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Se levantó temprano, quería entrenar él solo antes que todos. Mientras hacía movimientos de combate recordó la conversación con Beatrix la noche anterior.

Él había llegado tarde a su habitación, tomó una ducha y ella lo esperaba sentada en su cama. Cuando le explicó por qué la tardanza, Beatrix le reclamó que hacía con otra hada que no fuera ella y que su trabajo era solo entrenar a Musa, no a ser "confidentes". Se había hartado de sus reclamos y se acostó con ella para callarla.

La palabra "confidentes" repercutía en su cabeza. Ellos no eran confidentes, pensó. No habían hablado de nada importante ni tenían ningún tipo de secreto juntos, eso no podría llamarse ni "amistad". Riven detestaba pensar ensimismo como el confidente de alguien y en tener uno, jamás podría confiar tanto en alguien como para contarle cosas personales como su pasado, o sus sentimientos. Ni a Sky podría llamarlo así, a pesar de ser el que más lo conocía en esa escuela. Creyó que era absurdo abrirse tanto a una persona ¿Qué garantiza que alguien más conozca tanto de uno? Sólo podría usarlo algún día a su favor. El especialista había vivido bajo esa regla por décadas y nadie iba a cambiarla.

Por eso, al escuchar lo que dijo Beatrix, le asustó un poco pensar que Musa lo descifre. Debía ser cuidadoso, es empática. Pero más allá de eso, sabía que la hada es inteligente, con magia o sin ella. Así que Riven debía cambiar su armadura de hierro por una de acero. Esa armadura que lo protegía, que no permitía que nadie se acercara tanto a como era él en realidad.

-Debiste aceptar mi café cuando te lo ofrecí esta mañana.- mencionó Sam, al ver a su novia casi dormirse en la cafetería. -No estás durmiendo lo suficiente por tus clases con Rosalind.

-Era el último y sé que te encanta el café.- respondió entre bostezos la hada. -Y sabes que las clases con Rosalind están sirviendo. Solo estoy algo agotada, el entrenamiento de hoy fue más duro de lo pensado.

-Y encima tienes que aguantar al señor insoportable.- río tiernamente el chico.

-¿Desde cuándo lo llamamos así?- cuestionó Musa, sonriendo. Sam le contestó encogiéndose los hombros. -No lo sé, creí que después del otro día él sería más agradable.- dijo recordando el entrenamiento de la mañana. -Pero parece que un idiota, se queda idiota por siempre.

Sam la observó extrañado. -¿Qué pasó el otro día?

-Na... Nada importante, sólo me ayudó a estudiar en la biblioteca.- Lo observó ansiosa, no se lo había comentado. Pensó que el chico pensaría igual que su hermana. -No fue taaan idiota como siempre.

Sam se encogió de hombros. -Seguro tuvo un mal día, nunca se sabe. Debe haber una razón por la cual sea taaan idiota.- la imitó. Musa lo observó con ternura. -¿Qué?

-Que te adoro.- sonrió y luego notó detrás del chico que el especialista llegaba a la cafetería. Al verlo, le recordó lo ocurrido esa mañana.

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Había llegado puntual a su entrenamiento, notó que Riven estaba sudado y supo que había estado ahí desde antes. Saludó y recibió el saludo de vuelta, pero con un tono serio. No le pareció raro al principio, pero luego de tratar de entablar conversación y no recibir respuesta, empezó a confundirla. Se mantuvo callada y no habló más de lo necesario mientras entrenaban. Él de igual manera solo le hablaba para darle indicaciones.

-Raro no recibir arrogancia por parte tuya hoy.- comentó la hada, unos minutos antes de acabar. Con esperanza de recibir un chiste "de mierda" (como ella le decía) por parte del especialista y tener la clase conversación que siempre tenían.

i'm covered in you | rivusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora