¿Y si te metieras en una pelea por defender a Scaramouche?
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Con Scaramouche habían sido amigos desde la infancia. Desde que apenas tenían la edad suficiente como para saber contar. Así que prácticamente, tus memorias estaban llenas de recuerdos de él.
A medida crecían te fuiste dando cuenta de sus grandes tendencias a meterse en problemas, ya fuera por peleas, empujones o por palabras, el siempre terminaba en la oficina principal, mientras que tú, por otro lado tenias la costumbre de esperarlo en la enfermería, siempre lista y dispuesta a ayudarlo a curar sus heridas. Al final de día, ambos volvían a casa con una nueva bandita y una nueva historia que contar.
Desgraciadamente, el chico tenía más enemigos que amigos, por lo que cualquier rumor que llevara su nombre era rápidamente esparcido por todos los rincones del lugar. Eso a Scaramouche no podía importarle menos, pero para ti era algo intolerable. Tratabas de mantenerte lo más tranquila posible cuando escuchabas aquellas tonterías salir de los labios de los demás, pero toda paciencia tiene un límite y aquel fatídico día unos tontos muchachos habían alcanzado el tuyo.
Eran tal vez las diez de la mañana cuando yendo de camino a tu salón escuchaste unos fuertes murmullos venir de un grupo de chicos que estaban hablando burlescos en el corredor.
--No podría importarme menos alguien tan despreciable como él.-- Dijo la voz de uno de ellos entre risas.
Frunciste el ceño y decidiste seguir de largo, pero la siguiente frase te habia hecho frenar por completo.
--Apuesto a que es un delincuente cualquiera, no, no apostaría por el ni aunque me pagaran.-- Un montón de risas siguieron después de esa frase.
--Repite eso.-- Te volteaste lentamente hasta quedar cara a cara con el chico. No tendría más de dos años de diferencia, aunque su altura sí lo hacia ver algo intimidante. Pero habia dañado el honor de tu amigo, y eso no ibas a tolerarlo.
--¿Acaso vas a hacer algo al respecto?.-- El chico se inclinó sobre ti peligrosamente. Sus ojos llenos de burla.-- Porque sabes que es verdad, no es más que un...-- Cortó su frase de golpe al sentir el duro puñetazo en su mejilla.
Lo habías golpeado. Y él parecía dispuesto a ir por más, así que simplemente empuñaste tus manos y te lanzaste a la batalla.
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Scaramouche, quien llegaba tarde a clases como siempre, se extrañó al no verte en tu lugar habitual. No estabas en tu banco, ni en el salón, tampoco en los pasillos. Eso le pareció extraño de inmediato, ya que tú jamás llegabas tarde.
