[3] AMOR.

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CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3.

Mordía su labio inferior, mientras que con su mano derecha jugaba con uno de sus mechones azabaches enredándolo en su dedo, los nervios estaban en su cuerpo, sintiendo como temblaba de vez en cuando, observo las grandes puertas de mármol frente a ...

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Mordía su labio inferior, mientras que con su mano derecha jugaba con uno de sus mechones azabaches enredándolo en su dedo, los nervios estaban en su cuerpo, sintiendo como temblaba de vez en cuando, observo las grandes puertas de mármol frente a ella y trago grueso.


Tenía una corazonada.

Su corazón le decía, le gritaba que era el.

Pero no quería verlo de frente, rezaba para no tapárselo de frente nuevamente, deseando que el príncipe no fuera él.

Lo que menos quería era ver su rostro de nuevo.

Las tres se tensaron al escuchar unos pasos detras de ellas, por lo que la azabache fue la primera en ver sobre su hombro, abriendo sus ojos de par en par al ver aquel joven apuesto frente a ella, observando como iba vestido de traje blanco.

-Señoritas, en un momento el Principe las atenderá- comentó el albino mientras pasaba a lado de ellas- Disculpen por la tardanza, pero, solamente esperabamos caballeros para está misión.

Las tres observaron como aquel albino de mirada sería entraba con una charola en el gran salón donde se encontraba el Joven Príncipe.

-Vaya tipo arrogante- escuchó a la castaña.

-Es apuesto- susurro la peliazul mientras mordía su labio inferior- ¿Así serán todos los sirvientes? Si no, para contratar uno.

Mientras tanto la azabache observaba por donde se había ido el albino, su actitud hacía ella era diferente, no era como el Jian de su mundo, esté tenía algo diferente en él. Estaba más frio, se veía más serio y amargado.

Hizo una mueca de disgusto al escuchar nuevamente sus palabras: "No me extrañes mucho, rojita".

La opresión en su pecho la obligo a bajar su cabeza, pues se odiaba a ella misma por haberlo ignorado de esa manera.

-No puede ser, no puede ser- escucho la voz de la peliazul atrás de ella justo a la derecha- Me veo tan mal así, tan sudorosa y desarreglada, ni tiempo tuve de retocar mi maquillaje. Debieron de decirnos que mejor mañana veníamos, pero no, en quince minutos teníamos que estar frente al Príncipe guapo de la que todas hablan.

La Mosquetera Roja || ESPECIAL (Volviste a mí)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora