Just leave your lover, leave him for me...

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Octubre.

El ambiente era totalmente nuevo.

Definitivamente, olía a Sam por todas partes. Era algo de lo que tendría que acostumbrarse, pero sin duda era algo que añoraba secretamente, si somos sinceros.

Mientras nadie miraba, dio unas leves vueltecitas sobre sus tobillos, al estilo Broadway. Se detuvo al instante, cuando los de la mudanza preguntaron incómodamente el lugar del sofá.

Más rojo que su propio cabello, señaló una esquina de la sala. Ahora que lo pensaba mejor, sus estilos de muebles se acoplaban bien. Igual que sus manos entrelazando sus dedos, como en este momento.

Cerró sus ojos. Adora cuando Sam le abraza por la espalda y, luego, sin esperarselo, le respira en el cuello. Definitivamente, ama cuando besa su cuello de ésa manera.

Éste otoño sería cálido.

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Noviembre.

Las cosas se mantenían en su lugar, es decir, la casa estaba en orden, pero sólo porque parecía que nadie habitaba en ella.

Los dos ojiazules se la vivían saliendo juntos, tomando muchas fotos de los lugares a los que iban: de las caídas constantes de Sam en la tabla de surf, de las de Ed en la pista de patinaje, de los antojos callejeros que se daban el gusto de compartir...

En fin.

Justo cuando pasaban por un callejón, eran aullidos los que provenían de una caja.

Por muy cliché que suene todo, Ed fue el más preocupado, separando por un momento sus manos, al socorro de los alaridos desgarradores.

Ahí, encontraron la pieza faltante de éste rompecabezas de miel sobre hojuelas: Un gatito.

Tras los sollozos de Sheeran dado que el pobre animalito estaba malherido, de los consuelos de Smith de quedárselo y de los maullidos cantarinos del ahora bautizado Graham, terminaron su mes en una consulta al veterinario.

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Diciembre.

Ambos eran torpes. Es verdad.

Y Graham no ayudaba del todo rompiendo las esferas del suelo.

El ciclo era: Una caía de las manos de Ed y si no se rompía, el astuto gato la aplastaba con sus botitas navideñas, asustándose de inmediato al ver los trozos. Y saliendo solamente cuando a Sam se le caía algún otro adorno era que se repetía todo otra vez.

Fue cuestión de una hora que se quedaron sin nada para decorar su hogar.

Con prisas, fueron a una de las pocas tiendas locales abiertas, comprando más accesorios hogareños propios de la navidad.

Cabe decir que sería el día en que ambos presentarían a sus padres; Ed, más que nada, sudaba nerviosismo, cosa que Sam notó, mientras le abrazaba y besaba su sien, en señal de apoyo y reconfortante empatía.

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Fue agradable. La cena estuvo exquisita.

Salvo por el hecho de que la pareja Sheeran dijo que no podría presentarse (dado a un leve resfriado de la señora Imogen, nada de qué preocuparse, pero sin poder levantarse de cama, dado el cuerpo cortado que acarreaba) y, que la veterana Smith sólo se la pasaba hablando del ex de Sam.

Fue tan incómodo, imagina a tus suegros hablando de la persona que pasó 2 años con su retoño, del cual ha sido evadido hablar en toda tu relación. Sobretodo porque hicieron mención de lo bien que se llevaban ambos y la perfecta pareja que hacían.

You Say I'm A Mess (Edam Smeeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora