Aún era de madrugada cuando decidí salir de mi habitación, el mareo que anteriormente me hacía tropezar como una borracha se había atenuado. Sin embargo, la sensación de ansiedad sin aparente motivo no me abandonaba, me fue imposible cerrar los ojos hasta el momento en que sin darme cuenta estaba saliendo de mi habitación, protegida del frío glaciar con una cobija rellena de plumas sobre mi delgado camisón que hacia de pijama.
La temperatura era tan baja que al exhalar, una pequeña nube de vapor emergía de entre mis labios pálidos y quebradizos.
Iba de camino a la cubierta, para observar la luna que tenía un aire macabro... su pálida luz no me permitía ver a detalle mi alrededor.
Fue cuando vi una única vela encendida en navegación y la única persona a la que pensaba ver rondando por el barco a esa hora.-¿Dormiste algo?- Me acercaba por detrás, lo suficiente como para dejar únicamente mi cara pegada a la espalda de este, la cual tenía una temperatura muy agradable.
-¿Qué haces despierta?- respondió sin moverse ni un poco ante mi contacto. Seguía impasible, observando el horizonte con un telescopio fijado a la cabina.
-Me enoja que me respondas con otra pregunta.- hablé tomando distancia de este, mientras me sorbía la nariz y trataba de abrigarme mejor. Debí haberme colocado el abrigo de piel de visón antes de salir de la habitación.
-¿Frío?
-No entiendo como le haces para estar en pijama y no morir con hipotermina.
-Hipotermia.
-Cómo se diga.- rodaba los ojos con fastidio antes de empujarlo con poca fuerza.
-Sobre la mesita hay una taza con café, la preparé para mantenerme despierto pero creo que te servirá más a ti- señalaba en direccion a la bebida humeante que aceptaría sin dudarlo.El contenido era amargo pero estaba caliente, tomé la taza entre mis manos y así me deslizaba pegando mi espalda a una de las paredes para terminar sentandome en el suelo.
Pasaron un par de segundos antes que Zuko se alejara del catalejo y así, me mirara en el suelo enrollada en la manta y con la taza humeante en mis manos con una media sonrisa.
-¿El frío le está ganando a Zhao ShaiMin?
-Cállate, papamoscas.- mis dientes tintinearon entre sí.
-Hazme espacio.- me ordenó, lo cual claramente en otras circunstancias, me bastaba para haber hecho hacer lo contrario.Su hombro rozaba el mío y pude notar el contraste de su temperatura corporal de manera más clara. Zuko estaba tibio y desprendía un aroma similar al de la calidez del fuego. Estiré la cobija en su dirección, para rodearlo con esta y así dejar caer mi cabeza en su hombro para cerrar los ojos y disfrutar de la cálida piel de mi amigo.
-Hay mucha niebla, es imposible ver nada.
Tomaba la taza vacía que aún se mantenía caliente para dejarla reposar en una de mis mejillas por un par de segundos y luego en la otra.
-¿Mejor?
-Gracias.- dio un par de palmadas en mi cabeza con su mano libre.Me mantuve bajo su abrazo un par de minutos, me sentía protegida con su brazo rodeando mis hombros. Pero esta sensación se esfumó enseguida.
Si Zuko encontraba al Avatar, deberíamos volver a La Nación y aquello no era una opción para mí. No quería separarme de él ni de Iroh, y no había promesa alguna que me asegurara ser libre.
Fugitiva de la Nación, mi libertad intacta pero perdería a quienes considero mi familia.
Noble en la Nación, estar encerrada en una jaula muy lujosa me parecía igual de miserable porque muy en el fondo sabía que nada iba a ser igual.
No quería ser esposa del padre de mi mejor amigo.Me puse tensa enseguida y Zuko lo notó.
-Cuando lo encuentres, ¿podríamos hacer una pequeña escala en el reino Tierra?
-Sería una pérdida de tiempo, podemos volver al reino tierra una vez haya entregado al Avatar y recuperado mi honor.
-Zuko, no pienso volver a pisar la Nación.
-Min, estaremos en casa y podremos entrenar diario. Puedes contar conmigo para librarte del matrimonio arreglado.
-Las cosas no son tan fáciles. Aún tengo a mi padre y madre buscándome.
-Vivirás en palacio, yo te protegeré de tu padre y el tío Iroh estaría encantado de tenerte allí.
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;;⚘ ❝𝐌𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢❞ ◌ ⁺ ˖˚ Prince Zuko
FanfictionLa Luna y El Sol. Cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor. Sucede que el mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio entonces un toque...