Eddie es un adolescente con muchos deseos en su haber, pero el más importante de ellos lleva un nombre, y se llama Chris Cornell.
Obra registrada en Safe Creative ✔
Identificador #2103287336218
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Hoy fue la última noche de Chris en mi casa.
Para pasar el rato decidimos desvelarnos y buscar una película que nos guste.
Él terminó eligiendo una de extraterrestres, aunque yo prefiero las de terror.
Regresamos y pusimos la cinta mientras acomodábamos un par de cobijas sobre el piso del living.
Una vez sentados volví a pensar en lo que había hablado con Stone recientemente acerca de confesar mi amor, pues pasó casi una semana y aún parecía no encontrar el instante preciso para decirlo.
Finalmente tomé aire profundamente y me acerqué decidido.
Pero apenas estuve a su lado me percaté de que estaba dormido.
Creo que dejaré pasar un día más...
Aunque mañana Chris volverá a su casa y ya no será lo mismo.
Chris pasaba su última jornada en la residencia Vedder.
Siendo viernes por la noche, los chicos pensaban desvelarse por lo que decidieron ir a rentar una película.
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-¡Veamos una de terror!- sugirió Eddie.
-No, me aburren mucho- refunfuñó Chris.
-¿Qué estás diciendo? ¡Son geniales!-
-Pues yo prefiero las de extraterrestres-
-¿Extraterrestres? ¡Eso si es aburrido!-
-Vamos Ed, es mi última noche en tu casa... Por favor- suplicó el ojiazul.
El castaño asintió con un dejo de tristeza al pensar que ya no vivirían juntos.
-Esta bien... Rentemos una de extraterrestres-
Ambos salieron del videoclub y se dirigieron a casa de Ed.
Su madre había salido esa noche a un evento por lo que la casa estaba disponible solo para ellos.
Llegaron y prepararon algunas cobijas y almohadas sobre el piso del living para poder estar más cómodos y luego pusieron la cinta en la videocassetera.
Eddie no estaba interesado en la película en lo más mínimo y solo se dedicaba a admirar las delicadas facciones de Chris siendo iluminado por el tenue brillo del televisor.
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El azabache, por su parte, estaba muy interesado en lo que observaba, algo que Ed quería aprovechar a su favor para prepararse y contarle todo.
Algunos minutos pasaron; ya no resistía, por lo que se acercó, hecho un manojo de nervios.
-Chris, tengo que decirte algo importante... Yo... Yo no quiero ser solo tu amigo- soltó finalmente con sus manos y cuerpo entero temblando.
Pero no hubo respuesta.
-Entiendo, no lo esperabas ¿verdad?-
Silencio absoluto.
-¿Chris?- susurró, pero cuando pudo darse cuenta, el azabache estaba profundamente dormido.
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Suspiró amargamente pensando que tanta mala suerte podía tener pero la imagen de Chris con sus ojos cerrados lo enterneció, haciéndole olvidar su mal trago.
Al cabo de un rato los dos chicos yacían entre las mantas de la sala de estar.
