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Omnisciente
Lauren no podía recordar un momento en su vida en el que se hubiese sentido tan asustada como lo estaba justo ahora.

No hacía ni quinze segundos estaba el la gloria, pero ese sentimiento acababa de ser drásticamente cambiado.
Camila la había invitado a pasar la tarde en su casa, ya que sus padres se iban a un evento de danza de Sofi, la hermanita de Camila. Definitivamente la tarde se puso muy interesante, empezó por besos y roces, pero sin duda se había vuelto mucho más salvaje.

Lauren siempre había presumido de su buena relación con su suegro, Alejandro. El hombre había sido casi como un padre para ella. Y Alejandro siempre había dicho que le gustaba como Lauren miraba y trataba a su hija. Siempre decía que la ojiverde era buena muchacha y le tenía mucho aprecio e incluso respeto.

Justo en estos momentos, Lauren dudaba que su suegro le viese con los mismos ojos. Y no podía tener más razón, al hombre no le había gustado nada encontrar a su hija cabalgando a la ojiverde.

Estaban en medio de una muy frenética sesión, ambas a punto de llegar a la cima, por lo que estaban siendo de todo menos silenciosas, al fin y al cabo, estaban solas en la casa, podían permitirse gritar como lo estaban haciendo. Tanto sus fuertes gemidos como el ruido de sus choques y lo inmersas que se hallaban en el asunto, les había impedido escuchar el coche del padre de Camila aparcando, y abriendo y cerrando la puerta e incluso subiendo las escaleras. Por no escuchar, no escucharon ni la propia puerta de la habitación de la pequeña latina abriendose. Lo que les hizo se pararse fué la voz de Alejandro

-¿¡QUÉ NARICES ESTÁ PASANDO AQUÍ!? - sí, definitivamente estaba muy enfadado

El grito hizo de Camila saltar del susto, bajandose de Lauren y recostandose en la cama para cubrirse con las sábanas, haciendo a Lauren salir de su interior y levatarse, separandose de Camila y quedando de pie junto a la cama. Agarró lo primero que pudo para taprse a su aún muy despierto amigo, atrapando de detrás de ella donde estaba la mesita de Camila un, tal vez demasiado pequeño peluche de una tortuguita.

Esa tortiguita era la única "prenda" que llevaba, bueno a parte de su cadena de metal que descansaba en su pecho. Su cuerpo estaba hinchado y venoso por las acciones previas. Los nervios le hicieron apretar su agarre en la inocente tortuga de peluche que cubría su parte más íntima.

-¿¡CÓMO TE ATREVES A HACER ESO EN MI CASA Y CON MI HIJA!? - dijo aún gritando
- Papa... - trató de intervenir Camila, pero su padre alzó un dedo, callandola, y miró a Lauren, buscando que fuese ella quien diese la respuesta
-Yo... no es lo que crees... estaba poniendo una bombilla- dijo torpemente señalando con una de sus manos a la lámpara del techo que había sobre la cama de Camila-... y me resbalé... - trató de seguir hablando-... y ella tenía las piernas abiertas y... -inventó
-¡FUERA DE MI CASA! - Lauren no podía moverse-¡AHORA! -mandó Alejandro

Lauren se marchó corriendo, con la tortuga tapandole, Alejandro pisandole los talones. Bajó las escaleras y salió por la puerta, aún abierta.

- MARCHATE DE AQUÍ- le gritó, arrojandole la ropa junto con sus pertenencias y cerrando la puerta.

Lauren se quedó un momento paralizada. Cuando reaccionó se cambió tan rápido como puro, no estaba muy bien visto ver a una persona completamente desnuda por la calle.

Pov. Camila
Al escuchar el fuerte sonido de la puerta cerrandose, Camila se puso rápidamente una sudadera que había por el suelo, seguramente fuese una de Lauren.

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