Lauren entra en segundo de primaria en el colegio al que ha ido siempre. Pero este año una niña nueva entra y llama su atención.
Camila entra a un nuevo colegio. Una ojiverde llama su atención el primer día, pero la niña parece ir a su bola siempre...
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Camila
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Pov. Lauren
Todo estaba suspendido en la oscuridad, la tenue luz de la Luna se filtraba por las nubes. Lauren sacó su movil y trató de iluminar un poco el oscuro cobertizo, porque no podía distinguir figuras. Sin pensarselo dos veces, encendió la linterna de su iPhone, y dejó que la luz le dejase ver la totalidad de la sala.
Hostia puta
Desde luego no era un sitio acogedor. La sala era cúbica, y tenía un aspecto descuidado, parecía el típico escenario de una peli de miedo. En el medio de la sala solo había una gran mesa, con una bolsa negra. Lauren se asomó a esa bolsa, encontrando dos pistolas, un pasamontañas, guantes de cuero y un teléfono antiguo. La ojiverde le hizo una foto a esa bolsa y admiró el resto de la sala.
La pinta general era más que aterradora, con telarañas y las paredes desgastadas que habían tomado un color amarillento. En una de las esquinas, había un armario de un aspecto más novedoso. Lauren se acercó para abrirlo. Abrió el armario doble de metal, y tuvo que contenerse para ser silenciosa. Era un armario repleto de armas, muchas armas de diferentes tipos y tamaños. Rifles, metralletas, escopetas, pistolas de mano, etc. Lauren le hizo una foto a todo, y siguió investigando la sala.
La sala no podía ofrecer nada más, lo último que había eran unas escaleras forradas en moqueta pegadas a la pared lateral de la sala. La pared de ese lado estaba forrada en un papel verdoso que Lauren catalogó como feo de cojones.
De repente se escuchaban voces fuertes de la planta de arriba. La ojiverde se habría ido del lugar si no fuese porque le pareció escuchar una voz familiar que definitivamente no debía escucharse ahí
Pov. Camila Róger los había hecho arrodillarse en la sala de estar. Toda la casa temía un apecto rústico antiguo y descuidado. Se podría decir que no era una primera vivienda. El hombre los había atado de pies y manos, y les miraba con su pistola en la mano mientras se paseaba frente a ellos.
