|Capítulo VIII - Infidelidad|

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En el capítulo anterior...

—Lo siento —. Titubeó él en manera de disculpa, casi ni podía hablar de lo afligido que se hallaba.

—Te odio —. Le gruñó Jackson con fastidio, ¿de qué le serviría un simple "lo siento"?

...

Prince pensaba firmemente que después de haber hecho el amor junto a él terminarían por estar juntos para siempre; pero la vida no siempre es de color de rosa.
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Michael no podía dejar de sentir tristeza y molestia por lo que pasó mientras corría cómo rayo a su casa, pues las clases estaban a punto de empezar, lo sabía por la posición del sol allá arriba. Le rogaba al cielo por segunda vez que sus padres aún no estuvieren despiertos, de todos modos entraría por la ventana de su habitación.

No se quiere ni imaginar la regañiza que le darán sus padres por ni siquiera llegar a casa la noche anterior, de seguro estaban preocupados por él. Aunque sabía que en cualquier momento le preguntarían por lo que pasó, fue analizando su respuesta, les diría que se quedó a dormir en la casa de Charlotte, eso no podía fallar, nunca falla.

Llegó a su casa y rápidamente saltó sin ser visto la cerca hecha de madera de color blanco. No fue muy difícil para él tomar la gran escalera que guardaban en su patio, ponerla contra la pared de su casa, y simplemente subir por ella hasta llegar a la ventana de su habitación. La abrió y entró con sigilo, sin hacer casi ningún ruido.

Velozmente comenzó a quitarse la ropa con desesperación, buscando cambiarse lo más rápido posible para asistir a la universidad. Mientras hacía todo ese movimiento no podía dejar de pensar en lo que hizo, pensando en que todo fue un error y no debió desobedecer a su madre. No debió haber tomado sabiendo las consecuencias que ésto le podría traer, pero nunca imaginó poder llegarse a acostar con Prince.

Él siempre había considerado a Rogers cómo un compañero más del salón, tal vez hasta un buen amigo; pero ahora no sabía ni que era él. ¿Era su amante ahora? ¿Eran amigos con derecho o algo parecido?

Jackson sólo esperaba que no mucha gente se haya dado cuenta de lo que pasó con Prince, le daba tanto miedo pensar en que alguien pudo haberlos visto mientras lo hacían la otra noche; que pena.

Michael terminó de cambiarse de ropa, tomó su mochila escolar, dónde en un santiamén metió sus libros y cuadernos de forma desordenada, tal vez le quedaban unos treinta minutos para llegar a la universidad, tenía que apresurarse. Se colocó la mochila en la espalda.

Abrió la puerta lo más rápido y sigiloso que pudo, no quería despertar a sus padres. Caminó de puntillas en su bajar por las curvadas escaleras que daban a la planta baja de la casa, dónde al llegar soltó un leve suspiro por el esfuerzo inmenso que había echo por no hacer ruido; pero al parecer nada salió bien.

Sus padres se encontraban ahí, así que cuando bajó por las escaleras las miradas molestas de sus padres ya lo tenían en la mira, listas para soltar un gran reproche hacia su persona. Jackson se exaltó de inmediato al verles, y claro, se puso nervioso.

—¿Qué son estas horas de llegar, Michael? —. Le reprochó su padre cruzando los brazos en señal de enojo.

—Nos tenías preocupados, hijo —le informó su madre acercándose para después darle un pequeño abrazo—. ¿Por qué no llegaste anoche?

Katherine se alejó de su hijo, y al igual que Joseph tomó una postura de enfado hacia él.

—Yo puedo explicárselos —tartamudeó Michael con inquietud, jugando con sus dedos mientras intentaba mantener su vista firme—. Es que cómo ya era demasiado noche decidí quedarme en la casa de Charlotte a dormir.

Universidad Homofóbica I PrichaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora