- xviii. después del caos

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[xviii. después del caos - sirius]

love of my life - queen

Sirius.

Pasé las manos por mi cabello, nervioso. Nathalie acababa de irse con el idiota de Frank Longbottom, incluso después de admitirle que ella era la única que me hacía sentir algo.

Tampoco estoy seguro de saber que era lo que pretendía, ¿Qué corriera a mis brazos? ¿Qué lo abandonara a él para estar conmigo? Nali no era asi. Y sin duda yo no podía darle eso.

Siquiera era capaz de mantenerme bien emocionalmente menos iba a poder tener una relación con ella, Nathalie merecía mucho más de lo que le pude dar en cualquier momento.

Volví a sentarme en el gran sofá, echando mi cabeza hacia atras y cerrando los ojos.

Estúpido, estúpido, estúpido.

—Cuéntame que hiciste ahora. —La voz de mi hermana me sorprendió. Levanté la cabeza, mirandola con el ceño fruncido. ¿Acaso sabía todo lo que estaba pasando con la ojimiel?

—No sé de que hablas.

—No te hagas el desentendido, hermanito. Lo sé todo. —Se sentó adelante mío. Me extrañé ante las ojeras bajo sus ojos.

—Olvídalo. Pasado mañana estaremos bien. —Admití.

No quería involucrar más a CC, no quería que supiera que estaba enamorado de Nathalie y que la alejé por simple capricho. No soportaría que ella conociera esa faceta mía.

—Sirius, deja de tirar de la cuerda, en algun momento se va a cortar y no te va a gustar el resultado. —Advirtió.

—¿Qué quieres decir? —Pregunté observando como se preparaba para irse.

—Que se va a cansar y te mandara a la mierda. —Se giro, comenzando a caminar hacia la puerta de las habitaciones.— Y ella tendrá razón.

Uf, golpe bajo, definitivamente. Aun también estaba en lo cierto y quizás eso era lo que esperaba; hartar a Nathalie para no tener que lidiar con que, de quererlo, ella sería mía.

A pesar de que ya lo era.

—Sirius. —James apareció por las habitaciones. No lo miré. Todavía me recorría la vergüenza por el puñetazo a Peter. Otra cosa sinsentido que hice. Ultimamente mi razocinio se tomo vacaciones.

—¿Qué hay?

—Maldito imbécil. —Cuando pasó por detrás mio, me golpeó en la parte trasera del cuello. No me moví.

—Ya sé, lo siento. —Admití levantando ambas manos.— Se me fue de las manos.

—Sirius, ya basta. O decidete con Nath o dejala ir, te estas hiriendo tú. —Respiró hondo, sabía que juntaba paciencia.— O peor, a ella.

Y se marchó. Asumí al Gran Comedor. Donde siempre estaba.

Me quedé allí, sin saber que hacer. Me sentía avergonzado y enfadado. Triste y decepcionado. Todo junto. Lo que era aún peor, esos sentimientos estaba dirigidos solo a mi.

No podía culparla a Nali, Peter ni siquiera a Frank Longbottom, fui yo el que la dañó a ella y el que le pegó a uno de sus mejores amigos; lo imperdonable.

—Cielito. —La voz de Marlene me sorprendió.— Te busqué por todos lados.

—Aquí estoy. —Contesté sin ganas. Ella se sentó sobre mi regazo, refregandose más de lo necesario. Sus labios se acercaron a los míos y me besó. Yo solo pude reproducir el beso con Nali, que no se sentía en lo absoluto como este.

Suavemente, me empujó hacia atrás con sus dos manos, apoyandose sobre mi. Acarició mi cabello, mejillas y nuca, buscando una pasión que no existía.

—¿Sabes? —La corté.— Iré a la cama. No me siento bien. —No le quedó otra opción que salir de encima mío.

—¿Quieres que te acompañe? —Preguntó seductora. Miré su rostro un momento, intentando captar una emoción que no estaba.

—No hoy.

Cuando por fin huí y me acosté en mi cama, miré el techo, sintiendo mi garganta cerrarae con ese nudo que no me dejaba respirar. Lo sentía a menudo pero pocas veces lo dejaba ir.

Desde que mi hermana y yo vivíamos en la casa Potter, todo era un poco mejor. Extrañaba a Regulus más de lo que podría explicar con palabras pero me sentía bien, hasta cómodo, con familia de mi mejor amigo.

Había noches en las que deseaba volver a mi casa, solo para saber de mi hermano, para rescatarlo de aquel infierno que mis padres crearon poco a poco, a medida que fuimos creciendo.

Esos días, el nudo en mi garganta apretaba tanto que temía morir ahogado por lágrimas que no liberaba. Nunca lo hacía. La última vez que lloré fue en con Nathalie, quien me dió esa seguridad para hacerlo.

Pero ese instante, estando solo en mi habitación, después de aquel día nefasto, me dejé llevar, liberé toda esa tensión permitiendo que el agua que caía por mis mejillas limpiara todo el dolor que albergaba en mi corazón.


Inefable | Sirius Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora