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Luego de aquel momento tan terrible que pase, no he podido comer porque tenía un nudo en mi estomago, y no podía dormir por culpa del insomnio y los recuerdos que pasaban por ese momento en mi mente, Damián y Lucas estaban demasiado preocupados por mi. Eran alrededor de la una de la madrugada, y daba vueltas por la habitación, así que decidí bajar para poder hacerme al menos un té.

Mis pasos eran lentos y silenciosos, como si tratará de que nadie me oyera, y en cierto punto era así, temía que llegará a despertar a los dos hombres con los que vivía en esa horrible situación, pues, el mínimo ruido que se hiciera, se oiría porque las paredes de ciertas habitaciones eran demasiado finitas, pero, no me podía quejar, la casa era acogedora y cálida, y tenía un toque tierno como lo era Damián, y un toque serio como lo era Lucas.

Para mi sorpresa, no llegué ni a la mitad de las escaleras de madera y pude escuchar unos sollozos provenientes de la sala, podía escuchar dos voces masculinas discutir, y una de ellas se la escuchaba entrecortada por culpa de unas lágrimas, y enseguida supe de quienes eran, ni más ni menos que la pareja que habitaba conmigo, por lo cual, me quedé allí escondida, apoyando mi cuerpo contra la pared, así poder oír de qué hablaban sin que me descubrieran.

—¿Cómo pude dejarla sola? Todo es mi culpa, no debí dejarla ir.— Hablaba el menor de los dos entre sollozos, cosa que me partió el corazón, no era culpa suya, definitivamente, no lo era.

—Dami, mi amor, no es tu culpa, no sabíamos que esto sucedería, no lo sabías, por favor.— Hablaba con un tono dulce en su voz y la vez comprensivo por el sentimiento de culpa del contrario, podía notar que el mayor intentaba no parecer débil ante esa situación, y sin dudarlo, termine de bajar las escaleras y me acerque a abrazarlos en silencio, sin mucho que decir.

—No es culpa de ninguno de los dos, la víctima jamás tiene la culpa, sólo el atacante. Los quiero muchísimo.— Esas palabras causaron que los dos hombres se quedarán en silencio, sin saber que responder, sus labios estaban entreabiertos, intentado de formular unas palabras pero no podían.

Por mi parte, caminé hasta la cocina y preparé tres tazas de té, donde dos de ellas las dejé en la mesa del comedor, y me retiré hasta mi habitación sin antes despedirme. Tarde en dormirme luego de beber esa bebida caliente, pero, había logrado dormir unas pocas horas, al menos era algo.

Durante este día tendría el juicio hacía mi padre, y allí estarían tanto Damián como Lucas, mi tía con mi abuela, mi novia y mis amigos, y Fabiola, la madre de Siri. Había desayunado demasiado nerviosa, pero, en el poco tiempo en el que Lucas me conocía, supo que hacer para tranquilizarme, ponerme canciones de mi banda favorita del momento, Arctic Monkeys, cosa que agradecí profundamente.

Luego de estar varios minutos minutos desayunando, vistiéndome y preparándome, ya estaba lista, y abajo me esperaban los dos hombres que luchaban junto a mi en esta agobiadora situación, y en tan poco tiempo, se habían ganado todo mi cariño completo. No tardamos mucho en llegar al lugar donde tendríamos una larga lucha judicial, pero, era eso o nada, y en cualquier momento, aunque no quisiera, llegaría a ocurrir esto.

Yo estaba sentada junto a mi abogada, y mi padre, si se le podía llamar así, del otro lado de la sala, quien me miraba con odio y desprecio, me sentía mareada y con ganas de vomitar a causa de la presión que sentía en ese momento, creí que estaba por desmayarme, pero en ese momento, Jennifer, quien era mi abogada, acarició mi espalda para tranquilizarme y me dio un vaso de agua, mirándome con su sonrisa cálida, con aquellos labios rosados, su piel morena, sus ojos color café y mirada sincera y dulce, logrando que mis pensamientos dejarán de estar tan alborotados y mi corazón no golpee tan rápido.

Sentía que aquello iba muy lento, y de a poco iban haciendo pasar a cada testigo que tenían, los abogados poniéndose de pie a cada rato y discutiendo entre sí, hasta que en el momento que me llamaron, sentí como el corazón se me paraba por unos segundos y me ponía más pálida de lo que era, mis manos comenzaron a temblar y comenzaba a sudar como nunca. Suavemente me puse de pie y pase al frente, esperando las preguntas que debían hacerme, había preguntas tanto estúpidas como no tanto, pero había una que me había hecho mucho daño, y venía del abogado de mi padre.

—¿No ha pensado que realmente ha sido tu la culpa? ¿Qué usted lo provocó? Después de todo, no le hizo caso cuando le pidieron que dejara a su pareja y le llevo la contra a su madre.— En ese momento tan solo quería ponerme de pie y darle una merecida abofeteada por eso, ¿Por qué sería mi culpa que el hombre que me había criado fuera un violento?.

Antes de responder, mis ojos se llenaron de lágrimas por el enojo y por primera vez en todas esas preguntas, respondería segura. —¿Está usted insinuando que amar alguien es provocación? Yo no hice nada malo, que él no sepa qué es el amor, y no sepa respetar los diversos tipos de amar, y que sean sanas, no es culpa mía, no trate de culpabilizarme de un crimen que no cometí, y de tratar que el culpable sea la víctima.— Era la primera vez que no me sentía tan miserable al decir algo para defender, es más, me sentía orgullosa de lo que había dicho al respecto. En el rostro del abogado y mi padre se notaba la molestia que le había causado mis palabras, cosa que me dejó satisfecha lograr.

Luego de una larga pelea judicial, llegaría el momento en el que se sabría el resultado de ello, si mi padre era culpable o no, si él iría a prisión o no, cosa que me ponía los pelos de punta.

— El señor Gates es....— Hizo una pequeña pausa.— Culpable.— En ese momento una gran alegría comenzó a recorrer mi cuerpo y unas lágrimas de emoción comenzaron a brotar de mis celestes ojos, me puse de pie junto a mí abogada y nos abrazamos para dar finalizado aquella situación.

Mientras mi padre era llevado, se le oía gritar con furia. — ¡Vas a sufrir por esto, Beka! ¡Me vengaré!— Esas palabras causaron un escalofrío en mí, pero intenté solamente mirar lo bueno, en que había ganado y sería feliz con mi nueva familia.

Me acerqué con alegría a quienes serían mis padres legalmente a partir de ahora y a mis amigos, quienes saltaron sobre mí para abrazarme y felicitarme. Jamás había sido tan feliz como en ese momento, sentía un gran alivio sobre mis hombros y tan solo quería seguir así de feliz durante bastante años.


                                    FIN.

Amor Prohibido ✓ (Pronto una versión reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora