Capítulo 11: El regreso de las estrellas

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"Se dice que las personas siempre le temen a lo que no conocen, y tienen razón, lo desconocido siempre causa temor, por ello es que es el momento de que todos nos conozcan, para que dejen de temernos y sepan que hemos venido a construir un mundo donde la paz reine para todos"

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La noche se mostraba tranquila en uno de los distritos de la concurrida ciudad, las personas caminaban por las calles ignorando el hecho de que ese día marcaría el comienzo de un nuevo episodio en el mundo, pues una de las tres grandes fuerzas haría su primer movimiento, los jinetes, al fin se mostrarían ante todos.

El cielo estaba nublado, como si las nubes tuvieran conciencia de lo que estaba por suceder, y ansiosas, cubrieran a las estrellas del firmamento para que no vean a esos astros gemelos que volverían a aparecer en el mundo, y esta vez, ya no desaparecerían.

El viento soplaba intenso entre los edificios y cual portavoz anunciaba la tan esperada llegada de los jinetes, hoy no era un día cualquiera, hoy el mundo se detenía y se mantenía expectante, pues aquellos que venían a librarlo de todo el mal que había, al fin se harían presentes.

En una casa de la zona donde solo las personas con un gran estatus económico podían vivir, un joven alfa ignoraba el peligro inminente que lo rodeaba, después de todo, esa noche, el karma cobraría el daño que había causado a los omegas durante su corta vida.

—T-tenemos que hacer la tarea, p-por favor, no quiero hacer nada que no sea la tarea— Una joven omega temblaba, el alfa que estaba a su lado había liberado sus feromonas y la estaba incitando a realizar algo que ella no deseaba.

—Oh vamos, yo sé que aceptaste venir a mi casa porque quieres acostarte conmigo, deberías estar agradecida, pues te estoy haciendo un favor, no cualquiera se acostaría con una omega horrible como tú— El alfa se acercó a la omega y comenzó a tocar su muslo mientras que con la otra mano intentaba desabrochar la camisa que llevaba.

—D-déjame, creo que me iré, no quiero hacer esto— La omega se levantó del sillón y caminó hacia la puerta, estaba dispuesta a irse, pero una mano sostuvo su brazo e impidió que siguiera caminando.

—Tú no eres nadie para rechazarme maldita, hoy te voy a follar como la perra que eres, así que mejor intenta disfrutarlo—

El alfa tiro a la omega al piso y comenzó a besar su cuello y desabrochar su camisa mientras la chica lloraba por no tener la fuerza necesaria para liberarse.

—P-por favor, para, n-no quiero esto—

—¡CALLATE!—

El alfa propició un golpe en la mejilla de la omega, inmovilizándola y asustándola aún más, hasta el punto en que abundantes lágrimas abandonaran sus ojos, sin embargo, esta vez, el destino no permitiría que aquel alfa causara mas daño.

Un estruendo se escuchó en el exterior y logró que el alfa dejara por un momento lo que estaba haciendo y centrara su atención en lo que sucedía. La omega gritó, y pidió ayuda, creyendo que alguien estaba cerca y podía auxiliarla, eso enfureció aún más al alfa y cuando se disponía a golpearla, alguien detuvo su acción.

—Tranquila pequeña, no te pasará nada, porque yo estoy aquí— El alfa giró y al ver a quien detuvo su movimiento, sintió como su cuerpo se estremecía.

—Mi-Midoriya, que haces aquí— El alfa observo al chico de ojos esmeraldas, traía puesto una camiseta negra con mangas que le llegaban hasta los codos y un pantalón ajustado del mismo color, sus manos estaban cubiertas por guantes negros que llegaban hasta sus muñecas y en sus pies las típicas zapatillas rojas que recordaba.

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