Capítulo 4

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Para alivio de Jungkook, el resto de la semana transcurrió sin grandes inconvenientes.

Eso, sin considerar el tormento constante de su némesis, la versión miniatura de Lord Vordemort, o JiminMort –como decidió llamarlo en su fuero interno– que se materializaba cada bendito amanecer .

El tipo poseía alguna clase de sexto sentido para descubrirlo.
Incluso una vez, cuando deliberadamente adelantó su rutina, lo encontró en el lugar habitual, de la mano con su sobrino. Siempre cordial.

Quién sabe, tal vez si era la reencarnación de EL QUE NO DEBE SER NOMBRADO, y dominaba las artes oscuras.

En cualquier caso, el fin de semana era sinónimo de paz, serenidad, y, sobre todo, cero avistamientos de Park Jimin.

Pero, ese sábado en particular, alguien estaba haciendo explotar el timbre de su departamento, sin motivo aparente.

Quien estuviera tras la puerta,  carecía de buenos modales. Se vio obligado a abandonar el cómodo sofá, y pausar la maratón de su serie favorita.

Con el ceño fruncido y su nivel de estrés en la estratosfera, llegó al recibidor, sintiendo tras de sí los pasos apresurados de Sanha.

Extraño; el chico se había mantenido en su habitación durante toda la mañana, aparentemente ordenando sus pertenencias.

Ni siquiera aceptó la propuesta de Jungkook, para acompañarlo como era usual; ambos desparramados sobre el amplio sillón por horas, hasta que sus tripas mendigaran alimentos.

— ¡Ya voy! — «Para ya de tocar el jodido timbre. ¿Quién demonios será?» Su tan apreciado buen humor, se esfumó sin dejar rastro. Tanto, que terminó gritando, antes de abrir la puerta de un tirón — ¿Se puede saber quié... –

Era en estos momentos, que Jungkook se preguntaba si había cometido en su vida anterior algún pecado capital. ¿Estaba condenado acaso, a una eternidad de mala suerte?

Quién le miraba atentamente, a través de unos penetrantes ojos rasgados, no era más que...

» ¿¡Jimin!? ¿Por qué estás...

— Haneul se estaba quejando, acerca de una cita para jugar en casa de Sanha. — lo interrumpió tranquilamente. Jeon moría de ganas por cerrarle la puerta en las narices y volver a su adorado sofá. ¿Era demasiado pedir, un día libre de Park? Sin embargo, notó los orbes brillantes e inocentes del pequeño sobrino, y sus cejas volvieron a la posición natural. — Como no se quedaría tranquilo, le traje.

«¿Y no pudiste avisar, descendiente de Vordemort, antes de aparecer repentinamente, ignorando mi ajetreada agenda?» le fulminó con la mirada.

Pero, él nunca le había dado –ni lo haría– ninguno de sus contactos al traidor frente suyo.

— ¡Hanuel! — el enérgico chillido de su hijo le impidió responder. Justo a tiempo: olvidó que había menores presentes. Debía comportarse como el adulto responsable y maduro que no era, ni por asomo. — Te estaba esperando. Vamos. — el pequeño asió a su amigo de la muñeca, después de haberle quitado sus zapatos y colocado unas diminutas pantuflas.

Todo bajo el atónito rostro de Jungkook.

Inconcebible. Su propio hijo, sangre de su sangre, había invitado a alguien, sin considerar necesario ponerle al tanto.

Y peor, ahora se encerrarían en su cuarto, obligándolo a encargarse de... JiminMort por su cuenta. Es más, estaba seguro que el niño no se arrepentía de arrojarle a esa incómoda situación.

Quien predicase que todos los críos eran dulces e ingenuos, nunca tuvo la mala fortuna de cruzarse en el camino de Sanha.

— Hanuel y Sanha... son muy unidos. No me extrañaría que terminaran juntos cuando crezcan. — la "desagradable" voz de Park hizo eco en el cerebro de Jeon.
Se volvió a enfrentarlo, intentando componer su expresión más intimidante.

— ¿Y quién lo dice? Además, en caso que lo hayas olvidado, ambos son chicos — espetó, cruzándose de brazos.

— Vaya, eres demasiado conservador, Jeon. — Jimin negó con burla, y Jungkook se encontró a si mismo sin saber qué argumentar.

Su renuencia no tenía nada que ver con la intolerancia, sino los lazos entre el adorable Haneul, y el odioso Park.

Por nada del mundo, aprobaría una unión, que los atara más tiempo del necesario. Sin embargo, no cayó en la provocación; no mordería el anzuelo que solo buscaba sacarlo de sus casillas.

Era increíble el poder que ejercía aun sobre su autocontrol; sintió insustancial el paso de los años: volvía a tener 15 años, su mundo delimitado por la estela del otro. Y acabó incluso más frustrado.

— Pasa. — ofreció, haciéndose a un lado. Advirtió la ojeada curiosa del recién llegado. — ¿A no ser que tengas algún otro compromiso, y vinieras solo a dejar a tu sobrino? — esperaba que Jimin captara la indirecta y declinase la invitación.

No obstante, éste esbozó un mohín travieso, antes de responder.

— Hoy es mi día libre, de hecho. Y aunque detesto incomodar a los demás, por ti, haré una excepción. — tras el guiño subsecuente, que dejó a Jungkook boquiabierto, se adentró rápidamente en la residencia.

— Serás... — Jungkook le observó con ira, cerrando la puerta de un sonoro portazo, e imitando a su comensal.

Tendría que invocar la paciencia que le faltaba, para terminar la velada cómodamente en su cama, bajo cálidas mantas, y no en la estación de policía más cercana, acusado de asesinato en primer grado.

La tolerancia, era una virtud que claramente, él distaba de haber heredado.







Oh, las cosas se van a descontrolar. 😳😳

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It's Only Love [PJM & JJK] ° 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora