Dejándose llevar.

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SIMONNE

"¿No has pensado que si hago este trabajo es porque me gusta manipular a la gente?, porque me gusta sentir que puedo decidir por ellos, que tengo su voz a mi disposición, que su tribuna es para mí, que su poder es una parte del mío?... si no me gustara mi trabajo me habría cambiado Josefa, ¿no lo has pensado?

¿Por qué sigues pensando que soy bondadosa?

Solo lo soy para ti porque tu pones un velo de bondad en tus ojos y me ves a través de él, pero acabará, se gastará, será tanta tu decepción que no me verás como un ser humano, y detrás del velo quedará tu cadáver, porque no volverás a ser la misma después de un sufrimiento así".

Debí decirle eso, quise hacerlo, pero la idea de no sentir la humedad de sus labios nunca más me hizo callar, cerré la boca y no le dije nada. Me vine a mi dormitorio... Josefa no se irá jamás de mi vida, será mi costilla por siempre, tendré su cuerpo cada día...

Seré eternamente buena mediante su mirada.

Me gusta ser la Simonne que ella ve, me gusta creer que soy esa Simonne.

¿Seré esa Simonne? ¿Podré serlo? ¿Habrá algo de esa Simonne dentro de mí?

Me pediste que escribiera algunos pensamientos cada día, que definiera mis sentimientos, pero... ¿Cómo se hace eso? ¿Solo escribo preguntas hasta llegar a alguna respuesta? ¿Se puede? ¿Voy a alguna parte haciendo esto? ¿Hasta cuando escribo? ¿Qué respuesta encontraré dentro de mí?

Y si no me gusta la respuesta ¿Qué harás? ¿Paola? ¿Debo mostrarte esto o basta con que lo escriba?

¿Qué pasa si me arriesgo a buscar dentro de mí a la Simonne que Josefa ve y no la encuentro? ¿Tú me sacarás de ese océano de miseria? ¿Sabes lo que me estas pidiendo? ¿Comprendes realmente qué tan grande es la angustia que siento?

JOSEFA

A la mañana siguiente me levanté muy temprano y bajé a desayunar. En el Salón del hotel se daba la vida diaria, la mayor parte de la gente se pasaba el día allí, rodeando las mesas dispuestas junto a los sillones. El salón era muy grande, tibio y acogedor, habían algunos grupos de conversación a los que podías unirte, y habían también sitios solitarios, en las esquinas o junto a las ventanas, un pequeño sitial y una mesita de arrimo para apoyar el trago o el café, desde allí podías ver la lluvia caer infinitamente, divagar entre ideas improductivas o meditar sobre la inmortalidad del cangrejo.

En eso estaba precisamente cuando se acercó un hombre joven, tendría tal vez dos años más que yo.

- ¿Te puedo acompañar?

- Claro, Josefa -le extendí la mano.

- Dennis, un gusto -dijo al tiempo que sentaba en frente de mí- ¿ya desayunaste?

- Acabo de bajar, no he comido nada aun.

- Y qué has probado de aquí.

- Es mi primer día así que aún no pruebo ningún desayuno.

- Pues hay tres variedades: Tee-time matutino que no es más que el típico té inglés. Tienes la versión naturista que trae un panqueque de avena, un poco de miel, fruta y yogurt. Y tienes, el que pediré yo: pan amasado con huevos fritos y café.

- Te acompañaré con uno de esos, definitivamente no viajé 1500 Kilómetros para comer avena.

- Tienes mucha razón -dijo sonriendo y haciendo un ademán al mozo- Eres de Santiago entonces.

Simonne - Comenzaré a Odiarte mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora