Hong Kong parecía la mejor opción, ya no había nada en el Instituto de Brooklyn, New York que la atara. Isabel había aceptado el traslado y ella comenzaría desde cero. Jace no la amaba y ella no podía seguir viendo su rubia presencia, no después de...
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Narra Alissa
Después de la comida que compartimos los cuatro Jonathan se encargó de mostrarme a detalle la sala de entrenamientos y el cuarto de armas. No poseían gran cantidad de armas pero constaban con un equipo impresionante para entrenar, lo cual se me hace un poco contradictorio ya que en realidad las armas las necesitan más pero, al percatarse de mi incredulidad Jonathan se encargó de informarme que tras la muerte de la gran mayoría de sus compañeros que vivían allí, habían tomado la decisión de enterrarlos con sus armas seleccionadas, después de todo eso era lo que los representaba y los hacía sentirse como verdaderos Shadowhunter, por lo mismo la cantidad de armas disminuyó de manera radical y solo se quedaron con el arsenal que ellos ya manejaban, después agregaríamos mis armas. La sala de entrenamientos había sido modificada recientemente con diferentes artefactos para garantizar un mejor entrenamiento y que las bajas cesen ya que no se han podido conseguir a más Shadowhunters para remplazar a los ya fallecidos, por lo que mencionó Jonathan en los últimos seis años ha habido más muertes de los de nuestra especie y mis padres y mi hermano eran muestra de ellos, se han presentado casos de demonios más feroces, más inteligentes y que trabajan juntos. A diferencia de los demonios mayores, los de menor rango no tienen la capacidad de congeniar o crear estrategias para coordinar un ataque, pero, parece ser que de alguna manera lo estaban consiguiendo, Jace y yo fuimos la prueba de ello, sin embargo, no es como que se esté haciendo algo para investigar tales asuntos y si la Clave no nos lo permitía nosotros no podíamos meternos en ello.
Le informé a Jonathan que ya había pedido que me mandaran mis armas y las cosas que me hacen falta para mi estadía aquí y que por ello había mandado el mensaje de fuego hace un rato.
—Jin tendrá que avisarnos si alguien contesta a tu mensaje de fuego y si es que van a enviar algo, ya comienza a oscurecer y no podemos confiarnos a dejar las puertas sin seguridad– de repente se puso serio y no pude evitar preguntar.
— ¿Por qué tienen que ponerles tanta seguridad a las puertas?
—Aquí las cosas son diferentes Alissa, los demonios no se enfocan en cazar en lugares grandes, hay demasiada gente para poder cazar a gusto, se enfocan en lugares solitarios o menos concurridos, pequeños pueblos o cosas así. Aparte de eso ellos encuentran atractivo el bosque en el que estamos, está tan alejado de la gente que los pocos que se pierden son presas fáciles, pero nosotros también lo somos, por lo mismo, los nuestros han muerto. Aquí se concentran los demonios más fuertes y rodean el Instituto, ha habido veces que golpean el lugar y tratan de entrar...– de repente su vista se vio perdida unos segundos para después regresar a la normalidad.
—Pero ¿No se supone que tienen protecciones mágicas las estructuras de los Institutos?
—Sí, pero a ellos parece no importarles, su afán es tan grande por nuestra sangre que no les importa dañarse con tal de tratar entrar.
