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Riven se dirigía al grupo de amigas que se habían quedado en la sala y no planeaban moverse hasta obtener respuestas por parte de la nueva directora, todos los demás alumnos se estaban retirando a sus habitaciones como lo ordenó Rosalind.

Mientras se encaminaba a seguir las órdenes que recibió, sintió un poco de curiosidad por saber que harían con ella, ni siquiera habían ordenado ir por Bloom ¿Qué significaba?

Cuando llegó a donde estaba el grupo reunido, se colocó frente a Musa, ganándose las miradas dudosas de sus amigas incluyéndola. 

—La señorita Rosalind quiere verte en su oficina ahora. Debes venir conmigo— se suponía que debía tomarla a la fuerza y llevarla sin esperar respuesta pero no quiso hacerlo de esa manera.

Musa quedó atónita, lo miró ansiosa y con algo de dolor sobrante del punzón que hace un rato sintió. Esta vez fue mucho más fuerte. Se preguntó así misma qué hacía él ahí otra vez, dándole ordenes. —Muy bien, pues mis amigas vienen conmigo— volteó a verlas, esperando que esa sea la esperada charla que Rosalind había prometido.

—No. Te espera a tí sola.— respondió acercando su rostro a ella, con los ojos fijos en en los de ella, en un intento de murmuro fallido puesto a que todo el grupo lo oyó.

Musa frunció el ceño con molestia. ¿A qué rayos se refería? —Yo no me muevo de aquí sin ellas— insistió la hada sin quitar la severa mirada sobre el muchacho. Mostraba coraje, le indignaba que creyeran tener derecho a hacer lo que quieran. Los ojos color pasto del chico eran intimidantes, pensó, sin embargo no iba a dejar que le afecten.

—Escúchame, no te ganes más problemas. Son órdenes directas.— aclaró Riven, agarrándola del brazo. Debía hacerle entender que no tenía otra opción.

La empática quiso soltarse pero no pudo —Ahora trabajas fielmente para ella, ¿eres su buen perro guardián siguiendo órdenes? —le resultaba irónico, el chico que le había hablado ese día entrenando parecía no doblegarse ante nada, ni nadie —Supongo que el chico audaz, que no sigue órdenes de nadie, era solo una máscara ocultando su cobardía.

—No te debo explicaciones, colitas. —respondió Riven, con un tono burlón. —si no quieres que las cosas empeoren, debes acompañarme.

Lo observó colérica, le parecía inaceptable. Se sentía pequeña, ligera e impotente. Odiaba sentirse así. Inconscientemente sus ojos brillaron. Habían sentido a Riven.

Una descarga le recorrió el cuerpo.

—Si no me queda de otra...Bien. —aceptó finalmente. Algo proveniente del chico convirtió la negación en duda.

Sus amigas la observaron confundidas, ellas tampoco entendían que pasaba, no la iban dejar ir sola.

—De ninguna manera, irémos contigo. No te vamos a dejar en esa oficina so...

—Por supuesto que lo harán— Rosalind había llegado a la escena —La charla que tengo pendiente con su amiga no es nada de lo deban preocuparse. Contigo Bloom hablaré más tarde —anunció la vieja hada —Riven, ¿por qué la demora en llevarla a mi oficina? No te ordené que le des opciones de quedarse. ¿acaso no sabes hacerte respetar, qué clase de guardia eres? Qué inservible, no puedes hacer un simple trabajo. Llévatela ahora mismo.

Riven asintió y se apresuró en llevar a Musa a dirección. No le agradaba para nada que le llamen la atención. Sin embargo sintió merecer el maltrato por parte de la vieja hada.

En camino a la oficina, Musa tenía los sentimientos de Riven dándole vueltas en la cabeza. Provenía de él mucha duda y ansiedad, lo cual le impresionó. El chico sabía muy bien cómo esconder sus emociones y poner un muro frente a todos. ¿Por qué una persona como Riven se sentiría así? No supo encontrar una respuesta, y pensó que no era de su incumbencia. No le agradaba.

i'm covered in you | rivusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora