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"—Mandare a llamarte en cuanto me sea posible empezar con las pruebas, por ahora debes cuidarte más que nunca por si llegaran a ser positivas, ahora mismo estoy muy ocupado como para comprometerme a darte resultados

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"—Mandare a llamarte en cuanto me sea posible empezar con las pruebas, por ahora debes cuidarte más que nunca por si llegaran a ser positivas, ahora mismo estoy muy ocupado como para comprometerme a darte resultados."

Esas habían sido sus palabras exactas y desde aquella ocasión, había pasado una semana y su vida monótona y aburrida había regresado.

No había vuelto a ver ni un lobo o cosas fuera de lo normal. Estaba sinceramente agradecida.

Su par de ojos miraban sin interés el blanco techo de la sala, ese era uno de los momentos más aburridos y repetitivos de su vida, esperar a que cada uno de los sueros y medicamentos intravenosa lenta y tortuosamente entraran a su cuerpo, gota por gota.

La chica suspiro cerrando los ojos ante la creciente incomodidad, lentamente alzo su brazo y miro la jeringa que había sido clavada en su mano, sus dedos estaban un poco hinchados por el medicamento y la zona alrededor de la aguja estaba un poco amoratada.

Su vida quizás era una de las más sosas, tenía que estar ahí, en esa sala al menos unas tres horas, en las cuales ni un libro era permitido, en un tortuoso silencio.

A veces se preguntaba por las verdaderas intenciones de mantenerlos como estatuas.

Todo era extraño, pero no tardo en negar rápidamente, estaba sobre pensando las cosas, porque alguien buscaría el mal de la gente enferma, ni el más sádico encontraría placer en destruir algo ya destruido, o al menos eso creía ella.

Solo en aquellos momentos se permitía a si misma pensar en el futuro y por desgracia se había percatado de que ya no estaría en este mundo para la próxima cena de navidad, aunque dentro del hospital dicha cena se tratara de un bol de puré de papas y arroz, claro con el fin de evitar que los ancianos se atraganten o algo peor, quizás si Dios se lo permitía, apenas lograría festejar su cumpleaños, la magnífica fecha y años que desde niña había idealizado, el día que todo niño espera, aquel año donde por fin para el mundo dejabas de ser un niño para por fin ser un adulto.

Una lagrima llena de amargura resbalo de su mejilla, simplemente no lo entendía, porque siempre en navidad estaba tan triste, se suponía que la navidad era la época más feliz del año, regalos, la familia, amigos...

Quizás era eso, la ausencia de su familia y la desaparición de sus amigos, tanto en esta fecha como en su cumpleaños.

Quizás su propia vagancia al no hacer nada de provecho era lo que la traicionaba con esos pensamientos.

Otra lagrima más resbalo, seguida de otra y otra más.

No podía contenerse, ni contener sus más oscuros pensamientos.

Es acaso que nadie lo entendía, en cuanto llegara enero, tendría menos de 365 días, 11 meses y unos días más de vida, para poder ver por última vez el rostro de todas las personas que amaba.

✅ Serendipia. (Carla/Karura Tsukinami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora