CAPITULO IX

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Comes en silencio bajo su atenta mirada, te pone nerviosa, no del mismo modo que Charlie lo hace, es de un modo diferente, más íntimo. No sabes que está haciendo él aquí, pero no puedes dejar de recordar su mirada, la que te dedico cuando estabas en sus piernas, nunca nadie te había mirado de esa forma. Te sientes estúpida por anhelar esa mirada.

-¿Por qué estás aquí?- Te mira a los ojos, aunque quieres no puedes sostener la mirada.

-No tengo por qué responder eso- Esa era el hombre que conocías, no aquel que te llamaba "dulce" y te traía la cena. Aunque su respuesta te reconforta, quizá estaba ahí por ti y no quiera admitirlo, quieres demostrarle que no te afecta sus acciones. Te levantas lentamente y pones los platos sobre el escritorio cerca, te quedas quieta cuando escuchas sus pasos ir hasta donde estas.

-Esto no se puede quedar aquí- Pasa su mano peligrosamente cerca de ti y se inclina hacia delante, puedes sentir su respiración- No querrás que te castiguen por eso- Quieres que él te castigue. De forma casi inmediata te arrepientes de tus pensamientos, él se endereza y con una sonrisa en los labios sale de la habitación, puedes sentir que tus piernas tiemblan y te tumbas en la cama.

Aunque él sea quien ocupa tus pensamientos, no es lo más importante. Esa noche las pesadillas no son sobre el lugar oscuro, esta vez vas en el auto, pero quienes manejan son tus padres, ellos van discutiendo, tu madre si gira a mirarte pero su cara no es la misma, ella no es tu madre y el que va al volante no es t padre, de pronto el auto empieza a dar vueltas, justo como sucedió con Camille y Louis. Despiertas gritando y es inevitable que todos en la habitación lo hagan, estas sudando y sientes la respiración agitada, los ves moverse a tu alrededor, pero no despegas la vista de tus manos, sientes a Darla abrazarte y esa noche se queda contigo, ella de duerme, pero tú no lo haces.

En el desayuno nadie dice nada inapropiado, pero aun así mantienen una conversación en la que intervienes solo cuando te hablan de manera directa. Varios líderes de escuadrones se han acercado a preguntar por tu salud y a celebrar que todos hayan vuelto a salvo de aquella misión, ves a los chicos de la otra vez acercarse, quieres sonreírles pero solo sale una mueca.

-Creo esta vez lo viví en carne propia- Ellos saben a qué te refieres, pero no pronuncian palabra, solo te saludan y te desean lo mejor, no crees que lo mejor pueda venir. Después del almuerzo Louis te dice que tienes la tarde libre, aunque ya estés mejor, hace horas estabas en una cama, Darla si se queda a entrenar. Decides caminar por la planta y sin pensarlo llegas al centro de estudio, entras en la habitación en la que estas siempre.

Te acuestas en la camilla y cierras los ojos, si te concentras puedes sentir la energía correr a tu alrededor, puedes sentirla correr por tus venas, sentirla en tus músculos, ¿Cómo es que antes no sentiste eso? Puedes sentir cada cable, cada chispa, cada gota de energía a tu alrededor. No sabes cuánto tiempo pasa, pero escuchas la puerta abrirse.

-Hoy estas puntual- Iván entra en la habitación

-No tenía más nada que hacer- No te mueves de donde estas, él llega hasta una silla cerca y se sienta.

-La directora está inquieta, está en reunión con los generales y el príncipe desde esta mañana- Parece leer algo en sus manos

-Están analizando lo de "Voltios"- Él hizo un sonido de afirmación y se quedó ahí, leyendo, como si no estuvieras en la sala.

-En cualquier momento los llaman a ustedes, sobre todo a ti, mi pequeña Voltios- Hiciste una mueca, eso solo te traías problema, lo sabias.

Esa noche en la habitación hay silencio, pero no como el de la noche anterior, es un silencio cómodo y tranquilo. Momentos después, Pekín saca un paquete de cartas y todos se sientan en el piso a jugar, incluso tú. Te sientes cómoda, te sientes como nunca antes, te sientes en casa.

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