113. HARRY POTTER

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DRARRY

El callejón Diagon era muy bullicioso toda la época del año, pero esas semanas antes de Hogwarts eran horribles. Draco caminaba entre la gente sin soltar la mano de su pequeño hijo de siete años. Aunque lo más lógico hubiera sido quedarse en casa a Scorpius se le había antojado un helado, así que como buen padre que era se había desplazado a la abarrotada calle comercial mágica. Draco respiró aliviado cuando cruzó la puerta de la heladería viéndola casi vacía, Scorpius se escapó de su mano y fue directamente al escaparate donde todos los sabores estaban expuestos.

- ¡Padre yo quiero el nuevo de unicornio!-Draco miró donde su hijo señalaba y por su cuerpo pasó un escalofrío al ver el color grisáceo que tenía ese helado, transportándolo al pequeño episodio de primero y el profesor Quirrell.

- Uno de unicornio y otro de menta.- El hombre lo miró mal antes de asentir e ir a prepararlos.

Draco negó mientras miraba a las personas que habían ahí, una mujer con dos niños y otro niño de seis años con los ojos llenos de lágrimas mientras se aferraba a su tarrina de helado con fuerza. Draco dio una mirada rápida a su hijo comprobando que estaba embobado con la preparación de los helados, así que se acercó al pelinegro y se arrodillo delante de este.

- ¿Estás bien?- El niño negó mirando por la puerta mientras mordía su labio nervioso.- ¿Qué sucede?- Preguntó Draco apoyando su mano en el hombro del niño.

- Papá me ha dicho que no hable con extraños.- Draco sonrió con suavidad volviendo a mirar a su hijo que no apartaba la mirada del heladero.

- Y tu padre tiene razón, pero sino me dices porque lloras no podré ayudarte.- El labio del niño tembló de nuevo mientras miraba la puerta triste.

- He perdido a papá, él me dijo que si esto pasaba volviera a la última tienda.- Draco sonrió levantándose y ofreciéndole la mano al pequeño de ojos castaños.

Este lo miró desconfiado pero la aceptó acompañando a Draco donde Scorpius intentaba alcanzar los helados. El rubio más pequeño se detuvo y miró curioso al chico castaño que estaba sonrojado. Draco le dio su helado a su hijo y caminó para sentarse en una de las mesas. Scorpius y el otro niño lo hicieron juntos dejándole a él al otro lado de la mesa.

- Soy Scorpius y él es mi padre Draco.- Dijo el rubio con la boca llena y una sonrisa, Draco lo miró serio mientras negaba dándole una servilleta.

- Yo soy James.- Dijo el castaño mirando ambos rubios mientras comía de su helado.

- ¿Y dime James, dónde has perdido a tu padre?- Preguntó Draco comiendo una cucharada de su helado mientras miraba curioso al castaño, le parecía conocido, pero no conseguía saber porque.

- Íbamos a ir a ver las escobas y de repente no estaba, así que he vuelto a la heladería.- Draco asintió mientras miraba a su hijo que miraba curioso al chico de pelo marrón.

- No te preocupes, nos quedaremos contigo hasta que vuelva tu padre.- James sonrió agradecido antes de comenzar hablar con Scorpius ignorando al mayor.

Draco aprovechó para intentar averiguar de donde le sonaban esos rasgos, tenía la sensación de los que había visto durante muchos años, así que repasó todas las familias sangre pura amigas de sus padres, ninguno coincidían con James. La puerta se abrió haciendo sonar la campanita, Draco la ignoró vigilando a los niños.

- ¡James!- Draco se giró al escuchar esa conocida voz, al darse la vuelta se encontró a Harry Potter con otro niño en su mano, James saltó de su silla y se acercó a Potter abrazándolo con fuerza.- Me has asustado pequeño.- Susurró Potter comprobando que su hijo estuviera bien.

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