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(Wangxian)

El lado de la cama estaba frío, demasiado para ser real. El chico que dormía plácidamente ahí despertó de golpe, tratando de regular su respiración. Vio a su lado, esperando encontrar a su compañero, pero no estaba a su lado. No había nadie ahí, tan solo la sensación fría de que le había abandonado.

Le había dejado otra vez.

Por su culpa.

Se levantó de la cama, tratando de retener las lágrimas que amenazaban de salir de sus dorados ojos. Tenía que mantenerse fuerte, esto era un sueño, un mal sueño del que pronto despertaría. Estaba seguro de eso. Puso un pie en el piso, sintiendo lo helado de este colarse en sus pies, ató su cabello en una cola baja, cerrando sus ojos, pensando en que hacer. En que podía hacer.

Salió a la ventana, viendo nieve caer y cubrir todo el Descanso en la Nube. Era igual que aquella vez. Era el mismo dolor, el mismo sufrimiento, el mismo sentir que lo ponía enfermo. Lo extrañaba, ¿en dónde estaba? Le quería a su lado. Pero no podía ser egoísta de nuevo. Una vez o dejó morir, era su culpa y lo sabía. No estuvo ahí para él.

Duele, ¿cierto?

Agarró su cabeza con ambas manos, tratando de reducir el dolor que sentía al parpadear. Incluso el respirar se le hacía doloroso. Cuando el repentino dolor de cabeza pasó, el escenario cambió por algo mucho menos agradable. Un bosque, oscuro, no había luz por ningún lado. Camino despacio tratando de no topar con nada, pisó unas hojas secas que lo hicieron exaltarse al principio, pero luego siguió su camino. Llegó a un prado, también sin luz, todo se veía tan negro, tan sin vida. En el prado habían dos conejos, ambos blancos como la nieve, era lo único de ese color que había entre toda esa penumbra.

Llevó sus manos hacia estos dos costos peludos. Los apachurro e hizo cariñitos en sus cabezitas, haciendo que sus labios se elevarán un poco. Pero luego recayeron en esa misma fina línea rosa al oír que alguien se acercaba.

-Lan Wangji-. Río.

-Wei...Ying-. Suspiró, abriendo sus ojos sorprendido de verlo.

-Oh Lan Zhan, que bueno verte-. Se acercó a él, sus ojos de un rojo profundo.

-Wei Ying-. Seguía repitiendo su nombre.

-Me dejaste-. Cambió su rostro a uno serio. Wangji se sorprendió. De sus ojos comenzaban a salir varias lágrimas.

-N-no-. Susurró.

-Te uniste a ellos, me hiciste a un lado-. Continuo diciendo.

-Y-yo solo...traté d-de protegerte-. Murmuró.

No. No era cierto. Buen sabía el que nunca protegió a Wei Ying, bien sabía el que era su culpa. Sabía que todo había sido porque llegó muy tarde. Porque no creyó en él cuando debía. Porque no permaneció a su lado cuando más lo necesitaba. Era su culpa y lo sabía. Pero escuchar esas mismas palabras de los labios de Wei WuXian, dolía, dolía más de lo que pensaba que dolería.

-Me dejaste morir-. Dijo por último.

Wangji tomó su cabeza entre ambas manos, todo le daba vueltas. Cualquier movimiento insignificante le hacía temblar. No era real. No podía serlo. De nuevo el escenario cambió, ahora estaban en Ciudad sin Noche. Lan Zhan observaba como todo pasaba tan lento. Mataron a la hermana de Wei Ying, el hierro Yin volando por todo lugar, fantasmas matando a las personas, y estas a los fantasmas, era una piscina de sangre. Lleno de desgracias. Tan lleno de tragedia hasta el punto donde nadie se dio cuenta del chico que estaba por lanzarse del acantilado.

Lan Wangji ya sabía que iba a pasar, por lo que sin pensar en nada, salió corriendo, ignorando los llamados constantes de su Tío Lan Qiren, y de su hermano Lan XiChen que regresara. Corrió lo más rápido que sus pies lastimados le permitían, soltando a Bichen en el proceso. Sus ojos llenos de lágrimas soltaban un sentimiento nostalgico, de furia consigo mismo por no poder ser más rápido. Las palabras de Wei Ying volvieron a su cabeza.

A Week With YiZhan/Wangxian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora