—Buenos días.- saludó Jimin, con la voz aún quebrada por el sueño, arrastrando los pies y con su pijama ligeramente desaliñado.
—Buen día.- respondió su padre, con un tono suave.
Ambos tomaron asiento a la mesa. El sonido de las tazas y cubiertos parecía amplificarse en el silencio denso que llenaba la habitación. Jimin jugueteó nerviosamente con su cuchara, incapaz de sostener la mirada de su padre por más de unos segundos.
Finalmente, Jimin tomó la iniciativa, decidió hablar, impulsado por una mezcla de necesidad y temor.
—Tú… debes haber notado…
—No te preocupes por explicarlo.- lo interrumpió su padre, con un tono controlado que traía consigo una mezcla de comprensión y reserva. Bajó la mirada un momento y luego la alzó nuevamente hacia su hijo-. Y bien... ¿ustedes...?
—¡No!- se apresuró a responder Jimin, sus palabras casi tropezando con las de su padre. Sus manos se alzaron torpemente, como si quisiera borrar la sospecha de inmediato.- ¡Por supuesto que no!
Su padre esbozó una leve sonrisa, esa que apenas curvaba sus labios pero decía mucho más de lo que él quería admitir.
—Sabía que este día llegaría tarde o temprano, y parece que ha llegado hoy.- comentó mientras llevaba su taza de café a los labios. Tomó un sorbo pausado, como si la calma pudiera ayudarle a ordenar sus pensamientos.- Incluso tenía un discurso preparado para la ocasión.
Jimin se removió en su silla, nervioso, y dejó escapar una pequeña risa, más por reflejo que por diversión.
—Honestamente... pensé que sería con una chica.- admitió el hombre, dejando salir una carcajada ligera, casi nostálgica.
—¿Y qué me habrías dicho?- preguntó Jimin, intentando seguirle el juego, aunque su voz temblaba un poco.
El adulto dejó la taza en la mesa con cuidado. Sus ojos se perdieron un instante en el vacío antes de regresar a los de su hijo.
—Te habría contado sobre tu madre y yo.- empezó, su tono tornándose más bajo, casi nostálgico.- Fue mágico al principio, como esas historias que uno cree que solo existen en los libros. Pero luego… vino la realidad. Los miedos, las dudas, los problemas. El amor... no siempre es suficiente.
Jimin asintió lentamente, su mirada fija en su taza.
—Eso también sirve como discurso.- dijo, dejando escapar una sonrisa leve, aunque sus ojos brillaban con una emoción contenida.
—Sí... supongo que sí.- contestó su padre, mirando por un momento el vacío.
El silencio volvió a la mesa, hasta que unos pasos ligeros interrumpieron la conversación. Jungkook apareció en la cocina, con el cabello revuelto y los ojos todavía hinchados por el sueño.
—Buenos días.- murmuró, su voz apagada.
—Buen día.- respondió el padre de Jimin, girándose hacia él con una amabilidad inesperada.- Sírvete lo que quieras.
—Gracias.- murmuró Jungkook, sentándose junto a Jimin.
Por un momento, el desayuno pareció normal. Risas suaves, el ruido de las cucharas contra las tazas, y una breve tregua en la carga emocional que cada uno llevaba. Pero pronto, la tensión volvió a instalarse. Jungkook alzó la vista y pareció recordar algo. Su postura se tensó ligeramente, y su voz rompió el momento.
—¿Cuándo llamará a mis padres?- preguntó, con la voz apenas contenida.
El adulto lo miró directamente, como si pudiera percibir el peso de la pregunta.
—Lo hice temprano esta mañana.- respondió, con firmeza pero sin dureza.- Hablé con tu madre.
El sonido del timbre interrumpió la respuesta de Jungkook.
El hombre se levantó y caminó hacia la puerta, tomando el comunicador. Los dos adolescentes se miraron con inquietud.
—¿Sí?- dijo, con calma.
—Soy el padre de Jeon Jungkook. Dígale que estoy esperándolo.- respondió una voz al otro lado, autoritaria y fría.
—Un minu...
—No —interrumpió la voz al otro lado, firme y autoritaria.- Quiero que mi hijo venga ahora mismo.
El padre de Jimin cerró los ojos por un instante, suspirando profundamente. Luego, giró hacia los chicos.
—Es tu padre, Jungkook. Quiere que salgas ahora.- dijo con calma, pero su rostro denotaba preocupación.
Jimin, sin decir una palabra, tomó la mano de Jungkook y lo abrazó con fuerza, como si pudiera protegerlo de lo inevitable.
—No quiero que vayas.- susurró Jimin, su voz quebrándose apenas.
El adulto, observando la escena, apretó la mandíbula y abrió la puerta. Afuera, un hombre esperaba junto a un auto rojo.
—¿Dónde está mi hijo?- preguntó el hombre, inflando el pecho, su tono cargado de una agresividad apenas contenida.
—¿Podemos hablar un momento?- respondió el padre de Jimin, intentando mantener la compostura.
.—No veo de qué serviría. ¿Dónde está Jungkook?- replicó el hombre, cada palabra cargada de impaciencia.
El padre de Jimin respiró hondo, buscando paciencia que no sabía que tenía.
—¿Le ha contado su esposa lo que Jungkook intentó hacer anoche?- preguntó, con un tono bajo pero firme.
El hombre frunció el ceño.
—Sé lo que hizo, y créame, estoy agradecido... pero esto ya no es asunto suyo.- dijó finalmente.
—El chico me contó lo que ocurre en su casa.- insistió.
—¿Y qué? ¿Quiere decirme cómo criar a mi hijo?- espetó el hombre, visiblemente alterado.
—Por supuesto que no.- respondió, manteniendo el tono sereno.- Pero le diré algo: ganarse el miedo y la desconfianza de su hijo no lo vale.
La tensión en el aire era casi insoportable. Desde la puerta, Jungkook observaba la escena, sintiendo que algo en su interior se rompía. Jimin lo detuvo con una mano en el hombro.
—No quiero que tu padre tenga problemas con el mío.- susurró.
Jungkook lo miró con una ternura que pocas veces mostraba. Tomó su mano y la llevó a sus labios, dejando un beso suave.
—Gracias por todo.- dijo finalmente Jungkook, al acercarse a los adultos. Su voz estaba cargada de sinceridad y un agradecimiento que no necesitaba más palabras.
Sin esperar más, su padre lo tomó del brazo y lo condujo al auto, dejando tras ellos una atmósfera cargada de emociones no dichas.
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hiden kisses - km
FanfictionUna foto es la detonante del caos que impacta en la vida de Jimin. Su vida jamás había sido tan difícil de sobrellevar hasta ese momento. Dónde una foto de dos chicos besandose es filtrada. Uno se vuelve víctima del bullying. ¿Y el otro? Nadie sabe...