7. Promesas

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La brisa marina golpeaba el rostro del joven pelirrojo, quien esperaba paciente en la costa. Una, quizá dos semanas habían pasado desde que el barco de su amo había zarpado, dejándolo atrás sin indicación alguna. No era la primera vez que lo dejaban por su cuenta, pero si la primera en que no tenía una misión para cumplir mientras tanto, y resultaba desconcertante. En casi dos semanas no había dormido ni probado alimento alguno, por lo que su cabeza y estómago dolían y a sus cansados ojos, rodeados de negro, les costaba cada vez más mantenerse abiertos.

-Riku- el chico desvió la mirada del mar y la dirigió a la mujer detrás suyo.

-señorita Zero- hizo una reverencia ante ella -¿en qué puedo servirle?-

-¿sigues esperando por Kirinmaru?- se acercó, ignorando la pregunta.

-el amo me ordenó esperar aquí hasta su regreso- contestó, sin apartar la vista del suelo.

-el no volverá por ti- soltó con desinterés, sin importarle la reacción del chico frente suyo. El joven pirata inhaló sorprendido, levantando la mirada como pidiendo una explicación -simplemente tus servicios ya no son requeridos-

-¿por qué?- dejó escapar en un susurro.

-no interesa- la mujer lo observaba desde arriba, con una expresión que solo pudo interpretar como asco -después de todo, solo era cuestión de tiempo para que terminara desechándote- alzó la cabeza del chico con su bastón, obligándolo a verla a los ojos -ahora eres una marioneta sin dueño-

-soy una marioneta sin dueño- repitió -no tengo a donde ir- agregó.

-así parece- suspiró mientras se apartaba -levántate- el chico obedeció -ahora me servirás a mi, y solo a mi, ¿entendido?-

-si, mi señora-

-bien- lo inspeccionó de arriba a abajo -será mejor que te de algo de comer y un lugar donde dormir, no sería conveniente que murieras tan pronto-

-se lo agradezco, mi señora-

-pero eso tendrá que esperar- comenzó a avanzar, siendo seguida por el pelirrojo -antes debemos visitar a cierta humana-








Riku se levantó de golpe, sudando. Puso las manos en su rostro, intentando calmar su respiración.

-¿Riku?- la más pequeña de los Higurashi se asomó por la puerta, tallándose los ojos.

-señorita Mei- observó con más detenimiento su entorno, dándose cuenta de que aún estaba oscuro -es un poco temprano para despertar, ¿no le parece?-

-Towa no me deja dormir- bostezó -está leyendo los libros del abuelo y no apaga la luz-

-ya veo- el chico se levantó del futón y caminó hacia la niña, poniéndose a su altura -¿quiere que la acompañe hasta su cuarto para que pueda descansar?- Mei asintió -entonces vamos- la cargó y se puso de pie, saliendo de la habitación -la tercera puerta, ¿verdad?-

-si- contestó la niña, casi dormida. Una vez llegaron al cuarto de la menor, esta tomó la manga de la pijama del chico -dile a Towa que ya se duerma, te hará caso-

-¿por qué cree que así será?- se soltó con delicadeza del agarre de la niña, sonriendo.

-porque ella te quiere- contestó Mei, ya habiendo cerrado los ojos.

-y yo la quiero a ella- suspiró, tomando el camino hacia la habitación de Towa. Una vez afuera pudo escuchar algunos murmullos, y se decidió a tocar la puerta -¿princesa?- llamó en un susurro, que fue respondido con unos golpes dentro del cuarto, dando paso a la puerta abriéndose abruptamente para dar paso a una muy alterada peliblanca.

Riku en el presente (Ritowa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora