- ⸙𝑬𝒙𝒑𝒖𝒍𝒔𝒂𝒅𝒂.-Usa la estufa para calentar tu cena.
Mi madre yacía en su dormitorio con un enorme baúl repleto de piezas de oro. Zhao había saqueado alguna tribu seguramente pues el grabado en las monedas no era parecido ni de lejos a las de la Nación del Fuego.
-Está bien, mamá.- esta palabra le quedaba muy grande, pues no era más que una mujer que decidió traerme al mundo, darme dos comidas al día y un techo para vivir. Cuántas noches en vela pensando en cómo sería mi vida con una familia real... Si mi padre aún viviese. Tenía a Reiko conmigo, pero eso no me hacía sentirme menos sola.
Nací en una familia de nobles de la Nación del Fuego, mi padre (nunca lo conocí) era un maestro fuego experto que se dedicada a enseñar a novatos en las tribus más alejadas. Casi no pasaba tiempo en casa, y ese fue su pecado, o eso fue lo que dijo mi hermana mayor.
Mi madre le era infiel con un teniente del ejército y ambos planearon darle fin. En su plan había un solo obstáculo, y esa era yo ya que Reiko fue tentada con una vida llena de lujos.
Mi madre tenía ya 8 meses de embarazo y era muy tarde para librarse de mí, pensó en abandonarme pero Zhao la convenció de que no lo hiciera, no sería una buena imagen para ellos... ¿cierto?Zhao me crió como su hija, pero sin cariño paternal alguno. A los tres años, me tomó de la mano y me acercó a los entrenamientos del ejército.
Me educó para ser una máquina de matar, y con 7 años era capaz de manejar fuego control. Me llamaron prodigio, cuando en realidad no era más que una niña normal a la cual jamás dejaron crecer, el tiempo que no me entrenaban me la pasaba leyendo. Querían hacer de mí un soldado, me dieron modales y técnicas de fuego control. Hicieron de mi una chica educada y culta, pero me robaron la infancia y eso no puedo agradecerlo.
Volví a la realidad y miré mi reflejo en el espejo del pasillo, mi piel levemente tostada por el sol y con un par de pecas salpicando mi rostro. Cuando era niña, mi cabello era rubio pero se fue oscureciendo sin razón aparente terminando en un castaño oscuro, en mis ojos había un bajo brillo anaranjado.
La puerta principal se abrió detrás de mí. Era Zhao, con una sonrisa resplandeciente, me di la vuelta para saludarlo con una reverencia bastante leve y así, apresurarme a entrar en la cocina. Lo odiaba, los odiaba a ambos.Tomé una pieza de pollo y me senté solitaria en la penumbra del comedor. Me llevé un bocado de arroz a la boca para después comprobar que estaba tibio pero le faltaba sal. Estaba a la mitad de mi comida cuando oí murmullos o entendibles provenientes de la habitación, seguidos de una cálida y esporádica risa de mi madre, quien sonaba como una chiquilla.
-ShaiMin, date un baño y vienes. Queremos hablar contigo...
-¿Puedo conocer el motivo, madre?
-Obedece, ya conocerás la razón de nuestra alegría.- atajó Zhao secamente.Caminé hasta mi habitación, claramente intimidada, mi instinto me decía que nada bueno iba a pasar. Logré desvestirme con ayuda de la ya vieja criada, Aya, quien comenzó a hablarle acerca de los descuidada que era y que no debería entrar a casa con mis zapatos sucios por la arena de entrenamiento, "haces del piso un pantano"
Entre a la bañera, con pequeñas flores de loto sobre su superficie. Un par de segundos más tarde vertió agua tibia sobre mi cabeza y casi al instante un grupo de criadas más jóvenes se acercaron a tallar mis extremidades con esponjas impregnadas en jabón con un fuerte olor a vainilla, llenando la bañera de espuma. Habría disfrutado de la hora del baño de no ser por la constante sensación de inseguridad, quería huir ahora mismo. Mi madre y Zhao no podían tener nada bueno entre manos.Me enrollaron en una toalla mientras secaban mi cabello y extendian un aceite perfumado por mi piel. Este mismo ritual se repetía a diario.
Aya cepilló mi cabello por última vez cuando me puse de pie, dispuesta a enfrentar lo que sea que pasara cuando cruzara la puerta de la habitación de mis padres.
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;;⚘ ❝𝐌𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢❞ ◌ ⁺ ˖˚ Prince Zuko
Fiksi PenggemarLa Luna y El Sol. Cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor. Sucede que el mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque...