna derecha para poder verme bien.

—Oh, sí perdón debí de haberte invitado para que todos te mataran, claro fui tan estúpida. 

— ¿Eso quiere decir que te preocupas por mí?

—Franco...

—No se diga más, te casas conmigo mañana –dice riéndose.

— ¿Qué? –digo toda exaltada.

—Layra, no dejaré que seas de nadie más –dice encogiendo sus cejas mientras me ve y agita la cabeza de lado a lado. — ¿Entendiste? Así que por lo mientras duérmete, el camino es largo. Y haremos una escala a la casa de un buen amigo –dice quitándome las esposas que me unían al piso y me jala para acostarme en sus piernas. Él me empieza a sobar mi cabello. Provocando que sienta unas profundas ganas de dormir. Ahora aclaro un poco las cosas en mi mente.  El que estaba asomado desde el helicóptero era Franco,  el que fue al bosque por mí fue Franco.  Entonces Santos está muerto.

Despierto y Franco me toca la mejilla y la frente para ver como siguen mis heridas.

—Hemos llegado –dice levantándose y ayudándome.  Él baja del helicóptero y me da una mano, cuando bajo, noto que mis pies se hunden en la nieve.  Veo el árbol que está enfrente de mí y hay una marca con iniciales L y A, esas marcas son las mismas que hicimos algunos vez Alex y yo en una vieja Alaska.  Me entra un profundo miedo y volteo a ver. Me encuentro con aquella casa… Alaska… aquí estoy. Y la casa es de… Alex.

Franco me sujeta y que bueno porque de no ser por él hubiera caído.

—Ven necesitas comer. Ya están haciendo –me quedo congelada, como el frío. -—Ven –vuelve a ordenar mientras sonríe y jala un poco más.

Me jala de mi brazo y sigo sus pasos. Franco inserta la llave a la puerta y empieza a darle vueltas a la cerradura.

— ¡Carajo!-dice tratando de abrir la puerta hacia adelante.

Me recargo en la pared a lado de la puerta —Es para adentro –digo, él me hace caso y la puerta se abre.

Yo sólo sonrió de lado y me adentro a la casa. Tantos recuerdos.

Me asomó a cada rincón y está como la dejamos hace años Alex y yo.

Franco me abraza por atrás y yo siento unas cuentas cosquillas en mi estómago. —Pasa al comedor, ya darán de cenar.

No digo nada y me separo rápidamente de sus brazos. Al llegar al comedor jalo una silla y me siento.

Franco llega y se sienta enfrente de mí. –alguien comerá con nosotros, espero no te moleste.

— ¿Cómo me va a molestar?...-digo mientras que una muchacha se acerca hacia mí.

—Buena noche, provecho- dice mientras yo me levanto. Ella se acerca a mi mejilla y suelta un ligero truene de labios. — ¡morirás! –susurra.

—Tu primero maldita perra –digo al separarnos. 

—Yo ya no quiero cenar, buena noche –digo dejando mi servilleta.

Subo las escaleras y me adentro al dormitorio que alguna vez fue mío, cierro la puerta con llave y me baño, un cálido baño siempre me hará sentir mejor.

Lecciones Aprendidas © (CP #2)© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora