DOLOR parte 1

300 55 2
                                    

—Kouki, sabes que no es necesario que me acompañes verdad— le dijo Seijuuro, había algo en el ambiente que le molestaba

—Si, si, si, lo se Sei, pero estoy cansado de estar encerrado en casa, por favor ¿Si?—


Si había algo de lo cual el oh, gran Akashi Seijuuro sabía que había perdido, era en la forma en la que Kouki hacia gesto cuando pedía algo, que era muy rara la vez. Entre cerraba los ojos de una manera acusadora, alzaba sus labios como si quisiera besar de "piquito" e inflaba las mejillas, si de por si eran algo redonditas; y que el castaño no lo escuchara porque sería un pandemonio, aun el pelirrojo tenia fresca en la mente la vez que fue enviado a la sala por insinuar que sus muslos eran gordos porque un pantalón de chándal no le entro; siendo que ese en específico era de Seijuuro, no estiraba y para acabarla era de una talla incorrecta y más pequeña; es decir que ni a Seijuuro le quedaba, por lo que verlo así lo hacía más adorable.


—Bien, pero en cuanto muestres un signo por más mínimo que sea de cansancio o malestar vuelves a la cama, entendido—



—¡Entendido mi capitán!— escucho reír Seijuuro a su pareja, a su omega.



Aún tenían muchas discusiones, mayormente porque Kouki se negaba a dejar de trabajar, o cuando evitaba hablar de su familia, pero estaban muy felices juntos y con la sensación de sus cachorros creciendo. Seijuuro sentía que había tomado la decisión correcta al dejar ir su ira por las decisiones del castaño, por la forma en la que se habían dado las cosa, la forma en la que ambos lo habían manejado porque Seijuuro no iba a negar que tampoco lo había hecho bien, con su ira, orgullo herido y acciones posteriores.


Ambos estaban bien, eran el uno para el otro.



A Kouki le faltaba aun un mes para la fecha probable de parto, por lo que los instintos de Seijuuro estaban muy sensibles y un alfa en ese estado era imprevisible.


En cuanto salió de la limusina fueron fotografiados por una horda de reporteros, cosa que a Seijuuro le enfureció. Con ayuda de Kiyoshi las cámaras fueron alejadas y amenazados los reporteros sobre la publicación de esas imágenes, así que entraron sin más demora al edificio. Seijuuro vio con alegría como Kouki parecía brillar en su elemento. Dando órdenes a quienes se habían convertido en sus ojos y manos en su oficina. Seijuuro por su lado se centró en lo suyo, sabiendo que su omega estaba en buenas manos.


Un par de horas después ambos se hallaban en la sala de juntas donde se reencontraran, muy inmersos en sus trabajos, Seijuuro con algunos miembros del consejo que; para vergüenza de Kouki, lo felicitaban por su unión y cachorros.



Kouki hablaba con el mismo hombre de marketing de la primera vez, escuchando al pobre hombre casi quererle llorar por el susto que se había llevado por su desmayo. Hasta que Kouki se tocó el vientre de manera inconsciente, acto que por supuesto no paso desapercibido por el alfa.


—¿Estas bien? ¿Te duele algo?— le dijo en cuanto desplazo al desafortunado de marketing


—No Sei, estoy bien... bueno— Kouki no iba a decirle al pobre hombre que sentía un poco de orgullo al verle tan atento a lo que le sucedía, sin saber desgraciadamente que su aroma lo delataba —Tenemos hambre—


Seijuuro ignoro al resto de las personas que ahí se encontraban, haciendo que las mejillas del castaño se colorearan por la forma en la que los demás ahí les veían, pues no dudo en abrazarlo; aunque el vientre no los uniera pecho contra pecho.


—Ya que estamos aquí, podemos salir a un restaurant ¿Qué dices?—


—¿Podemos comer sushi? Se me antojo—


Seijuuro se guardó los comentarios acerca del alga que ese platillo llevaba, porque desde el embarazo del castaño y desde el primer día en que estuvieron juntos conviviendo, noto el creciente gusto de estas por el castaño incluyéndolas en el tofu y a Seijuuro particularmente no le gustaban.


