Capítulo 2: Buenas noticias

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Jason

Miro a mi madre luego de escuchar lo que el Dr. Martínez dijo. Ella tiene una cara de no poder estar creyéndoselo.

—¿Escuchaste eso mamá? Y estás mejor, está controlado por fin —digo conteniendo mi felicidad interpretada en lágrimas.

—¿E-esto es ve-verdad? —dice soltando unas lágrimas ella misma.

—Pues claro que lo es señora Peters, el tumor fue extirpado casi en su totalidad en la cirugía pasada y los restos que quedan dentro están totalmente en regla, por ahora, no hay nada de qué preocuparse, sólo debe procurar tomarse los medicamentos y estará bien —responde el doctor, con una sonrisa y alivio en sus ojos.

—Muchas, pero muchas gracias Doctor, de verdad no sabe lo que es para mí escuchar que aún me queda tiempo con este malcriado —Dice mi madre abrazándome de lado y dándome un beso en la cabeza.

—No agradezca nada, por ahora solo preocúpese de usted y disfrute su vida nueva, no todos los días te dan una oportunidad para vivir de nuevo.

—Muchas gracias, yo me encargaré de cuidarla —digo levantándome de mi asiento y estirando mi mano para estrecharla con Matías.

—Siempre es un gusto Jason, cuida mucho a tu familia ¿Sí? —dice apretando mi mano.

—Por supuesto Matías.

—Espero no verlos por aquí muy pronto, no me echen mucho de menos —agrega sonriendo.

—Hasta luego Doctor —Mamá le estrecha la mano de igual manera que yo.

—Adiós Mary.

Con una gran sonrisa en nuestros labios, salimos del hospital,

Cuando llegamos aquí hace una hora atrás no creíamos que nos dirían algo así, esta, sin duda, ha sido la mejor noticia que me han dado en más de 2 años.

Tomo a mi madre del brazo para llevarla al auto, el año anterior saqué mi licencia para que mi madre no tuviera que manejar ni pagar transporte nunca más.

Cuando ya estamos dentro la miro y sonrío de nuevo.

—Te amo, Mamá.

—Y yo a ti, hijo, y yo a ti.

Pongo la radio y conduzco hasta casa, cuando llegamos, Elle sigue llevando cajas llenas de nuestras pertenencias al jardín, debemos irnos esta misma tarde.

Bajamos del auto y mi hermana viene a recibirnos.

—¿Y? ¿cómo ha ido?

—Me han dado el alta mi amor —dice mamá para luego ser abrazada por Elle.

—¡Eso es maravilloso, mamá!, ¿Eso quiere decir que no más quimio ni cirugías?

—Por el momento está todo en orden, así que no, nada más de esas cosas.

—No sabes lo feliz que me hace escuchar esas palabras, estoy orgullosa de ti mamá.

—Y yo de ustedes hijos, han sido muy valientes al ayudarme a sobrepasar todo esto, los adoro con todo mi ser —confiesa, abrazándonos ahora a los dos.

Disfruto de este abrazo y aspiro el olor de mi madre, siempre me han reconfortado los aromas dulces, mamá siempre ha olido a mi hogar.

—Bueno, señoritas, por mucho que yo también las adore, necesito estos fuertes brazos para terminar de empacar nuestras cosas, así que si me disculpan —les digo deshaciendo el abrazo.

—Sabía que su ternura no podía durar mucho —le murmura Elle a mi madre por lo bajo.

—¡Te escuché! —grito yo, entrando a casa.

Oigo sus risas incluso cuando ya estoy dentro, el lugar está casi todo desmantelado y vacío, sólo quedan unas pocas cajas que sacar y unas fotos que descolgar, así que me pongo a ello.

Sacó las cajas que quedan dentro y voy al pasillo de la escalera a por las fotos.

Hay una de Eleonor cuando tenía 2 o 3 años, sonriendo a la cámara y con un dedo en la nariz, otra de mamá y yo con una medalla de oro colgando de mi cuello luego de una competencia de natación, y al final está también la de mi padre sosteniéndome a mi yo de 4 años y abrazando a mi madre por el lado. Ella se ve muy feliz a su lado, y yo solo quería que la persona tomará rápido la foto, desde pequeño no me ha gustado.

La miro por última vez para luego descolgarla al igual que todas las demás.

Meto todo en una sola caja y la llevo fuera.

Mi madre y Elle están metiendo las cajas pequeñas en el auto, el camión de la mudanza llegará más tarde.

Aprovecho a que están distraídas para subir por última vez a mi cuarto. Aquí fue la última vez que vi a mi papá.

Me estaba contando una historia, sobre como la luna y el sol estaban enamorados, y aunque no se podían tocar aun así seguían queriéndose ver.

Luego de eso se fue a una de sus misiones militares, dónde desapareció en acción.

El funeral fue poco después. Aún recuerdo sus manos llenas de cayos. Me raspaban cuando me hacían cariño, pero se sentía bien. Nunca las volví a sentir.

Nunca las volveré a sentir.

Escucho que mi madre me llama así que bajo.

Ellas ya están listas.

—Nosotras ya nos vamos, hijo.

—Claro, conduce con cuidado Elle.

—Si, papá —murmura bromeando aburrida.

—Recuerda subir todo al camión, hijo, y tú debes indicarle al señor hacia donde, ¿sí? —dice mi madre subiéndose al auto.

—Claro, mamá, vayan con cuidado, las quiero.

—Nosotras igual, nos vemos allá —se despide con la mano luego de tirarme un beso con la mano.

—Nos vemos.

Las veo irse, ellas se van primero porque el camión llegará más tarde, además quieren llegar a hablar con la arrendataria y poder ordenar un poco antes de que lleguen las cosas más pesadas.

Me siento en el descansillo de la entrada y suspiro.

Mañana será un día nuevo, espero que lo sea. 


Siempre siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora