|Capítulo XI - Lugar Secreto|

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En el capítulo anterior...

—¿Qué tal si me das un besito de agradecimiento? —propuso Prince—. Creo que me lo merezco después de haberte salvado el trasero.
...

—Háblame sucio, Prince —. Se atrevió Michael a pedirle.
______

A la mañana siguiente Prince se encontraba alistándose para ir a la universidad, aún pensando sobre el favor que Jackson le había pedido ayer por teléfono con su voz agitada.

Cada vez estaba ganando más confianza en sí mismo, y también estaba obteniendo la confianza del rizado poco a poco. Todo estaba yendo tan bien ahora, todo excepto que tendría que ir a la casa de su amado a recoger su olvidada mochila, lo bueno es que no habían dejado tarea.

Rogers terminó por rociarse y llenarse de su olorosa loción masculina. Él solía echarse cantidades realmente excéntricas de ese aromático líquido, tanto así que podría decirse que se echaba casi todo el recipiente encima. Lo más seguro es que pudieras percibir su aroma a más de un metro de distancia, era algo que lo caracterizaba.

Después de mirarse repetidas veces en el espejo observando su apariencia salió de su habitación, bajó las escaleras, se desplazó hacia la cocina y cogió una jugosa manzana verde, la cuál se comería cómo desayuno mientras caminaba al domicilio de Jackson.

Salió de su espaciosa casa con tan sólo la fruta en mano, claro, también salió con las llaves de su hogar en el bolsillo de su pantalón. Después de asegurarse de que había cerrado perfectamente la puerta principal emprendió su camino.

No daba pasos tan largos ni tan cortos, iba tranquilo por la acera de la calle; dándole mordidas a su manzana de vez en cuando. Mirando cómo apenas el sol se estaba asomando, era temprano aún. Al acabar su manzana quedando sólo el hueso la botó en el suelo, cerca de unas plantas.

Llegó a la casa de Michael. Comenzó a ponerse nervioso, sus piernas temblaban ligeramente. Se acercó a la entrada, dio un suspiro mientras miraba hacia abajo y tocó la puerta con su mano en forma de puño. Pronto le abrieron la puerta.

—Oh hola, muchacho —le saludó Joseph un tanto sorprendido al abrir la puerta—. ¿Qué te trae por aquí?

—Buenos días, señor —habló Prince entre una tenue sonrisa—. Olvidé mi mochila ayer, y quería ver si estaba por aquí —se levantó un poco de puntillas para ver hacia el interior de la casa con curiosidad, buscando algún rastro de Jackson y su mochila.

—Ah sí... —el mayor rio un poco y devolvió su mirada hacia Rogers— creo haber visto a Michael con esa mochila en su habitación —Prince se removió desde dónde estaba—. Pero bueno, yo ya debo irme a trabajar... Nos vemos luego, chico.

El padre de Jackson se retiró, dejando ahí a Rogers parado frente a la entrada esperando alguna autorización para poder entrar. Se había espantado un poco, por lo que Joseph le contó Michael estaba con su mochila; lo peor es que ahí estaba su cuaderno de notas, lo más seguro es que el rizado habría leído cada deliciosa poesía que estaba en el cuaderno. Cada poema dedicado a él en secreto...

—¿Prince? —. Le dijo Katherine al salir de la casa bien cambiada, con su bolsa que combinaba excelentemente con su vestimenta.

—Hola, señora —saludó Rogers entre un movimiento ligero de su mano— ¿Por qué está usted así de elegante? —sonrió al verle—. ¿Irá a una gala o algo parecido?

—Oh, eres tan encantador —habló la madre un tanto sonrojada por las palabras del chico universitario—. No voy a ninguna gala. Sólo voy a la casa de unas vecinas, ya sabes... para platicar.

Universidad Homofóbica I PrichaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora