~mis propias reglas~

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Después de unas horas interminables en ese aparatejo para llegar a el maldito internado de mierda, por fin llegamos al destino.

Lo primero que veo cuando salgo del cohe es una enorme fachada de aspecto entre moderno y antiguo, con todo de color blanco al exterior, pero con detalles como el jardín podado como los antiguos, los arboles y setos de formas muy bien logradas.

Los guardias salen del coche y me abren las puertas para adentrarnos en el edificio. Nada más entrar ya se oye el bullicio de los chicos y chicas que supongo que también vivirán ahí.

Por mucho que intento no pensarlo, me da algo de miedo quedarme sola, aunque, tampoco es que pretenda caer bien ni nada, pero nunca me he tenido que preocupar por los amigos, ya que tenia a Ki, Ava y a Ame y no necesitaba a nadie mas. Además, de que allí todo el mundo me conocía y respetaba, pero aquí no soy nada del otro mundo, solo una simple chica que ha cometido infracciones como el resto de los de este lugar, supongo y por muy hipocrita o egoista que suene no me gusta el hecho de que aquí cuando pase por los pasillos no me van a mirar los chicos de arriba a abajo mordiéndose el labio y las chicas con cara de adoración u odio, depende de la chica. La cosa? que ya he pensado algo para que deje una marca en este internado y nadie me va a detener en lo que planeo. Ni siquiera Payton.

-Senorita, ya ha llegado a el comedor, donde se va a tener que sentar en una mesa. Luego, la llamaremos para hacer un recorrido por el edificio- dice uno de los que me han traido, que es alto y fornido con pelo rubito y ojos marrones como la canela.

-Y si no quiero- le desafio.

-Se aguantara, esto no es tu casa en la que puedes hacer lo que te de la gana, aquí tienes que cumplir las reglas te guste o no.

-Eso ya se verá querido- digo guiñándole un ojo antes de adentrarme en el comedor.

La cara de él es alucinante, tiene la boca abierta en forma de "o" y los ojos como platos de lo abiertos que estan.

-Vete acostumbrando señorito, esta Elena va a acambiar las cosas, nadie me dice lo que tengo que hacer y menos los hombres.- susurro acercándome a una mesa que esta totalmente vacia.

Unas cocineras se acercan a mí y me sirven las comida, lo que hace que todos me miren, supongo que no es algo habitual. El caso es que todos comienzan a cuchichear y susurrar mirándome, lo que me da la oportunidad de hacer de las mías.

Aprieto muy fuerte el puño y pego un golpe seco contra la mesa, haciendo que todo el mundo pare de hablar instantáneamente y se me queden mirando. Yo sigo comiendo como si nada hubiera pasado, pero nadie vuelve a hablar solo se limitan a mirarme.

Todo estaba bien hasta ahora, la comida incluso estaba buena aunque para mi gusto muy poco saludable. Pero todo cambia cuando a la persona que menos quería ver entra por la puerta.

-Buenas tardes, jóvenes, como habréis observado hoy tenemos a alguien nuevo. Elena, preséntate- dice Payton con tono autoritario.

"¿Sabes una cosa? Que me voy a aprovechar de esto también" pienso.

No me pongo de pie, noto como todos se tensan al ver que no hago nada y sigo comiendo como si nunca él me hubiera hablado.
Veo como su mandíbula se marca por lo apretada que se encuentra, sus dientes hacen un pequeño chirrido y sus puños se aprietan también en signo de furia, pero la verdad que me lo chupe y que haga lo que le salga del mismísimo, porque yo no me voy a rebajar ante gilipollas como él.

-Señorita Elena, levántese inmediatamente.

¿Y yo que hago? Todo lo contrario, sigo ahí e incluso me acomodo poniéndolo obviamente en evidencia.

-No piensa hacer caso, ¿verdad?- no le contesto- Está bien, llévensela a su habitación, inmediatamente.

Unos tíos enormes se acercan hasta a mí e intentan escoltarme, pero antes de eso me pongo de pie y pego otro golpe en seco con la mano en la mesa.

-Una mierda, no he terminado de comer- digo alzando un poco la voz para que me oiga bien.

Todos sueltan un grito ahogado como si acabaran de matar a alguien.

-Ya me he cansado- dice y se va acercando a mí hasta que me agarra del brazo y me lleva fuera del comedor.

Sigue agarrándome hasta que llegamos a un pasillo totalmente desierto. Paramos de andar y me libro de su agarre bruscamente.

-¡Qué coño te pasa, no me puto toques!- lo encaro frente a frente.

-¡Eso te debería preguntar yo a ti!- grita furioso -¡te he cuidado como no lo he hecho con nadie y ahora me dejas en ridículo delante de todos en MI propio trabajo, QUE COÑO TE PASA!

-¿Que qué me pasa?- digo irónica - no sé a lo mejor es porque me has estado mintiendo todo el tiempo, y manipulándolo todo para que mis padres se salieran con la suya.¡Incluso a mí!

Mi mente no puede procesar más y comienzo a colapsar, mi respiración ya no se sincroniza bien con mi boca.

-¡Lo hacían por tu bien!

-¡Y una mierda! Llevan toda mi vida tocándome los cojones con todo. Ellos mismos lo arruinaron todo, así que ahora no vengas con cosas de esas.

-¡Bueno, pues en ese caso déjate ser feliz al menos! ¡Sabes que te quiero y aún así te lo niegas a ti misma!

-Sabes qué, estoy cansada. Cansada de todas estas mierdas del amor. Justo cuando pienso que TÚ podías cambiar mis pensamientos sobre esto, llegas y lo estropeas todo como siempre todos hacen. Que te jodan, mentiroso de mierda.

Dicho esto salgo andando muy rápida hacia la puerta del comedor, donde supongo que me esperarán los guardas de antes para llevarme a mi cuarto. Mientras me voy Payton me grita que vuelva, pero no lo hago, ¿sabes por qué? Porque a partir de ahora no me dejaré pisotear por nada ni nadie y menos por una como el amor.

Gracias Payton Moormeier, has hecho que sepa que quiero ser ahora. Voy a ser una hija de puta, y no solo eso voy a ser la mejor.

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Holaa, después de mucho tiempo sin publicar nada me ha dado un toque de motivación y he decido escribir.

Por cierto, muchísimas gracias por las mil vistas, os amoo y espero que os haya gustado el capítulo.

~ 𝚂𝚒𝚗 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚘𝚕 ~ Payton MoormeierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora