Primera vez
—Mira Norelia. —Le dijo su padre a la alta señorita de ojos verdes y pelo castaño-. Te voy a tener que despedir.
La chica asintió entristecida. Mel observaba la escena desde la sala. Por un lado se sentía mal porque sin Norelia habría que pedir comida y ocuparse de la casa, pero a la vez se sentía bien porque así no tendría que ver la belleza de esa chica y maldecirse por no salir con esa suerte.
—Sé que te tomaste unos días para cuidar a tu madre, y la verdad es que no lo hago por eso. Lo que pasa es que no tengo empleo y no voy a poder pagarte, ¿comprendes?
—Sí señor —dijo cabizbaja. Su boca estaba cubierta por una mascarilla azul celeste.
—Toma esto. -Le pasó un sobre—. Aquí está el pago de este mes, gracias por tus servicios y espero que tu madre se mejore.
Norelia volvió a asentir. Dio las gracias, abrió la puerta, y se fue.
Mel observó como Covid le pasaba por el lado a su padre y lo saludaba cortésmente.
—¿Cómo amaneció hoy, señor Steiner?, ¿se le quitó la fiebre?
—Hola muchacho. De la fiebre estoy mejor, anoche me tomé una pastilla, pero ahora me duele la cabeza.
De repente Mel sintió hambre. La costumbre hizo que pensara en llamar a Norelia y ordenarle que cocinara algo, pero después recordó que había sido despedida. Podría prepararse un sándwich, o un cereal con leche, pero le apetecía comerse específicamente un arroz con vegetales.
Su madre iba bajando las escaleras con un elegante pijama dorado de satén. Mel la veía cada día más gorda y vieja, pero no se animaba a decírselo porque ella podía hundirse con facilidad en una depresión a causa de ese tipo de comentarios.
Al mirarla sentía miedo de llegar a convertirse en algo así con el paso de los años. No quería ser como su madre, aunque la dirección de su vida decía lo contrario.
—Mamá tengo hambre y papá despidió a Norelia, ¿qué vamos a comer? —dijo Mel.
Su madre sacó de entre sus bolsillos su celular, un iPhone X. Ella sintió envidia y tristeza al mismo tiempo. El suyo era un IPhone 9 y no tendría esperanzas de comprarse el X por la situación económica que atravesaban.
Mary empezó a marcar y luego llevó el teléfono a su oreja.
—Habla Mary Steiner. Necesito hacer un pedido de comida —dijo Mary.
—Lo siento señora, los fines de semana no trabajamos.
—Lo siento querida, tendrás que comer un sándwich o algo así. Yo iré a comer a casa de mi amiga Wendy. Me tengo que arreglar, nos vemos luego —subió los escalones y se detuvo a la mitad—Ah, Mel, te hace falta un poco más de rubor, te ves muy pálida.
✩。:*•.── ❁ ❁ ──.•*:。
Mel colocó el arroz en un envase, mientras miraba el tutorial en su celular.
Luego de que tengan el arroz en un envase -dijo la chica del tutorial-, proceden a lavarlo.
Pausó el video. Tenía muchas dudas, era su primera vez cocinando.
La opción fácil era preparar alguna comida congelada, pero quería arriesgarse a hacer algo nuevo. Debía demostrarse a sí misma que era capaz de hacerlo.
Mientras lavaba el arroz, repitió internamente que sí podía. Sintió un dedo en su hombro y se sobresaltó.
—Tranquila Steiner, soy yo, tú amigo Covid.
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Covid: Un giro inesperado ©
Teen FictionImagina que el Covid-19 llegue a tu casa, pero no de la típica manera en la que te lo imaginas; con todos los síntomas y las complicaciones, sino en persona. Esto es lo que le ocurre a Mel Steiner. Ella recibe al Covid en carne y hueso. Con esta v...