La primera advertencia.

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NARRADOR

La primera noche, ambas recién conocidas conversaron hasta muy tarde compartiendo un trago y fumando. Josefa olvidó por completo su pelea y el golpe, Simonne era muy amable, se preocupó de hacerla sentir cómoda y de distraerla. Cuando se levantó Josefa al día siguiente, había una señora delgada y pequeña, de unos 50 años y de pelo completamente blanco preparando café, todo el departamento olía a grano recién molido.

- ¿Le gusta el olor? –preguntó amablemente la mujer con una sonrisa marcada en la cara.

- Sí, es muy rico, usted debe ser la señora Monserrat supongo –dijo Josefa acercándose para saludarle.

- Sí, mucho gusto, usted es la señorita Josefa, Simonne me dijo que se quedaría con nosotras un tiempo.

- ¿A si?, pues pensaba irme hoy pero si me promete que cada mañana tendré ese olor a café en mi puerta, no me quedará otra más que quedarme –dijo sonriendo mientras recibía el café.

- No sabía qué tan madrugadora era usted, así que le dejé la tina hasta la mitad de agua para llenarla con agua caliente cuando se levantara.

- En serio, ¡gracias! –dijo Josefa, acariciando la frente de la pequeña mujer que tenía un aspecto muy adorable– no era necesario.

- ¡ah, eso sí que no! sí lo es, Simonne me advirtió que tuvo un día difícil ayer así que hoy necesitaría un baño antes del desayuno, y yo no discuto con ella.

- Bueno, no voy a despreciar su baño.

- Eso me gusta, ¡apure, apure!, Simonne va a llegar como en media hora, me pidió que le dijera que la esperara para tomar desayuno.

Josefa llevaba 20 minutos en el baño cuando Simonne entró repentinamente, de forma instintiva Josefa se tapó los pechos pero Simonne parecía muy relajada.

- ¿Qué tal?, estaba en el gimnasio del primer piso –al ver la cara de sorpresa de Josefa, Simonne cambió el tono a uno más relajado– tranquila, no te incomodes, solo vengo a sacar una toalla, no te miraré nada –sonrió– ¿Ya tomaste desayuno? –preguntó deteniéndose en el umbral de la puerta.

- No, te esperaba a ti.

- Ah que rico, entonces me ducho y comemos ¿te parece?

- Bueno.

Al salir Simonne Josefa quedó convenciéndose a sí misma de que estaba dramatizando. "Bueno, qué más da, somos las dos mujeres, tenemos lo mismo" dijo finalmente y salió del baño.

JOSEFA

- ¿Y la señora Monserrat? –pregunté al salir del baño y no verla.

- Está en el otro departamento, ella vive allí, solo viene a prepararme desayuno –dijo mientras disponía algunas servilletas sobre la mesa.

- ¿Ese otro departamento es tuyo?

- Si claro, lo uso para cosas recreativas, ya lo conocerás. Ayer no te pregunté nada sobre tu presente, ahora sí, cuéntame de ti, ¿trabajas en Santiago?

- Si, de hecho trabajo muy cerca de aquí –ella vivía en un departamento en Vitacura, era un edificio de 19 pisos con solo dos departamentos por piso así que, en la práctica, era dueña de un piso entero.

- ¡Ah qué bien! Y ¿en qué trabajas? –sus ojos recorrían mi cuerpo cada vez que yo hablaba.

- Ingeniería de procesos, tengo una pequeña consultoría; ofrezco servicios de análisis y levantamientos de procesos.

Simonne - Comenzaré a Odiarte mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora