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Los partidos de basquet en la escuela nunca le habían desagradado tanto como en ese momento. Realmente no sabía que esperar, no quería volvieran a tener otra razón más para hacerle la vida imposible aunque eso nunca había sido necesario. Se mantuvo precavido mientras esperaba que la pelota se dirigiera a él. Tal vez para su suerte, los demás decidieron que lo mejor era excluirlo del juego, claramente a excepción de los empujones e insultos que el entrenador básicamente justificaba por el estrés del partido.

No debió perderse tanto en sus pensamientos, solo unos segundos bastaron para que se encontrará retomando el equilibrio gracias a un imbécil grandulon que había decidido estamparse bruscamente contra su cuerpo.

—¿Qué sucede contigo?-

—No te atrevas a tocarme.- contestó el más alto volviendo arremeter nuevamente contra él. Tomó desprevenido a Jimin y su cuerpo terminó siendo azotado con fuerza contra el suelo.

Jimin jadeó, sin embargo, se colocó de pie en un movimiento rápido con claras intenciones de enfrentarlo aún sabiendo que el idiota le doblaba el tamaño.

Sin embargo, un profesor llegó y se ubicó en medio, como mediador.

—¿Estás bien?- preguntó dirigiéndose a él, probablemente al darse cuenta de lo fuerte que había caído. Jimin asintió evitando su mirada lastimera.

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En los vestuarios, Jimin se encogió en su lugar mientras trataba con todas sus fuerzas de parecer invisible.

—Miren esto.- llamó la atención uno de ellos con él torso desnudo, estaba señalando una cicatriz mediana ubicada cerca de su estómago. A Jimin le pareció gracioso la forma en que infló su pecho, la mayoría eran idiotas corpulentos sin neuronas.- fui atacado por un pitbull de niño.

—¡Basta!- vociferó otro de ellos en su dirección, una sonrisa malvada acompañaba su rostro.- estás emocionando a Jimin.- dijó burlesco.

Y esa fue la señal que todos estaban esperando para ir en su dirección. Fue un completo pase libre, la mayoría seguía la corriente conforme los demás lo hacían.

—¿No tienes pudor?- rió.- el vestuario de mujeres está por allá, Park.- más risas lo acompañaron.

Jimin mordió su labio inferior. Ni siquiera termino de acomodar su buzo correctamente cuando se encontró colocándose de pie y dirigiéndose hacia la salida.

No espero que uno de los se interpusiera en su paso y lo empujara por décima vez en el día, su cuerpo tocó la baldosa mojada.

Respiro entrecortado, generalmente lo dejaban ir después de la práctica, pero está vez, no tuvo tiempo de reaccionar cuando uno de ellos se subió sobre el y le sonrió antes de comenzar a molerlo a golpes.

Sus manos se dirigieron hacia el contrario y lo empujó de forma inútil. Empezó a sentir que estaba viviendo a costa de nada.

Ser golpeado de esa manera, tan animal, demasiado inhumana, por el simple hecho de existir fue escalofriante, el miedo que había sentido por todas esas semanas no se comparaba a esto, se sintió aterrado.

Pelear aún sabiendo que tenía la batalla perdida, se sintió incorrecto.

Jeon Jungkook miraba todo desde una esquina, sus ojos no podían apartarse del desastre. Frunció el ceño y empuño sus manos, sintió adrenalina recorrer su cuerpo entero, mordió sus labios y presionó la mandíbula.

Cuando se dió cuenta, ya estaba sobre Jimin después de haber empujado al imbécil anterior.

Jimin prefirió pensar antes de desmayarse que el pelirubio lo había cargado y llevado por ayuda, se quedó con eso mientras el contrario se unió a los demás y creo más dolor en el, más heridas que curar, mas cicatrices para recordar.

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Jungkook parecía completamente cegado por la furia.

Es su culpa.

Era totalmente la culpa de Jimin.

Repetía una y otra vez mientras volvía arremeter.

Lo merecía, estaba en todo su derecho. Puso su vida en reversa desde su llegada y le arrebató las posibilidad de enamorarse de una linda mujer, la posibilidad de enorgullecer a su Padre, lo sedujó de una forma enferma. No había forma normal de explicar como lo buscaba con la mirada, la forma en que anhelaba que los labios de Minnie se transformaran en un poco más gruesos y esponjosos. Ya no veía un futuro con ella. Su porvenir era distinto a lo que había planeado toda su vida, claro, hasta su llegada.

Y no podía, no podía hacerlo, la gente hablaba mucho, lastimaba demasiado, sus Padres se lamentaban. Absolutamente todo por lo que había luchando, entrenado, se iba por el caño por un chico.

Por haberse enamorado de uno.

—¡Jeon, detente, lo matarás!-

Sintió como era alejado del débil cuerpo en el suelo. Suspiro entrecortado, al rededor la mayoría miraba estupefactos como si hubiera sorpresa alguna, rió para sí mismo, se habían dedicado hacerle la vida imposible.

¿Era estúpido creer que él también había querido desahogarse un poco?

Uno de ellos levantó el cuerpo magullado de Jimin, sin embargo, de forma sorpréndete este se soltó de forma vaga. Con el rostro destrozado y el cuerpo adolorido, corrió por los pasillos bañado en miedo.

—¡Jimin!- escucho la voz de una fémina.

Era Minnie.

Ella pegó un grito al cielo al ver su estado. Jimin negó y siguió su camino antes de que pudiera alcanzarlo.

La pelinegra miró a su alrededor en busca de un supuesto culpable. Solo encontró el blanquecino piso cubierto en gotas de sangre.

La culpabilidad comenzó a carcomerla. 

hiden kisses - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora