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—Estás en mi piedra, mueve tu trasero.— gruñó el recién llegado.

Musa se quedó inmóvil, aún no olvidaba lo del almuerzo. Él lo notó y soltó un suspiro.

—Puedes escupirme en la cara y arrancarme los pelos para sentirte mejor después, déjame disfrutar el lugar por lo menos los últimos segundos.

Musa se cuestionó un segundo, pero finalmente se movió, dejándole algo de espacio. No mucho. —¿Últimos segundos?

—La magia dura 5 minutos, la melodía no vuelve a sonar hasta después de 5 horas.

—¿Ya conocías este lugar?— preguntó la hada, sin apartar la mirada del paisaje.

—¿Y cómo crees que lo sé?— al recibir esa respuesta, Musa rodó los ojos.

Después de unos segundos, la melodía se detuvo y se escuchó solamente el típico sonido de cascada chocando contra el agua del lago, sonido el cual también encontraron relajante los jóvenes.

Hubo silencio entre ambos, por un par de minutos.

Por un lado, Musa cerraba los ojos, intentando que la paz que el lugar le había dado se mantuviera, aunque sea unos cuantos segundos más antes de lidiar con Riven. El sitio le daba una sensación extrañamemte familiar, no era el hermoso paisaje, era el abrazador calor del lugar. A la joven le pareció raro, pero hermoso al mismo tiempo. Se sentía exhausta, el estrés por no conocer completamente su poder, el incidente en el almuerzo y el recuerdo vívido de la muerte de su persona favorita en el mundo…Por un momento creyó que su cabeza estaba a punto de explotar.

Del otro lado se encontraba Riven, que estando allí, empezaba a dudar de la estúpida regla de no dejar entrar nadie. Él mismo se había obligado a crearla, pero comenzó a darse cuenta que no se sentía bien. No lo quería aceptar, como siempre, pero lo sabía perfectamente. Se preguntó por qué era tan malo desear llamar a alguien "amigo". Recordó que los únicos momentos en los que su corazón no era amargo era cuando tenía buena compañía. Tragó saliva y se castigó por si quiera pensar eso, por tener un poco de esperanza.

—¿Cómo encontraste mi…este lugar?— Riven trató de que el cambio de palabras no se notara, no quería exponerse a más preguntas por parte de la hada.

Musa se encogió de hombros, no tenía una respuesta. Había llegado ahí como resultado de querer huir de su habitación y de sus amigas, pero no se lo diría.

—Caminaba sin rumbo, supongo.

—No pareces de las chicas que camina sin rumbo.

—¿Y qué se supone que significa eso?

El joven la miró, para ser honesto, había pensado que Musa sí le arrancaría los pelos por lo de hace unas horas en el comedor, pero no parecía querer ser tan agresiva por ahora.

—Me refiero a que, perteneces al grupo de personas que sabe exactamente qué es lo que quiere lograr. Sobre todo, cuando se trata de cosas que parecen fantasiosas e imposibles.— detuvo su mirada en ella y la volteó de vuelta al lago.

—Ah, te refieres a que poder controlar por completo mi magia es “fantasioso e imposible”.— bromeó ella.

—¿En serio no puedes aceptar mi única buena voluntad por una vez en tu vida?—  respondió de la misma forma.

Ambos rieron, no fueron muy evidentes en eso, pero lo hicieron.

—¿Lo ves?— preguntó ella. El chico la observó y su rostro demostró que trató de descifrar que quería decir, pero sin éxito. —No entiendo por qué ocultas este lado tuyo con los demás.

i'm covered in you | rivusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora