Lo que se pide no se hurta.

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JOSEFA

El día Viernes después de mis obligaciones partí a Valparaíso, al llegar ella no estaba en el departamento, se había ido esa mañana muy temprano dijo el conserje. Le pregunté si la había venido a ver alguien y vimos en el libro de visitas que no tenía nada registrado. Entonces me fui al Sheraton con la esperanza de encontrarla en la barra pero no estaba. En serio me preocupé. Me senté a tomar un trago mientras pensaba en dónde podía estar o qué le podría haber pasado y de repente un mensaje en mi teléfono, era Simonne:

- Hola, estoy en el dpto., ¿tú dónde estás?

- En la playa, en el Sheraton, preocupándome un poco por ti.

- Disculpa, no quería preocuparte... ¿Qué hacemos? ¿vienes a Santiago o voy a Valparaíso?

- Y ¿si nos juntamos a medio camino?, ¿Espacio Broadway?

- Ya, okay, nos vemos allí.

Esa noche se veía despampanante, estaba alegre y llena de energía. Bailamos, tomamos, nos reímos, se nos dio vuelta el trago, hicimos reventar una botella de agua con gas en la pista. Medio peleamos con alguien. Luego bailábamos con unos chiquillos imberbes, eran unos cuantos años más jóvenes que nosotras (nos reíamos mucho al otro día de ese punto en particular). Finalmente tuvimos que pedir un auto para irnos, estábamos tan ebrias que no podíamos manejar en ese estado.

A penas entramos en el departamento se lo pedí, le pedí que me diera un beso. Me dijo que no, que yo estaba ebria y que no estaba razonando claramente pero que no insistiera.

- ¿Por qué? ¿Temes que se te antoje besarme si insisto? -le respondí.

- ¿Quién te dijo que no se me antoja? -dijo mirándome fijamente, su cuerpo mostró un pequeño impulso hacia mí, como si fuera a dar un paso, pero se giró- Dije que no te besaré, no que no se me antoja hacerlo.

- Entonces por qué no me besas, si también quieres hacerlo.

- Porque mañana me voy a arrepentir... no va a terminar bien Josefa, dejémoslo así.

- O sea tú también te has estado aguantando.

- ¿Cómo?

- ¡Ya Simonne!, ven, no pienses nada... solo hazlo –di unos pasos hacia ella pero se alejó.

- ¿Y mañana qué? ¿Te saludo con un beso también y comenzamos una relación?... ¿viviremos juntas y estaremos pegadas la una a la otra?, no quiero eso.

- No te pido que te enamores de mí, ni siquiera te pido que me quieras. Yo no sé si te quiero, solo quiero que me beses. ¿Por qué crees que seremos pareja después de un beso? -guardó silencio por unos instantes.

- No lo sé, eso pienso que pasará.

- Pero no lo sabes. Crees que lo sabes todo pero no es así, no sabes lo que pasará. Y ¿sabes por qué no sabes? Porque nunca te has atrevido a traspasar los límites de tus emociones, entonces no tienes experiencia de dónde sacar conclusiones. No conocía esta parte de ti, ¡la Simonne que tiene miedo!

Y se acercó muy rápidamente y me besó. La rechacé porque yo ya estaba enojada, y se me habían quitado las ganas, pero no me dejó escapar, solo me rodeó con su brazo fuerte por la cintura, pegó su cuerpo al mio y me besó. Me rendí y mis brazos cruzaron su cuello, ella liberó la tensión de su mano y la descansó en mis caderas. Caminamos: ella de espalda y yo de frente, hacia una silla alta que había en la barra.

Simonne - Comenzaré a Odiarte mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora