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Un nuevo día comenzaba, y yo estaba destrozada como nunca, pocas fueron las horas que llegue a dormir por culpa de aquella tristeza que me hundía y el odio de mí familia hacia mí ser, tan solo, en ese momento, deseaba desaparecer para siempre, o lograr ser feliz, pero no tenía fuerza para ninguna de las dos cosas.

Pronto debería ir al colegio, por lo que, tomé mi ropa, una que pudiera cubrir mis heridas, y entre al baño a ducharme, dónde tarde demasiado por culpa de las nuevas lágrimas que salían en forma de desahogo.

Tras varios minutos bajo el agua tibia, salí de allí y me mire en el espejo del baño, se veían muy mal mis brazos, en cualquier momento podría llegar a tener una infección increíble, así que debía curarlas, y eso fue lo que intente hacer con todo lo que tenía allí.

Una vez lista, baje con terror de encontrarme a mis padres, y para mí suerte, allí no se encontraban, así, comí poco y nada para desayunar, pues, tenía el estómago cerrado, tomé mi mochila y salí en dirección al colegio con pocas ganas. Una vez allí, mi grupo de amigos quiso acercarse a mí, ya que, al ver mi aspecto tan cansado se preocuparon por mí, pero intenté pasar de ellos, pero fue algo casi imposible de evitar, pues, Vala me tomo de la muñeca, y yo me queje.

— Oye ¿Qué ocurre?

Abrió más sus ojos al notar mi queja y rápidamente subió mí manga para ver lo que ocurría, y al ver mis heridas, me observo demasiado pálido, como si a un fantasma haya visto y miró al resto.

— ¿Fue tu papá? Hay que hablar con algún profesor, Beka, esto puede ser peligroso si no lo hablas...

Dice agitado y entrecortado, se lo notaba asustado por mí que no me permitió ni hablar, tomando de mí mano para llevarme con el primer profesor que viéramos por allí. Mí mirada aterrorizada se movía por todos lados, en busca de Kira, pero no la encontraba, y unos ruidos me sacaron de mis pensamientos, me estaban ingresando a un aula, y al ver al profesor de música vernos con extrañeza, mi corazón dió un brinco del terror.

Mis amigos, le cuentan todo lo sucedido y yo no pude negar nada, el profesor me mira preocupado y se pone de pie para abrazarme con fuerza, en sus brazos me sentí protegida, como nunca me había sentido en otros brazos. Una vez rodeada por sus brazos, hice algo que jamás haría, llorar frente alguien, pero con él todo era diferente, sentía que podía hacerlo sin sentirme juzgada, que él siempre me aceptaría.

— Te sacaré de ahí, lo prometo, haré lo posible para hacerlo, para que tu estés bien, solo si prometes ayudarme en esto, y en contarme todo, quiero adoptarte.

Al oír eso, lo observo con emoción y asentí, para abrazarlo con la mayor fuerza que me permitía mis heridas.

— Lo prometo, lo ayudaré, quiero que me adopte, señor.

El mayor sonrió, y a pesar que le haya parecido raro que le diga señor, no dijo nada al respecto, y me permitió irme, no antes sin mandarme a la enfermería y contactar a los directivos para hablar de lo que me ocurría, así poder dar aviso a la policía. Mis padres, al enterarse de todo esto, seguro que estarán demasiado molesto, y será peor, pero no me importaba ya que tenía la protección del profesor, de los directivos y de la policía.

Caminando por los pasillos, me encontré con Kira que iba corriendo en mi dirección, como pude imaginar, se había enterado de lo que sucedió, y me abrazó con fuerza, plasmando un beso en mis labios, cosa que correspondí con intensidad, la había extrañado y la necesitaba conmigo.

- Beka... Siento tanto lo que te está pasando... Hablé con el profesor y me permitió que vengas conmigo el fin de semana a lo de mi tía.

Hablo tan rápido que me hizo soltar una pequeña risa, para luego responderle.

- Está perfecto, ¿Quieres que lleve algo especial?

- Tu presencia.

Dijo con una sonrisa y volvió a abrazarme, y el resto del día en clases paso bien dentro de todo, y por pedido y obligación de la policía, estos días me quedaría en la casa del profesor por protección propia, mientras todo el caso se llevaba a cabo, y al fin, una vez en mí vida, me sentía protegida, amada y parte de una familia con alguien.

La policía me acompañaría hasta mi casa para que yo pudiera recoger mis cosas, sin problema alguno, y poder retirarme fácilmente. Cuando llegué, allí estaban mis padres, enfadados, y gritándome cosas.

— ERES UNA MENTIROSA.

— MIRA LO QUE LOGRAS.

Entre demasiadas cosas más, quedando ellos peor de lo que ya habían quedado. Tomé mis cosas con rapidez y me salí de la casa, agradeciendo a los policías y subiendo al auto del profesor quien me llevaría a su casa aquel día, al igual que el resto.

Amor Prohibido ✓ (Pronto una versión reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora