un mar de pétalos

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Estaba por caer el ocaso, Akihiko llegó a una pequeña colina con un frondoso árbol de hojas rosas, todo a su alrededor era naturaleza, árboles de diferentes tonalidades de verdes, el que más destacaba era ese árbol rosa y otro púrpura.

- Usagi-san, ¿estás bien?- Misaki vió preocupado al lobo, quien soltaba jadeos de cansancio, no sabía cuanto había corrido, Akihiko solo quería llevar a su Misaki a un lugar seguro.

- no te preocupes, estoy bien- Misaki solo asintió, y algo incómodo, se fué a los pies del frondoso árbol, recostado le hizo una seña al peli-plata para que se hacercara.

- Misaki, ¿estas bien?- luego de unos minutos donde ambos veían el comienzo del ocaso, Akihiko decidió romper ese silencio.

- ¿qué pasará ahora con mi familia Usagi-san?

Akihiko lo observó, Misaki estaba preocupado por su familia.

- no te preocupes, Misaki, yo te ayudaré.

- no puedo aceptar eso Usagi-san...

- ya te lo dije, tus hermanos ya tienen en su poder el pequeño cofre con joyas, tu familia ya no pasará hambre.

- ¿entonces me quieres a cambio de eso?- con pequeñas lágrimas en sus ojos lo observó.

- ¿qué? ¡No!- Akihiko se paró del lugar donde esta acostado, y colocándose frente al castaño habló- escucha Misaki, estoy como estoy, gracias a que me portaba como un idiota, diciendo: "nunca me enamoraré", "no me gustan los hombres", "tengo todo lo que quiero y puedo tener a quien quiera". Pero mi hermano lanzó esta maldición para que aprendiera la lección.

Esa confesión tomó por sorpresa al menor, ¡hací que por eso estaba en esa forma de lobo!.

- pasé por mucho tiempo, esperando ver una chica dulce y linda, que me quisiera, pero conocí un chico y...

- ¡pues perdón por ser hombre!- a Misaki le dolió esa parte. Con lágrimas recorriendo su rostro, decidió levantarse, dispuesto a irse.

Pero Akihiko al ver esa acción, no dudó en sujetar con su hocico parte de la tela del traje que portaba Misaki.

Poniendo ojos de cachorrito, suplicó que lo escuchara, y Misaki, no pudo negarse al ver esas hermosas amatistas. Debía admitir, se había enamorado de esa persona, en su cita y reencuentro en el mundo de los sueños, había visto facetas de esa persona que le habían echo latir su corazón.

- prosigue Usagi-san- sin esperar más, volvió a sentarse.

- como te decía, "eso" es lo que yo esperaba, incluso, llegué a pensar que Hiroki era mi destinado- al recordar su intento de seducir al castaño mayor, hizo una mueca que le causó gracia a Misaki- pero ese mismo día, fué cuando te escuché llorar, lloraba mi verdadero destinado porque unos idiotas te golpeaban- la ira le recorría al recordar como lo encontró en la ducha y en la escuela- y cuando hize justicia por tí, me dí cuenta que tu, si tu, eras mi destinado, mi salvación, desde ese momento quise acercarme a tí, pero no sabía como, y el ver al idiota de Ijuuin tratando de enamorarte, sentí que mi rival iba muy adelante de mí, él tenía cuerpo humano, y yo un cuerpo de lobo- hablaba en tono desanimado- justo cuando pensé que te perdería, pude tener una cita contigo, en sueños, pero para mí, cuenta como una cita.

El recordar la feria, hizo sonrojar a Misaki.

- y cuando te fuiste... me sentí vacío de nuevo, por eso no dudé en buscar una solución para tus problemas, si se solucionaba la situación económica de tu familia, creía que mi destinado volvería a mí.

- Usagi-san...

- Misaki, talvez no sea el mejor partido para tí, pero te puedo decir que mi corazón y alma, te pertenecen desde que naciste.

Misaki estaba rojo, no sabía si era cosa de su mente pero, con el ocaso en todo su esplendor, podía ver que la silueta de la sombra del can, en realidad, era la de un hombre arrodillado, y por un momento, no vió a un can frente a él, no, él veía al apuesto peli-plata sonriendo, con sus amatistas brillando.

- Usagi-san, yo... ta-también te... mmm... te- quería decirle "también te quiero", pero la pena y vergüenza le ganaba- te a... ¿mordido un perro?

Akihiko no se la creía, su oreja derecha parecía tener un tic nervioso mientras tenía su cabeza inclinada como simbolo de duda. ¿qué había sido eso?

Akihiko solo atinó a agachar la mirada, Misaki aún no lo quiere, pero no se rendiría, aunque por un momento pensó que el menor se declararía...

- te quiero~

- ¿mmm?

Se había escuchado suave, casi como si el viento hubiese sido el causante de ese sonido, pero Akihiko tenía el sentido del oido agudo, y pudo escuchar claramente esa pequeña confesión.

Misaki estaba con la mirada hacia abajo, mientras su fleco cubría parte de su rostro, pero se podía ver que estaba rojo de la vergüenza, Akihiko soltó una suave risa, mientras juntaba sus frentes.

- yo también te quiero, Misaki.

Ambos se vieron a los ojos y sonrieron, ambos se aceptaban tal y como eran.

El viento comenzó a soplar fuerte, hojas verdes, púrpuras y rosas empezaron a rodear ambos cuerpos, mientras el ocaso parecía iluminar por completo el lugar con su resplandor naranja.

-Usami Akihiko, te comvertiras en un lobo de tamaño grande, todos te tendra temor y odio, te persiguiran por siglos para matarte, mas tu destinado tendra que enamorarse de tí en esta forma.- eso sorpendió a ambos, el viento parecía recitar las palabras del hechizo de Haruhiko.

Poco a poco, Akihiko ya no sentía su cuerpo como el de un lobo, lo sentía diferente, como antes del hechizo.

Misaki veía que la figura frente a él, ya no era pequeña, poco a poco aumentaba de tamaño, hasta que por fín, las hojas transformadas en pétalos de rosas verdes y moradas caían una a una, dejando ver a un hombre alto, de hombros anchos, albino de ojos morados, vestía una camisa blanca, pantalones negros, una enorme corona de oro y gemas estaba sobre su cabeza y la característica capa roja de bordes blanco con puntos negros.

Frente a él, el principe heredero al trono, Usami Akihiko.

Completamente rojo Misaki no desviaba su mirada del impotente hombre frente a él, quien le dedicaba una sonrisa.

Sin más Akihiko se arrodilló frente a él, mientras tomaba su mano y de forma delicada pero elegante, depositaba un suave beso en su dorso.

- gracias por salvarme de la maldición, mi destinado, yo Usami Akihiko, prometo amarte, cuidarte... yo soy tuyo Misaki.

- ¿gracias?- fué lo unico que atinó a decir mientras su rostro completo estaba rojo y echaba humo por las orejas.

De tanta emoción en un día, el menor terminó por caer desplomado, Akihiko al ver a Misaki caer, atinó a atraparlo en sus brazos, su pequeño había vivido muchas emociones, así que con sonrisa de tonto enamorado, decidió cargar a su salvador en brazos al estilo princesa, despues de todo, era su "princesa".

MI SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora