VERDADES

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Kouki sentía la creciente tensión en la habitación, todos miraban a cualquier lugar menos a la guerra de miradas que se llevaba a cabo entre él y ese alfa que bien conocía pero que los demás no sabían.

El pelirrojo lo miró con sorpresa, después sus ojos de dos colores bajaron con lentitud al enorme estómago que sostenía viendo como fruncía el ceño.

Se instaló una gran tensión que estaba por sofocar al par de omegas que ahí se encontraban, aunque por alguna razón no sucedía eso con el mismo.


—¡Fuera!— dijo el alfa con un potente gruñido poniendo fin al silencio duro y pesado —¡Todos fuera ahora!— Kouki pudo escuchar sus dientes rechinar con facilidad hasta donde estaba.


La gente se escabullo como las cucarachas por el demandante sonido, mientras que Kouki se estremecía en su lugar, sujetándose el estómago. El alfa comenzó a caminar hasta donde Kouki se hallaba milagrosamente aun de pie. Con cada paso podía sentir el intenso aroma a frutas duces, al roció de la mañana, a un libro viejo que aun guardaba su aroma entre las hojas. Casi quiso llorar por la sensación de hogar que eso le transmitió.


—Te llame— escucho del pelirrojo —Nunca contestaste mis llamadas—


— ¿Qué?— dijo algo desubicado — Bueno, es que perdí mi teléfono en el taxi esa mañana. Pero, más importante... ¿Cómo tenías mi número telefónico?— le dijo, sintiéndose poco a poco algo débil

—Lo tome, mientras dormías...—


Kouki sintió el calor recorrer todo el camino por su piel cuando por fin el alfa lo abrazo, aspiro el aroma tan reconfortante que lleno sus fosas nasales. Sintió la nariz del pelirrojo pasar muy cerca de su glándula de olor.


—Hueles tal como lo recuerdo— escucho como un murmullo, seguido de un ronroneo que ve hizo temblar las piernas —Sabias que puedo saberlo— escucho Kouki

— ¿Saber el que?— dijo casi en un estado de trance


—Si son míos o no— recibió como respuesta


Kouki estaba comenzado a ronronear dejándose guiar por el alfa, sintió como era alzado entre sus brazos y sentado a horcajadas en las caderas de Seijuuro, con cuidado de no lastimar su barriga.





Kouki estaba comenzado a ronronear dejándose guiar por el alfa, sintió como era alzado entre sus brazos y sentado a horcajadas en las caderas de Seijuuro, con cuidado de no lastimar su barriga

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Cuando Kouki abrió los ojos esa mañana sintió que una de sus pesadillas había entrado a su vida. Se levantó con cuidado, tocando su amada pijama de perritos, suspirando para sacar la sensación de desasosiego que lo invadía.

Puso los pies en su mullida alfombra, oliendo el delicioso aroma de su desayuno favorito, por lo que no tardo en casi correr a la cocina.



INSTINTO EGOISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora