Capítulo 22

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Capítulo 22

"Querido Dios, tu mundo es maravilloso... pero mi vida apesta. Te aconsejo que me lleves al paraíso, puesto que estoy muerta con tremendo notición, y ya que mi vida ha sido un asqueroso infierno..."

Era el pensamiento de Santana cuando volvió en sí. No tenía ganas de abrir los ojos. Escuchaba que la tía de Quinn y su amiga trataban por todos los medios de sacarla del desmayo. Había sido duro el golpe al caer. A juzgar por la tremenda punzada en el temporal izquierdo, podría decirse que se golpeó la cabeza con algo duro, preferentemente de madera. Solo que nunca podría especificar con qué fue el impacto.

Aunque después de analizar los hechos post trauma, se dio cuenta que más que el golpe de la caída, le había dolido el enterarse que ella se había ido a pasar unas románticas vacaciones a la ciudad del amor... París. Abrió los ojos, furiosa, y se sentó de golpe en la cama. La señora Pierce la miraba alarmada y Quinn, no sabía qué decir.

Santana trató de enfocar los pensamientos antes de hablar. ¿Qué podía inventar en esos milisegundos, lo suficientemente coherente para zafar de esa situación? Porque estaba segura que ellas dos, no se quedarían tranquilas hasta que no les diera una explicación, lo suficientemente buena para aceptarla. Respiró profundamente varias veces, nerviosamente y sólo abrió la boca para pedir un vaso con agua. La señora Pierce se lo trajo rápidamente. Después de beber lentamente, y vaciar el contenido del vaso, lo dejó en la mesita de luz y carraspeó.

- ¿Estás bien Santana? – Odiaba esa tonta pregunta. Odiaba que todos pensaran que era débil, que todo el mundo lo viera como a una infeliz niña huérfana, desdichada y perseguida por la muerte... pero no podía echarle una bronca a la señora Pierce por preocuparse por su salud. – ¿Quieres que llame a un doctor?

- No... no será necesario señora Pierce – dijo.- Estoy bien...

- Pero es que estás tan pálida!! – dijo ella en un lamento, y luego acercó su mano a la frente – al menos no tienes fiebre.

- Tia! - dijo Quinn – Déjala tranquila... quizás lo que necesite Santana es descansar un rato.

- Si – dijo rápidamente, mirando a su amiga – Es que... los viajes... nunca me han favorecido. – suspiró – siempre hacen que me enferme – Quinn la miró entre risueña y burlona, pero no le dijo nada.

- Bien – dijo la señora Pierce levantándose de la cama – entonces si te parece bien, te prepararé un té – salía de la habitación – Quinn, después baja a buscarlo... y déjala descansar.- salió de la habitación cerrando cuidadosamente la puerta. Santana se incorporó de un brinco.

- CÓMO ES QUE BRITTANY SE FUE CON WILDE A FRANCIA? ¿ACASO SE VOLVIÓ LOCA? CÓMO PUDISTE PERMITÍRSELO!! – gritó colérica.

- Santana... - dijo Quinn algo colorada.

- NO!! ¿ACASO NO TE LO ROGUÉ EN MI CORREO? PARECE QUE NO FUERAS MI AMIGA... - y golpeó la almohada de rabia.

- EY!! Párala ahí!! – dijo Quinn ofuscada – ¿Piensas que tengo responsabilidad por lo que la descocada de mi prima hace? Recuerda que yo también me he visto perjudicado con su actitud!!! – dijo pateando un mueble.

- De qué me hablas? – dijo sobándose la sien.

- Rachel!!

- Dime, Rachel se verá en Francia con Weston?

- No le eches leña a mi fuego Lopez. Si sólo pensara eso....

- Entiende, entonces, cómo me siento yo! – dijo levantándose de golpe y caminando por la habitación. – ¡Maldición!! Es... terrible!! Quinn... – miró a su amiga, triste –Kitty estará con ella, una semana, en la ciudad de...

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