—Si eso es lo que quieres, lo tendrás. Conozco un buen lugar—


Seijuuro busco con la mirada a Kiyoshi mas no lo encontró. Sintió como su teléfono sonaba, pero también lo ignoro mientras le daba su total atención a su omega. Fue cuando salieron al vestíbulo del edificio que vio a un pálido Kiyoshi dirigirse a toda velocidad hacia ellos, haciendo señas que no entendía con sus grandes manos, más lamentablemente ya era tarde para hacer algo.


—¡Kouki!— escucharon todas las personas que ahí estaban reunidas —¡Mi amado hijo!—


Al instante el aroma agrio de Kouki se hizo presente por lo que Seijuuro sintió la necesidad de protegerlo. Kiyoshi llego a donde estaban, intentando que la mujer no se acercara pero era obvio que ya era tarde para eso, pues los había visto.


—No tenemos nada de qué hablar mamá— escucho Seijuuro decir a Kouki a su lado —Dejaste todo en claro con tus acciones la última vez ¿Qué ha cambiado ahora?—



—Pero querido, solo fue la preocupación de una madre, ahora puedes entenderlo— dijo la mujer sin dejar de mirarles —Así que es este caballero quien es mi futuro yerno, estoy encantada de conocerlo al fin, te lo tenía muy bien escondido cariño—


Seijuuro vio como el castaño tomaba postura defensiva en contra de su madre, por lo que no entendió la razón de esa extraña y tensa interacción. La mujer se veía tranquila, al parecer era una beta no muy parecida a su omega. Más en su mirada podía notar un profundo brillo que no podía identificar.


—No tenemos nada de qué hablar, ya lo he dicho. Mis asuntos no te conciernen más—



—Por supuesto que lo hacen— respondió la mujer —Son mis nietos y mi yerno después de todo—



Kouki salió de la manera en la que Seijuuro lo protegía con su cuerpo, adelantándose quizá solo un par de pasos por enfrente de él y sería algo de lo que se arrepentiría el resto de sus días.


—¡He dicho que no quiero hablar contigo, ni con padre, no lo merecen!— la voz cargada de odio en su omega será algo que no había visto antes.


Porque sí; habían discutido un par de veces antes, pero nada parecido a la voz que uso en contra de quien era su madre, del aroma amargo que salía a raudales de su cuerpo o lo que parecía dolor, tristeza y decepción.


—Solo queríamos lo mejor para ti— gruño la mujer —¡Mocoso malagradecido!—


—¡No tiene ningún derecho de hablarle así a Kouki! ¡No lo permito!— grito Seijuuro, haciendo a un lado con cuidado a Kouki, protegiéndolo —Que sea su madre no le da derecho—


—Perdón, perdón, querido. Es que este niño, mira qué no decirnos que alguien de tu...rango, emparentaría con nuestra humilde familia—


Seijuuro conecto dos más dos en un milisegundo, notando la rigidez de Kouki detrás suyo. Así que esa era la razón por la cual Kouki no hablaba de su familia. Ahora lo entendía todo. La mujer tenía una marca en su cuello, una que parecía ser medianamente fresca. Era una de las tantas mujeres fanáticas por la clase, las marcas y la sumisión. Ser beta debía de ser algo que hería sumamente su orgullo y si no se equivocaba, su padre era de ese tipo de hombres que creía firmemente que un omega solo servía para criar hijos y satisfacer a los alfas en la cama.


—¿Kouki?— escucharon los tres, la voz de Kiyoshi sonar preocupada —Estas sangrando—



Seijuuro volteo con rapidez a ver a su omega, viéndolo nuevamente con sangre entre sus piernas. Kouki lo veía con horror, temblando y comenzando a llorar.



—¡Saquen a esta mujer de mi vista ahora!— exigió a gritos con su voz de mando —¡Llamen a una ambulancia!—



—Sei... n-no me dejes... no nos dejes solos— le dijo Kouki antes de desmayarse por segunda vez en sus brazos

INSTINTO EGOISTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora